Más de una docena de atentados con armas de fuego ha tenido que lamentar el exhausto presidente Barack Obama. No es la primera vez, sino una de entre tantas otras, que la primera potencia mundial observa y vive en carne propia una masacre de gente inocente. Es así pues que aunque éste haya sido otro tiroteo, resulta ser a la vez mucho más que otro simple siniestro; es el peor atentado que ha ocurrido en EE.UU. desde el ataque de las Torres Gemelas del World Trade Center el 11 de septiembre del 2001.
Así como ocurrió en San Bernardino, con 12 muertos; en la escuela Sandy Hook de Connecticut, con 26 muertos (20 de ellos, niños de 6 y 7 años); en una universidad en Michigan, en California y otros más, Estados Unidos es un país en el que cumplir el sobrevalorado “sueño americano” o American dream se torna algo superfluo cuando te das cuenta de que por más que sea una nación tan atractivamente desarrollada y quieras ser parte de ella, es al mismo tiempo una sociedad muy dividida y segmentada en grupos sociales radicalmente enfrentados entre sí y discriminados por la población blanca natal norteamericana y personas sin escrúpulos como el autor de esta masacre: el ciudadano de 29 años nacido en Nueva York, Omar Seddique Mateen, de padres afganos y quien era guardia de seguridad. En este caso, el motivo protagónico fue la discriminación hacia la creciente y muy activa comunidad LGBT en la ciudad de Orlando, Florida, en el Condado de Orange.
El domingo 12 de junio a las 2:00 de la madrugada, hora local del estado de la Florida, ocurría una divertida “noche latina” en el club Pulse, el club gay más popular de la ciudad de Orlando, cuando un hombre completamente radicalizado, intolerante y lleno de odio hacia esa comunidad (LGBT) entró al recinto con un fusil de asalto semiautomático M4 y un artefacto explosivo y, repentinamente, empezó a abrir fuego disparando 50 rondas de balas por minuto en el cerrado espacio de esa discoteca, acabando así con la vida de 49 personas inocentes e hiriendo de gravedad a 53 más, 39 de ellas en estado crítico para ese momento. Aunque la información más reciente arroja un saldo de 28 personas todavía hospitalizadas y solo 4 de ellas en estado crítico.
A las 5:00 a.m. empezó a llegar esa ola de desesperada gente al Hospital Regional de Orlando para atender a los heridos, pero ni éste ni los otros centros médicos de la zona contaban con la suficiente cantidad de sangre para realizar transfusiones a 53 personas, por lo cual comenzó a incrementarse la cantidad de donantes. Simultáneamente, el atacante de la discoteca se encontraba huyendo cuando en un enfrentamiento con la Policía de Orlando, fue abatido por las autoridades. Entre las víctimas que hasta ahora han sido identificadas se encuentran 12 latinos; habiendo mexicanos, colombianos, puertorriqueños, dominicanos, cubanos, un venezolano, un chileno y un guatemalteco entre ellos.
Al amanecer, el alcalde de la ciudad declaró un estado de emergencia en Orlando y en el Condado de Orange. Asimismo, el Consejo de Seguridad Nacional se reunía con el presidente Obama después de que éste diera un corto discurso desde la Casa Blanca lamentando con impotencia y frustración lo ocurrido y afirmando que ése fue un crimen de intolerancia y un acto de terrorismo. Y es que precisamente, el FBI había investigado en el 2013 a Mateen (el atacante) por supuestos vínculos en Internet con el grupo terrorista Estado Islámico, por el cual estaba inspirado y se descubrió que apoyaba y seguía en las redes así como que en la noche del atentado llamó al número de emergencias 911 para jurar su lealtad al grupo extremista, evocando la masacre de Boston en el 2013 y también a sus autores: los hermanos Tsarnaév.
Es evidente que con este atentado se reabre el postergado y evitado debate sobre el control de armas en el país que presenta la mayor posesión de armas per cápita en el mundo, donde con solo una determinada cantidad de dólares y una serie de permisos, cualquier civil puede comprar un arma en los cotizados centros de distribución y venta de éstas. Es tanta la afición de la sociedad estadounidense por las armas, que muchas familias de clase media tienen al menos tres entre sus miembros e incluso se entrenan y preparan a sí mismos, y hasta a sus hijos, tanto niños como jóvenes, para manipular una pistola. Un mercado altamente cotizado y demandado que incrementa sus ventas cada año e irónicamente más cuando ocurre algún evento de esta naturaleza.
Llaman mucho la atención las palabras de Obama cuando dijo que “deben reforzarse las leyes sobre las armas”. Ahora pues, ¿a qué se refiere Obama con “reforzar”? Asumir el riesgo político de jugar una carta clave para dejar un buen legado en materia de política legislativa interna pasa por tomar contundentemente y sin titubeos la decisión y acción ejecutiva de proponer una reforma a la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. Esa enmienda es un artículo dispositivo de la Carta Magna estadounidense que garantiza el libre derecho de la ciudadanía a poseer y manipular armas con fines recreativos, deportivos, de defensa personal, seguridad individual y de la integridad física, etc. La Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos expresa el derecho a poseer armas y literalmente reza: "A well regulated militia being necessary to the security of a free State, the right of the People to keep and bear arms, shall not be infringed" (traducido al español, "Siendo una milicia bien regulada necesaria para la seguridad de un estado libre, el derecho del Pueblo a tener y portar armas no será vulnerado").
Es entonces en momentos como éste que cuestiono la situación y me pregunto: ¿se justifica la Segunda Enmienda? Y es que no se trata de que, como se está comentando en el argot político estadounidense, los ciudadanos posean armas de menor calibre para “evitar” estos atentados, ¡no! Se trata de que ningún civil posea ningún arma, ¿por qué? Pues porque las armas de fuego, simple y llanamente, ¡no son para la población civil, son para los cuerpos de seguridad militares y policiales del Estado! Por ese motivo es imprescindible que se limite el acceso de los ciudadanos a las mismas, ya que no hay gobierno en el mundo que pueda predecir la conducta y accionar de una mente retorcida con un arma de alto calibre en las manos.
Es aquí cuando surge la pregunta del millón de dólares: ¿cómo evitar más tiroteos y lograr un control de armas efectivo en Estados Unidos? La solución, principalmente, debe ser un paradigma y modelo a seguir en la política de control de armas para el resto de los gobiernos y países del mundo, dada la evidente capacidad de influencia política, económica, social, diplomática y hasta cultural que tiene Estados Unidos sobre el globo.
La solución para evitar más atentados de este tipo radica en abrir debates y mesas de diálogo en el Congreso entre el Gobierno Federal, el Consejo de Seguridad Nacional, los partidos Demócrata y Republicano y los senadores demócratas y republicanos sobre la venta y posesión de armas en civiles en el país para que así se emita un proyecto de acuerdo, si es que EE.UU. es realmente una democracia. Un proyecto de acuerdo para un proyecto de ley de reforma de la Segunda Enmienda basada en la prohibición de ventas de armas a civiles a menos que éstos estén entrenados y aptos mental y psicológicamente para manipularlas, exigiendo exámenes psicológicos previos. Una reforma que idóneamente podría complementarse con un paquete de medidas ejecutivas que sería pertinente que Obama tomara, tales como: autorizar operativos policiales por estado para realizar pesquisas y allanamientos en depósitos y tiendas de armas más una serie de constantes inspecciones. También, aprobar una Ley de Desarme Federal para efectuar operativos públicos de confiscaciones y decomisiones de armas a civiles en conjunto con arduas investigaciones del FBI y la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) para desmantelar posibles focos y células terroristas en EE.UU.
Por otra parte, un par de días después de la masacre, el escenario político empezó a tomar lugar con los pronunciamientos de los dos candidatos a la presidencia de EE.UU.: la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump con propuestas radicalmente opuestas para combatir el terrorismo, el extremismo y el uso desquiciado de las armas. Clinton propone intensificar los bombardeos contra ISIS en Irak y Siria, a propósito de haberse confirmado que Estado Islámico reivindicó la autoría del atentado en Orlando publicando un comunicado en su portal web de las redes oscuras en árabe e inglés aduciendo que “el ataque fue hecho por uno de sus combatientes en EE.UU.”. Se confirmó que Mateen estaba radicalizado por ISIS vía online y actuó como un lobo solitario, lo que habla de que podría haber presencia de células extremistas de ISIS en suelo estadounidense, ¡se encienden las alarmas! Del otro lado, Trump propuso impedir la entrada al país de musulmanes provenientes de países árabes hasta no haberse comprobado que no estén vinculados a lo que él llamó “islamismo radical”, que por cierto criticó a Obama por no emplear esos términos para definir la causa de este hecho en sus declaraciones.
Es precisamente en esa premisa que desemboca la esencia de este artículo: ¿qué motivos influyeron y originaron la causa de este atentado y qué puede aprenderse de ello? Una serie de factores coyunturales que se conjugan de manera letal para generar estos hechos aislados pero de una repercusión nacional y global. ¿Cuáles factores? La intolerancia, el odio y la discriminación a la comunidad gay, el islamismo radical y el endeble control de armas de EE.UU. ¿De qué manera? La intolerancia racial y sexual que aún existe en la segmentada sociedad estadounidense (asiáticos, blancos, negros, latinos, gays, lesbianas, etc.) genera una alteración en el equilibrio del tejido social hasta el punto de que si se le suma la ideología extremista, radical, unilateral y vengativa contra Occidente del islamismo fanático por el califato del Estado Islámico, se crea una postura psíquica de distorsión mental en personas que poseen ese tipo de condición psicológica en un país donde pueden tomar represalias fácilmente con armas que pueden adquirir sin demasiadas trabas debido a que el control de éstas en EE.UU. no es riguroso ni preventivo, sino logístico y de mero trámite para la obtención de algún arma en un mercado tan lucrativo como lo es el negocio e industria armamentística en el país norteamericano.
No se trata de simplemente controlar las armas, se trata de que Obama abra el camino y el próximo presidente lo continúe para diseñar una política de Estado sustentada en tres pilares fundamentales: la educación social, la reforma a la Segunda Enmienda y un programa de seguridad interna anti-terrorista. Educación social: idear programas de enseñanza y concienciación en los diferentes niveles de escolaridad de la población estadounidense para que le sean inculcados los valores de la tolerancia y el respeto. Reforma a la Segunda Enmienda: disposición legislativa para limitar la compra, venta y uso de las armas de fuego únicamente a los cuerpos de seguridad y no a la población civil con rigurosas medidas inspectoras de trámite contralor. Y finalmente, un programa de seguridad interna anti-terrorista: intensificar los programas de vigilancia en las aduanas estadounidenses y las rutas de viaje del Medio Oriente con EE.UU. para hacer más estricto el ingreso de inmigrantes árabes musulmanes con posibles ideologías islámicas radicales tras previas examinaciones policiales, psicológicas y militares mediante un programa de comisiones investigativas en las masas de turistas y viajeros provenientes de países árabes sin la discriminación y segregación que propone Trump al impedirles la entrada, lo cual Obama califica de inadmisible porque eso implicaría “tratar a los musulmanes de manera diferente y no es el país que se quiere construir”, según dijo.
Al final de todo, ¿qué aprendizaje nos queda para extraer de este lamentable hecho? Aunque parezca descabellada esa posibilidad, sí hay algo: la conciencia de que debemos aprender a tolerar la diversidad étnica, cultural, sexual, mental y personal de la especie humana más allá de las preferencias e inclinaciones individuales. Al final del día, todos somos seres humanos y solo eso basta para exigir respeto a la condición humana como esencia fundamental de la convivencia en pro de la subsistencia de una especie que es de naturaleza autodestructiva, lamentablemente.
El equipo de este blog, Subversión en Letras, se une al duelo de los familiares de las víctimas y da sus más sentidas condolencias al pueblo estadounidense y al mundo, porque sucesos como éste no solo afectan a un país, sino también a toda la humanidad. ¡Qué en paz descansen las víctimas! Todos somos Orlando, pray for Orlando.
Ricardo Serrano / @RS_Journalist.
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