Hay factores internos que pugnan por un cambio político y entienden que la estabilidad civil y económica de Venezuela pasa por una transición de un régimen autoritario a un régimen democrático
Si bien Venezuela ha recorrido el largo y tormentoso camino de dos intensos episodios de crisis políticas durante el gobierno de Nicolás Maduro (2014 y 2017), la coyuntura actual es totalmente diferente a las de esos dos años que marcaron dos puntos de inflexión para configurar el escenario de confrontación que hoy vive la nación petrolera.
Durante el período de tensión civil de 2014, el primer año de crisis económica en el país impulsó el proyecto de cambio de régimen que inició el mártir de centro-derecha Leopoldo López, llamado “La Salida”. Y en 2017, la ejecución de un golpe de Estado jurídico e institucional por parte del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) al disolver de facto la Asamblea Nacional y abrogarse las funciones ejecutivas del Poder Legislativo, fue el motivo de la oposición partidista venezolana para iniciar una agenda de presión interna que perdió el rumbo de su marcha.
Esos puntos clave del ciclo político totalitario y pseudodemocrático del régimen de Nicolás Maduro se situaron en una lucha de la población civil y los partidos opositores contra la fuerza coactiva y represiva de un Estado militarista. Por ese motivo, ambos movimientos se disolvieron en la viabilidad de su ejecución.
Cualquiera de estos escenarios es totalmente incierto, pero casi todos son muy probables
Pero actualmente la realidad es muy diferente, pues en este año 2019 la crisis venezolana ya no se trata solo de un asunto doméstico enmarcado en la ruptura del orden económico, político, social e institucional. Es un foco de anarquía nacional que trastoca la estabilidad socioeconómica de la región sudamericana, dadas las altas tasas de emigración como producto de la depresión económica que indujo el gobierno de Maduro en el país, que por cierto, es la primera nación petrolera de la historia en sufrir una hiperinflación.
Hay factores internos que pugnan por un cambio político y entienden que la estabilidad civil y económica de Venezuela pasa por una transición de un régimen autoritario a un régimen democrático.
Y además la iniciativa impulsada por el poder institucional que le confiere a Juan Guaidó, presidente encargado de la República, facultades constitucionales en un escenario de ruptura del orden democrático como el que hoy vivimos los venezolanos, es en realidad una estrategia que busca detonar la transición mediante la ruptura de las bases que sostienen al régimen autoritario de Maduro, que es la fuerza bélica del Estado, aumentando los costos de represión con protestas civiles o amenazas de sanciones penales y disminuyendo los costos de salida con incentivos políticos-jurídicos que le permitan a la Fuerza Armada depurar todo el entramado monopólico bajo cuyos intereses económicos se sostienen las cúpulas militares que controlan cualquier foco de implosión en el 90% de los mandos inferiores.
Pero en medio de un juego tan cerrado como el choque de poderes fácticos que hay en la Presidencia de Venezuela, ¿cuál es el catalizador que podría desbloquear la salida?
Ante la fuerza de los hechos, la radicalización del poder totalitario de Maduro y la presión ejercida nacional e internacionalmente con el patrocinio del equipo que rodea a Guaidó y del mismo presidente del Parlamento, podría decirse que existen dos tipos de escenarios con altos grados de probabilidad en los que se desarrollará el punto de giro de esta crisis: escenarios de negociación y escenarios de fuerza.
Si se llega a dar una negociación política en el país, la cual ha sido rotundamente negada por Guaidó al asegurar que “no se prestarán para falsos diálogos”, tenemos seis escenarios alternos factibles:
1. Maduro negocia su salida a cambio de garantías y/o beneficios políticos, judiciales e incluso económicos.
2. Maduro negocia con la oposición para formar un gobierno de coalición y transición.
3. Maduro negocia nuevas elecciones presidenciales libres, democráticas y creíbles con un nuevo CNE a cambio de participación del chavismo con o sin su candidatura.
4. Maduro negocia su entrega temporal a Estados Unidos, que lo requiere por presuntos delitos de corrupción y lavado de dinero.
5. Maduro negocia su salida del poder a cambio de un gobierno de coalición sin su presencia.
6. Maduro renuncia y entrega el poder a cambio de la amnistía que le ofreció Guaidó.
¿Y si sucede todo lo contrario porque ambos bandos políticos en disputa se radicalizan más en sus posiciones y no hay diálogo alguno? Entonces serían cinco los posibles escenarios de fuerza:
1. Maduro sigue atrincherado en el poder y se inmola con una anarquía militar o una guerra civil.
2. Estados Unidos interviene militarme el territorio venezolano a pesar de ganarse un posible conflicto con la OTAN y Rusia, pero teniendo el apoyo de la alianza militar con Brasil y Colombia (Donald Trump, presidente de EEUU, aseguró el 3 de febrero que “enviar militares estadounidenses a Venezuela es una opción”).
3. El régimen de facto de Maduro decide aumentar la represión civil y militar interna a expensas de poder sufrir un golpe de Estado por implosión en el seno de la Fuerza Armada.
4. Maduro decide bloquear el ingreso de la ayuda humanitaria o se apropia de ella para usarla como mecanismo de control social-político (así lo denunció Guaidó este 4 de febrero) y corre el riesgo de escalar tensiones militares en las fronteras contra EE.UU., Brasil y Colombia. Además, tendría sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU si Rusia no hace uso de su poder de veto.
5. Maduro sigue jugando al desgaste y recibe más sanciones financieras de Estados Unidos con un bloqueo petrolero a Venezuela en la OPEP por presión de Washington hasta que la asfixia económica le impida sostener a su cúpula militar (8 o 10 generales) en la FAN.
Cualquiera de estos escenarios es totalmente incierto, pero casi todos son muy probables. Lo cierto es que Maduro comienza a sentir el aislamiento económico y eso le cierra su margen de acción para sostener la estructura de su Estado hecho a la medida.
Una prueba de ello es que el golpe de Estados Unidos sobre PDVSA y Citgo llevaron a -80% su capacidad de generar caja, le resta liquidez y financiamiento interno, lo cual lo ha obligado a extraer 15 toneladas de oro de las arcas del Banco Central de Venezuela para venderlas a Emiratos Árabes a cambio de euros en efectivo, así como también se ha visto forzado a transferir 1.200 millones de dólares del Banco de Desarrollo (BANDES) a una entidad financiera desconocida en Uruguay, según lo denunció públicamente este 4 de febrero el presidente encargado Juan Guaidó.
El aislamiento financiero y diplomático contra Maduro es absoluto (la UE reconoció definitivamente a Guaidó como presidente). Y entonces, ¿a cuál de estas 11 salidas mencionadas anteriormente recurrirá el artífice de la destrucción económica y social de una potencia energética como Venezuela?
➨ Artículo escrito por Ricardo Serrano (@RS_Journalist), es estudiante de Comunicación Social en la Universidad del Zulia, analista político y articulista habitual de Subversión en letras.
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