Cortesía del diario Panorama (@diariopanorama)
Se está llegando al punto en la capital
zuliana de extrañar a la anterior alcaldesa Eveling Trejo de Rosales, y es
decir mucho para una gestión que no consiguió cuajar en popularidad por buen
gobierno, pero las autoridades designadas el pasado 10 de diciembre por el
chavista Consejo Nacional Electoral (CNE) han logrado ganarse el rechazo unánime
de los marabinos que ven con perplejo la catástrofe en la que han convertido a
la segunda ciudad más importante de Venezuela, tradicionalmente colorida y
llena de alegría, hoy, apagada y melancólica, como un puerto de salida de
alguna región fantasma.
Al
igual que en toda Venezuela, la Tierra
del Sol amada sufre la desventura del deterioro del sistema político que ha
contaminado a la economía, la vida social y todas las áreas de desarrollo.
Maracaibo ya no tiene el sabor a gaita tradicional; el casco histórico sempiterno
alborotado e intransitable luce en estos días como un desierto donde la
gritería de los buhoneros llega lejos ante el abandono de quioscos y negocios
que en el pasado estaban repletos de prendas, ropa y zapatos, tal cual medina
de Fez. La ciudad de la alegría se ha ido acostumbrando a las llamadas “perreras”
o “chirrincheras”, el transporte público ha sufrido un infarto mortal ante la
escasez y sobreprecio de repuestos. Comprar un caucho para un carrito por
puesto es prácticamente imposible para un conductor, así trabaje las 24 horas
del día sin parar y a medida en que las rutas desaparecen por la falta de
vehículos, hombres desempleados y ansiosos por encontrar el deseado dinero en
efectivo para sobrevivir, arreglan camionetas y camiones con uno que otro punto
de soldadura, amarran con mecate las rejas y se lanzan en busca de hombres y
mujeres desesperados por llegar a su hogar o puesto de trabajo.
Según
declaraciones de Rubén Esis, presidente
de la Ruta Noreste de Transporte, al diario local Panorama:”Actualmente solo está rodando el 5% de las flotas, en promedio, de cada ruta”. Esto es una evidencia
de la caída brutal que está sufriendo el transporte en Maracaibo y a nivel
nacional, según otros gremios de chóferes, solo está en funcionamiento el 10% del servicio. Y aunque los
trabajadores del volante han enviado comunicados al Ministerio del Transporte y
al propio Nicolás Maduro para
mejorar su condición, ninguno ha recibido respuesta.
El
burgomaestre designado por el CNE en
Maracaibo, Willy Casanova, prometió recuperar la ciudad. Recorría barrios y
parroquias asegurando que su gestión sería exitosa, incluso, la ha bautizado
irónicamente “Maracaibo Renace”, lema es que objeto de burlas de los ciudadanos
que cada vez protagonizan como la ciudad se apaga, literalmente. Maracaibo ha
sido la ciudad más maltratada del occidente venezolano a causa del deterioro
galopante e imparable del sistema eléctrico; esta ciudad tiene una temperatura
diaria superior a los 40°C, y a pesar de las condiciones climáticas, el régimen
chavista aplica racionamientos de
electricidad diarios de entre cuatro
y seis horas, en algunos sectores,
mientras que en otros pueden pasar hasta más de 12 horas sin electricidad.
Cortesía de la cuenta de Twitter @will_casanova
En
los últimos días varias protestas han venido llamando la atención sobre el
atraso que presentan los servicios públicos, pues ya no solo es el transporte
que atormenta, ni los recurrentes cortes eléctricos, ahora la escasez de agua
ha provocado que vecinos cierren las vías par exigir a Hidrolago, empresa
encargada de abastecer y distribuir el agua en el Zulia, que solucione el
abastecimiento del vital liquido, sin embargo, la empresa ya no tiene
suficiente capacidad ni para pagar la nomina de sus empleados. Las parroquias
sureñas tales como Cristo de Aranza, Manuel Dagnino y Luis Hurtado Higuera,
especialmente las dos últimas, han estado padeciendo la sequía institucional
que no logra bombear agua a estas zonas cuyos habitantes deben recurrir a
comprar una o dos pipas a camiones cisternas que se aprovechan de la crisis y
elevan a diario los precios del agua, o a carretear agua en tobos, pipas,
garrafas, botellones y hasta en ollas de otros sectores donde hay una tubería
madre que se derrama sin que la reparen.
Maracaibo
se encuentra en su peor momento, claro está, es una ciudad que se ha venido
destruyendo a medida en que la crisis avanza a paso de vencedores. Edificios,
barrios y urbanizaciones tienen como recuerdo del chavismo inmensos vertederos
de basura que no son recolectados por la alcaldía ni mucho menos por la
gobernación. La basura, aunada al ejército de moscas, produce enfermedades en niños y adultos que se
enfrentan además a la escasez crónica de medicinas. Cuando Trejo de Rosales era
alcaldesa, los camiones del Instituto
Municipal del Aseo Urbano (IMAU)
pasaban entre dos o tres veces a la semana por cada calle recogiendo la basura,
ahora, los camiones están paralizados y Casanova ha tenido que recurrir a
camiones volteos que no tienen la misma capacidad de recolección que un camión
de basura.
Hoy
los marabinos se enfrentan a la desidia y al abandono gubernamental, basta con
leer los titulares de la prensa local para ver cómo la inseguridad continúa en
aumento o cómo la quema de basura se ha convertido en un problema de salud para
la colectividad. Mientras los marabinos exigen soluciones concretas, Willy
Casanova se hace el Willy, pero solo se
ve en las redes sociales posteando comentarios e imágenes suyas abrazando a
ancianos o besando niños. Una ciudad como Maracaibo no puede ser gobernada
desde el Twitter porque termina convirtiéndose en lo que hoy se puede ver sin
anteojos. Todos los marabinos son responsables de hacer valer sus derechos y el
desarrollo de la ciudad, quedarse de brazos cruzados no es una opción cuando la
protesta está enmarcada en la Constitución.
Equipo editorial de Subversión en letras
@SubversionEL
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