Hay algo que se ha hecho cada vez más evidente en nuestra cotidianidad y es la preocupación de no saber qué puede ocurrir. Entre las conversaciones que he tenido con familiares y amigos, he podido notar como manifiestan malestar por no saber a qué se pueden enfrentar mañana, sintiéndose amenazados por un hecho peligroso que aún no llega y no saben que es. [Lea La empatía como base para una sociedad más humana]
En muchas ocasiones la ansiedad nos permite estar alerta ante peligros inminentes, somos más cuidadosos y podemos evitar situaciones desagradables gracias a ella. Por ejemplo, evitar caminar solos por una calle oscura a altas horas de la noche o cosas tan sencillas como prepararnos para un examen porque si no podemos reprobar o analizar detenidamente nuestra opciones antes de tomar decisión.
Por otra parte, hay circunstancias en los que permitimos que estas preocupaciones se vuelvan excesivas y las expandimos a cualquier otro escenario, estancándonos, paralizándonos por el desasosiego de que algo terrible ocurra, aun cuando no existan razones de peso para pensar en ello. De pronto no vemos envueltos entre muchas dudas, interrogantes e incertidumbres que nos impiden seguir adelanta en nuestro día a día, pues limitan nuestra toma de decisiones y nuestras acciones, entonces vemos que ya no hacemos cosas, ya no elegimos, solo pensamos en lo que pudiera ocurrir.
Hoy en día, momento en el que las malas noticias abundan y que estamos expuesto ante una situación que nunca esperamos vivir, pareciera que todas nuestra preocupaciones tienen un sustento real, que cualquier cosa nos puede pasar y debemos mantenernos alertas y con los pelos de puntas. Sin embargo, aunque hoy debemos ser cuidadosos no podemos permitir que el miedo, la angustia o la ansiedad sean nuestro pan de cada día.
Aunque en muchas ocasiones la ansiedad nos permita responder ante situaciones que pueden ser peligrosas, no podemos dejar que ella controle nuestras vidas. Debemos aprender a manejar nuestras preocupaciones o estas pueden llegar a deteriorar cada área de nuestra vida, pero para no permitir que esto ocurra y que la ansiedad nos atrape, les dejo una serie de consejos que pueden poner en práctica:
1. Reconoce y acepta nuestra ansiedad: el primer paso para trabajar nuestra ansiedad es reconocer que nos está afectando. Tenemos la creencia de que si la ignoramos va a disminuir, pero la realidad es que no solo no disminuye, sino que aumenta.
2. Identifica y analiza la veracidad de nuestros pensamientos: debemos identificar esos pensamientos automáticos que alimentan nuestra preocupación y ya identificados debemos cuestionarnos si provienen de un hecho real o solo son una interpretación propia.
3. Practica técnicas de relación: estas técnicas muchas veces son útiles para aliviar nuestra ansiedad, por ello es conveniente que conozcamos algunas técnicas prácticas que podamos aplicar como herramienta para prevenir y controlar la ansiedad.
4. Actividades manuales: el dedicarnos a practicar alguna actividad manual nos induce a entrar en contacto con objetos sencillos y nos dulcifican.
5. Haz ejercicio: realizar rutinas de ejercicio moderado es de ayuda para controlar nuestros niveles de ansiedad. Actividades tan sencillas como caminar son útiles para mantenernos sanos y tranquilos.
6. Busca ayuda profesional: si estas técnicas no nos ayudan a controlar nuestra ansiedad y esta empieza a afectar el cumplimiento de nuestras labores diarias, es importante que contactemos a un profesional. Recuerden que nuestra salud mental tiene una importante influencia en todas las áreas de nuestra vida: profesional, familiar o nuestra vida de pareja, por ello es importante que la atendamos de manera oportuna.
➨ Inés María Davalillo (@inesdavalillo)
Psicóloga y activista política
¡Comparte y comenta este artículo!
MUY BUENO Y MUY EXPLICITO
ResponderEliminar