Venezuela: al borde de una posible salida democrática con trabas en el camino

Foto: Reuters 
El punto más álgido es el electoral. Los otros cinco giran en torno a ése y dependen inexorablemente de que se materialicen una elecciones libres y transparentes
El tiempo apremia y la crisis venezolana ha llegado a un punto de no retorno en el que la fuerza de las consecuencias sociales, políticas y económicas del país ha llevado a los factores de poder a recurrir inevitablemente a la negociación. Los hechos indican que ese camino es el más viable, sostenible y menos perjudicial para Venezuela en cuanto a que no dejaría las secuelas que sí ocasionaría una operación armada o disuasiva de carácter militar.

Desde Oslo (Noruega) hasta Estocolmo (Suecia) se han trasladado las conversaciones, pero ahora el epicentro de un probable acuerdo político se ubica en Barbados. Su capital, Bridgetown, desde el lunes 8 de julio, es el escenario de un cara a cara entre las delegaciones de Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional y reconocido por 50 países como presidente encargado de Venezuela, y de Nicolás Maduro, señalado como presidente de facto del país.

Ante la aparente negación de Washington a organizar una intervención militar armada en Venezuela, con el fantasma de la invasión de Panamá, la Casa Blanca se muestra como un actor de presión y aislamiento internacional contra el régimen venezolano, pero no apoya una salida negociada por calificarla de ser una trampa del chavismo a la oposición con el fin de ganar tiempo y prolongar su estadía en el poder.

Sin embargo, después de siete meses de una crisis política muy vertiginosa, ya se conoce una serie de puntos que serían parte de un acuerdo preliminar –aún no oficial– entre ambas partes en esa pequeña isla de las Antillas, muy cercana a Venezuela, por cierto.

Según el diario ALnavío, una fuente ligada a las negociaciones le reveló que los puntos que se manejan son los siguientes:

- Elecciones con nuevo Consejo Nacional Electoral.

- Cese de la Asamblea Nacional Constituyente.

- Reincorporación del chavismo a la Asamblea Nacional.

- Elecciones en un año, incluso menos.

- Elecciones con o sin Nicolás Maduro como candidato.

El punto más álgido es el electoral. Los otros cinco giran en torno a ése y dependen inexorablemente de que se materialicen una elecciones libres y transparentes, pero ese evento podría desencadenar una serie de factores que solucionarían o acelerarían la crisis, todo dependiendo de que cómo reaccione el chavismo y cómo actúe la oposición si llega a acordarse una salida democrática.

Y a pesar de que Guaidó trata de imponer taxativamente sus condiciones en la mesa, basadas en su reiterada premisa de un “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, Maduro también pone sus cartas y juega al error de la oposición. 

¿Por qué? Son cuatro los tableros en los que se juega durante esta etapa de la crisis: el electoral, el de un período de transición, el de un período post-transición y el de la permanencia del régimen.

Cabello o Rodríguez para la supervivencia del chavismo




Los nombres de Diosdado Cabello, líder del PSUV y presidente de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente; y Héctor Rodríguez, gobernador del estado Miranda, suenan como los posibles candidatos socialistas en unas eventuales elecciones, cuya realización se estima para dentro de nueve meses, según las informaciones que se han filtrado a la opinión pública en los últimos días sobre las negociaciones en Barbados. 

Diosdado Cabello es la cara visible del chavismo militar y del chavismo radical más acendrado. Su candidatura representaría la hegemonía del chavismo y la profundización del Estado totalitario con un blindaje armado mucho más fuerte para controlar indefinidamente el poder político y social del país. 

Héctor Rodríguez es el outsider de la facción más moderada y alternativa del chavismo, pues su vocación política lo perfila como la antítesis comunista e izquierdista de Juan Guaidó debido a su juventud y carisma percibido en la base de apoyo social que aún cree en el modelo socialista. 

Sin embargo, el joven líder chavista parece ser el as bajo la manga que utilizará el régimen, incluso con el beneplácito de Cuba, para suceder a Maduro y lograr que él sea el artífice de una negociación internacional que busque un alivio a las sanciones con el fin de darle oxígeno al régimen en sus finanzas y en su margen de maniobra internacional.

Transición con ingobernabilidad 

En Barbados, la oposición busca reducir al máximo las condiciones de ingobernabilidad que el chavismo podría inducirle en caso de que se llegue a instalar un gobierno de transición mientras transcurre el tiempo de organización de unas eventuales elecciones presidenciales en un plazo de nueve meses. 

Además, la principal condición del régimen en la mesa de negociación es que la comunidad internacional reconozca a la Asamblea Nacional Constituyente como un órgano legítimo del Estado venezolano. 

Y aunque esa sea la principal ficha de negociación del chavismo, el orden global y los 50 países que reconocen a Guaidó como presidente encargado, y ni siquiera la ONU, reconocerían a un organismo que, en caso de ser aceptado mundialmente, prolongaría más la supervivencia del régimen y generaría un clima de ingobernabilidad absoluta a un futuro gobierno con Guaidó u otro líder opositor como nuevo presidente en funciones de la República.

Post-transición con el chavismo en el Estado

Otro escenario no descartable es que se mantenga la ingobernabilidad aunque haya nuevas elecciones y llegue una nueva administración al poder. Si se mantienen las mismas estructuras burocráticas y politizadas en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), el Consejo Nacional Electoral (CNE), el Ministerio Público y la Contraloría General de la República, esos órganos harían que el Estado fuese completamente insostenible para un clima de estabilidad política en medio de un nuevo gobierno.

Es por ello que resulta imprescindible que luego de unas elecciones presidenciales, los actores políticos también acuerden una reestructuración total del Estado y una refundación de la nación para que un nuevo gobierno tenga las condiciones de gobernabilidad necesarias en el marco del aparato institucional, jurídico, normativo y estatal que le permita erradicar la crisis económica y social del país.

Un mecanismo factible para que ese hecho se materialice es la realización de unas megaelecciones como las que se hicieron en el año 2000, de tal forma que se renueve la Asamblea Nacional, las gobernaciones y las alcaldías en un mismo proceso, pues no debe olvidarse que 19 gobernaciones de 23 y 310 alcaldías de 335 son de ideología chavista, lo cual podría hacer totalmente incontrolable el país para un futuro nuevo gobierno.

Permanencia del régimen y extensión de la crisis

Sorprendentemente, este es el escenario más probable hasta hoy mientras las partes no acuerden una plataforma institucional en Barbados basada en la preeminencia de la Asamblea Nacional como palanca para la reforma del Estado, pues es el único órgano, según la Constitución, con facultades para designar a nuevos magistrados del TSJ y nuevos rectores del CNE; los dos poderes clave para una transición, el Judicial y el Electoral.

Volviendo al punto principal, un acuerdo electoral solo es posible si el régimen acepta la renovación del sistema electoral. Es decir, un nuevo sistema electoral que sea manual y no electrónico (se presta menos para el fraude y la corrupción), así como un mecanismo de tutelaje y observación internacional garante del proceso con la posible veeduría de la ONU, la OEA, la Unión Europea, el Grupo de Lima, el Grupo de Contacto y Noruega. 

La salida negociada se posiciona así como el mecanismo neutralizador más efectivo para una crisis que se tornaría mucho más grave si se llega a instaurar una larga espera de procesos geopolíticos y diplomáticos que busquen lograr la aprobación y activación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que la oposición intenta consensuar en el Parlamento junto con el artículo 187 constitucional, para entonces impulsar una acción internacional y regional disuasiva de índole militar en el marco de una coalición armada interventora que ingrese a Venezuela. Sería una estrategia con muchos costos geopolíticos, financieros y políticos para los países suscriptores de ese tratado creado en la OEA.

No obstante, la piedra de tranca en las negociaciones de Barbados no es solo la ficha de la ANC, sino también la presión que ejercen sobre Maduro los grupos de interés y los monopolios que controlan los recursos de capital, empresas y armamento amparados con un fuero de impunidad en la estructura del para-Estado que el propio Maduro ha configurado en los últimos seis años, razón por lo cual podrían no dejarlo ceder o negociar el poder. 

Aun así, todos los caminos apuntan a Barbados como la puerta de salida hacia un largo camino de obstáculos políticos que representarían varios puntos de giro en este acelerado ciclo de crisis en el país. Y es que mientras ambas fuerzas luchen por imponer sus estrategias sobre la otra en busca de la subsistencia de sus agendas políticas, esta negociación se convertirá en un juego de suma cero que perturbaría cualquier mecanismo democrático para desbloquear la crisis venezolana. 

Artículo escrito por Ricardo Serrano (@RS_Journalist), es estudiante de Comunicación Social en la Universidad del Zulia, analista político y articulista habitual de Subversión en letras

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