"La sociedad venezolana no se puede permitir que crímenes como los de Albán sean normales en medio de su día a día"
Un nuevo y macabro crimen se ha quedado marcado en el recuerdo de los venezolanos acumulando aún más la impotencia y el dolor por lo que ha ocurrido con el concejal del municipio Libertador, Fernando Albán, miembro del perseguido partido Primero Justicia, victima de la persecución política que ha sobrepasado cualquier límite y victima mortal del régimen chavista.
La noticia ha dejado a Venezuela y al mundo estupefacto. El supuesto suicidio del concejal Fernando Albán en manos de la policía política del régimen de Nicolás Maduro ha terminado por evidenciar los tratos crueles e inhumanos a los que son sometidos los presos políticos (más de 300, según cifras de la ONG Foro Penal) en las heladas celdas del SEBIN en Caracas. Entre sus rejas hay estudiantes, activistas y hasta un diputado que constantemente son torturados física y psicológicamente, pero junto a ellos, el temor de sus familias se vuelve un sufrimiento adicional. Los presos políticos están sometidos a un régimen escalofriante donde se les insta a culpabilizar a compañeros de causas para que los tribunales de injusticia que están al servicio de la dictadura puedan presentarle al mundo algún argumento en defensa de sus arbitrariedades.
Lo ocurrido con Albán rememora los tristes episodios de represión que se aplicaban contra opositores a las dictaduras militares de Argentina y Chile en el siglo pasado, cuyos recuerdos aún permanecen en la conciencia colectiva pero menos en el verbo de la izquierda que solo toma como cierto e indignantes los crímenes que se han cometido contra sus militantes, pero cuando una dictadura comunista perpetra crímenes tan horrendos como los que son capaces de cometer en América Latina los aislados y perturbados regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, callan, calla la izquierda y no mencionan los horrores en ningún foro, parece como si la tierra misma se los tragara.
Fernando Albán murió luego de caer del décimo piso de la sede del SEBIN en Plaza Venezuela, en Caracas y según las contradictorias versiones del fiscal general de facto, Tarek William Saab, y del ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol, fue un suicidio, el quid del asunto es que ambos dan versiones que entre sí son totalmente distintas. Por ejemplo, Saab afirmó en una llamada telefónica al canal del Estado, VTV, que Albán se lanzó al vacío mientras estaba en el baño y por su parte, Reverol comunicó vía Twitter que el concejal salió corriendo mientras se encontraba en una sala esperando su traslado a tribunales, 48 horas después de haber si arrestado por estar presuntamente implicado en el supuesto y muy dudoso intento de magnicidio contra Maduro el pasado 4 de agosto en pleno desfile militar en la avenida Bolívar. Las preguntas sobran, pero respuestas certeras no existen.
La oposición venezolana al unísono ha asumido la terrible muerte del dirigente justiciero como un homicidio y la propia Constitución en su artículo 43 así lo subraya. Sea como sea, la muerte de Albán recae en responsabilidad del Estado quien tiene el deber de resguardar la integridad de todo detenido y procesado. Sin embargo, desde el régimen solo hay silencio y seguramente estarán planificando la respuesta que no será otra que culpar al propio Albán y relativizar su muerte, así como la han hecho desde que comenzaron a caer las primeras victimas del chavismo.
La sociedad venezolana no puede permitirse que crímenes como los de Albán sean normales en medio de su día a día y luego se terminen de institucionalizar. Evidentemente la muerte de Albán ha sido un mensaje del régimen a los opositores, a todo aquel que piense distinto y se niegue a arrodillarse a las órdenes de la dictadura. La muerte cruel y despreciable a la que ha sido sometido Fernando Albán debe servir como estímulo para la unión de todas las fuerzas políticas y sociales para que logren concretar una ruta de cambio para que la libertad, la democracia y el Estado de derecho en plenas funciones retornen al país y que más nunca se vuelva a atentar contra la vida de una persona por pensar distinto al gobierno de turno.
Desde esta tribuna exigimos ¡Justicia para Albán y libertad para todos los presos políticos!
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