¿Qué podrían pensar unos padres que han perdido a su hijo por una enfermedad que podía controlarse, pero que por falta de medicamentos ha muerto cuando escuchan a la Ministra de Relaciones de Exteriores de Venezuela, Delcy Rodríguez, decir ante los medios que en el país “no hay escasez de medicinas”? Repugnancia. Asco. Pena. Ira.
La Sra. Canciller Rodríguez se ha encargado durante las últimas semanas en la OEA, no en defender a Venezuela porque claro esta, sino en defender a un régimen moribundo e inhumano, a un presidente con la impopularidad por el suelo, justamente por sus errores, por sus terquedades y por la falta de ideas para solucionar la crisis que atraviesa la república y que tiene a millones de ciudadanos agobiados por la falta de soluciones.
El régimen de Chávez como el de Maduro ahora, han sido muy ocurrentes en el mundo y con todas esas organizaciones paralelas que han creado en América Latina; desde la Celac hasta Petrocaribe, han regalado petróleo, han comprado apoyo y han ensuciado conciencias, pero la pasada semana la diplomacia o la petrodiplomacia, tuvo un revés en la OEA cuando en la sesión permanente que se discutía el informe del Secretario General, Luis Almagro, la mayoría de los países miembros decidieron conversar sobre la desgracia nacional.
Delcy Eloina fracasó en la OEA, pero Maduro no dudó en condecorarla por su “impecable trabajo en defensa de la patria”, pero al momento de analizar ese “impecable trabajo”, en los discursos pronunciados por la titular de Exteriores, solo se logra escuchar la cantidad de ataques personales contra Almagro y los gobiernos de Paraguay y México. La Petrodiplomacia fracasó pero eso no quiere decir que se haya acabado, aún hay gobiernos ingenuos o comprados, que apoyan al régimen de Maduro y se hacen cómplices directos de la situación nacional, claramente por su silencio y permisividad ante la crisis.
Se lamenta la falta de una diplomacia real, de diplomáticos conscientes y leales a sus estudios, no a un partido. Delcy Rodríguez no representa la voz de los venezolanos, la Canciller solo es la voz de Maduro y de esa cúpula corrupta que “gobierna” a Venezuela; la Canciller de la vergüenza es la mayor condecoración para Delcy, ella no es diplomática de carrera, es diplomática “a las carreras”. Triste y lamentable papel cumple Delcy, la vergüenza es su bandera y Venezuela la repudia.
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