Donald Trump ha vuelto a encender la
polémica en tiempos de conflictos en Medio Oriente, parece que al mandatario
estadounidense no le basta la guerra civil en Yemen, las encendidas batallas en
Siria e Irak, ni se ha tomado la molestia de reflexionar sobre cómo su reconocimiento
a Jerusalén como capital de Israel podría encender la ola de violencia en
Palestina y dentro de su propio aliado que se ha mostrado satisfecho del regalo
de Trump.
La
decisión unilateral de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, violentando
el estatus internacional de la ciudad y los débiles pactos de paz en la zona
que la comunidad internacional intenta sostener por encima de los conflictos
regionales, ha provocado un mayor resentimiento contra el Estado hebrero, pero
además, ha avivado las tensiones con sus históricos enemigos, como el régimen
iraní quien ya ha asegurado que la decisión del presidente de Estados Unidos
“acelerará la destrucción de Israel”, o las irresponsables declaraciones del
presidente de Turquía, Recep Tayyip
Erdogan, quien acusó a la administración del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu de liderar un
“Estado terrorista”, no sin antes comprender que el territorio turco es refugio
hoy por hoy de extremistas, ni decir que es un puente a Europa de yihadistas con
sed de sangre.
Sin
duda alguna contraponer los intereses de la paz, o posible paz, por las
ambiciones políticas de un aliado que no da las señales de querer realmente
establecer un mecanismo de diálogo, evidencia que la chispa que ha encendido
Trump es peligrosa, muy dañina y sustancialmente irracional, pues lo correcto
sería que el gobierno de Estados Unidos liderara junto a las demás potencias un
proceso honesto y con la presencia de ambas partes del conflicto para así
buscar el horizonte deseado de reconocimiento mutuo entre dos Estados.
Hoy
Jerusalén es solo reconocida por Estados Unidos y, sin duda, es un
reconocimiento valioso pues se trata del principal aliado económico y militar
de Israel que prácticamente ha lanzado al alcantarillado una solución pacífica,
que según Hamas y Hezbolá, sería una “nueva intifada”.
- Artículo escrito por Carlos Guerrero | @SrVenezolano
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