Cortesía: DPA | La presidenta Añez tenía la oportunidad de mediar, con su investidura, para construir una candidatura sincera entre los aspirantes a la presidencia pero ha decidido formar parte del problema
Cuando los bolivianos salieron a las calles de su país a exigir el fin del régimen de Evo Morales luego del escandaloso e inocultable fraude electoral del 20 de octubre del 2019, lo hicieron convencidos ante la urgencia que se presentaba con poder ver partir cualquier rastro de democracia. Los bolivianos no se equivocaron al presionar a Morales para que renunciara y se fuera, quien se equivocó fue él por sus ilegales y chavistas pretensiones hiperpresidencialistas y, desgraciadamente, la presidenta interina, Jeanine Añez, también toma una decisión desacertada que puede colocar a Bolivia frente al regreso del ex presidente, hoy refugiado en Argentina. [Lea Bolivia busca una transición bajo el fantasma de Evo]
Luego de la renuncia de Evo Morales, Bolivia se encaminó hacia una transición democrática y respaldada por la mayoría de las democracias latinoamericanas. Se establecieron contactos entre el Gobierno interino de Añez y los diversos actores políticos, incluyendo a dirigentes del mismo Movimiento Al Socialismo (MAS) de Morales, pero el paso más importante se centró en garantizar la transparencia en las instituciones que el líder cocalero había secuestrado tiempo atrás, entre esas está el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Y precisamente, reestructurar el máximo órgano electoral era un paso que se debía dar para garantizar unas elecciones libres, vigiladas y, sobre todo, verdaderamente democráticas. [Lea Evo Morales se atrinchera en el poder y la oposición enciende la calle]
Los riesgos que corre Bolivia con el posible regreso del MAS, y por ende de Evo, al poder es una pesadilla que no deja dormir a muchos
El TSE anunció un nuevo cronograma electoral que apunta al domingo 3 de mayo como la nueva fecha para celebrar elecciones generales y desde el mismo día del anuncio, como quien cocina un pollo en el horno, los principales líderes opositores comenzaron a confirmar sus candidaturas presidenciales, entre estos, los ex presidentes Tuto Quiroga, Carlos Mesa-el contrincante a quien Morales le propinó el fraude electoral-, el enérgico Luis Fernando Camacho así como el disidente Félix Patzi, entro otros.
Realmente, la lluvia de candidaturas presidenciales no sorprendieron pero sí causaron preocupación entre la sociedad boliviana que ve la división de los dirigentes demócratas como un escollo que se debe superar antes de las elecciones generales donde el MAS será representado por el ex ministro de Economía de Morales, Luis Arce Catacora, quien ya llegó a Bolivia de su temporal exilio en México, sin embargo, lo que terminó por sorprender, aunque para algunos era un secreto a voces, fue el anuncio de Añez de buscar la presidencia de la república. [Lea América Latina se divine ante la renuncia de Evo Morales]
La mandataria interina había comentado, con la noticia de la candidatura de Quiroga, sobre el riesgo de “dispersar el voto”, pero la confirmación de viva voz de que será candidata presidencial, incluso cuando su responsabilidad era transitoria para llevar a Bolivia a unas elecciones libres, ha terminado por encender las alarmas en un país que trata de sostener la incipiente democracia bajo el fantasma de un Evo que utiliza diariamente los medios que le proporciona el gobierno de Alberto Fernández para recordarle a sus seguidores que a pesar de la distancia está vivo, dispuesto y listo para retornar al poder así no sea con su nombre en la papeleta electoral, pero sí con el de un incondicional.
Los riesgos que corre Bolivia con el posible regreso del MAS, y por ende de Evo, al poder es una pesadilla que no deja dormir a muchos, incluyendo al candidato Carlos Mesa, quien le ha reprochado a Añez su “equivocada” decisión que se suma a una opción más que de verdad sí dispersará los votos de los bolivianos dándole la oportunidad a Arce de ganar en primera vuelta y desbaratar la gesta democrática de los bolivianos.
Si una tormenta indeseada, como significa el regreso de Morales al poder, azota a Bolivia la responsabilidad no será de los bolivianos, sino de los políticos incapaces de pactar un acuerdo que logre una candidatura unitaria de cara a un proceso electoral que debería servir para consolidar la neonata democracia. La presidenta Añez tenía la oportunidad de mediar, con su investidura, para construir una candidatura sincera entre los aspirantes a la presidencia pero ha decidido formar parte del problema que no permite conciliar el sueño a todo un país. Sin duda, la decisión de Añez es desafortunada y sobre todo desacertada.
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