¿Q ué podrían pensar unos padres que han perdido a su hijo por una enfermedad que podía controlarse, pero que por falta de medicamentos ha muerto cuando escuchan a la Ministra de Relaciones de Exteriores de Venezuela, Delcy Rodríguez, decir ante los medios que en el país “no hay escasez de medicinas”? Repugnancia. Asco. Pena. Ira. La Sra. Canciller Rodríguez se ha encargado durante las últimas semanas en la OEA, no en defender a Venezuela porque claro esta, sino en defender a un régimen moribundo e inhumano, a un presidente con la impopularidad por el suelo, justamente por sus errores, por sus terquedades y por la falta de ideas para solucionar la crisis que atraviesa la república y que tiene a millones de ciudadanos agobiados por la falta de soluciones.
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