La educación es la madre de todas las batallas y es una batalla que ningún país que desee abrir las puertas al progreso puede darse el lujo de perder, pero en Venezuela la historia es diferente cada día que pasa la educación pierde más terreno ante la violencia, los vicios, la corrupción y un sinfín de problemas.
A este ritmo la sociedad venezolana en menos de una década será una sociedad con una brecha inmensa entre generaciones que se educaron para progresar y generaciones que tienen como ejemplo de valores a un pran o un mafioso. A toda esta cultura negativa se le suma el esfuerzo de una estructura gubernamental que en vez de incentivar la educación y más ideas, hace lo opuesto, asfixia a las universidades hasta el punto de llevarlas a cierre técnico.
La gran mayoría de las universidades públicas de Venezuela han perdido 65% de masa estudiantil, 50% de masa profesoral e igual los empleados y obreros. No hay recursos para investigaciones, no hay herramientas para enseñar, no hay aulas y no hay pupitres, después de tener tres universidades en el top 50 de universidades de Latinoamérica, ahora no tenemos ninguna.
Si hablamos de educación básica, bachillerato y diversificado, la realidad es aún mucho peor, recordemos que en primaria y bachillerato se construye la base para la educación superior, pero ¿Qué base vamos a construir? Si no hay estudiantes que educar, la crisis que vivimos como país ha hecho que la tasa de estudiantes se vea afectada en 90%.
De seis millones que era la matrícula estudiantil el año pasado, hoy tenemos aproximadamente 1 millón de estudiantes, la razones son varias: la crisis, la migración y la obligación de que muchos chamos se ven obligados a trabajar a temprana edad para ayudar en la casa y seguimos sumando problemas, los profesores mal pagados, infravalorados, sin garantías personales, quienes quedan en el país enseñan por vocación y los que no pueden seguir se van a otro país a educar o a reinventarse.
Lo que escribo lo hago con todo el alarmismo posible porque de verdad la situación es alarmante, estamos al borde de que nuestras universidades cierren y nuestras escuelas eduquen a fantasmas y, lo más grave de todo esto es que un país ignorante hundido en los vicios se convierte en el instrumento perfecto de una dictadura, porque para los dictadores es más sencillo y cómodo mantener a una masa conformista que a un grupo de ciudadanos que saben lo que quieren.
Si queremos una Venezuela de oportunidades, de progreso, una Venezuela de primer mundo hay que apostarle todo a la educación. La educación es el motor para la transformación social y si deseamos esa transformación debemos salir ya mismo de la dictadura, porque está alimenta la desesperanza y la ignorancia. Es el momento de seguir el ejemplo de Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos y Raúl Leoni.
Sigamos avanzando con firmeza y convicción
¡Fuerza y Fe Venezuela!
Artículo escrito por Ángel Machado, concejal de Maracaibo por Voluntad Popular (@angelmachadoVE)
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