El líder chavista solo confía en el apoyo de
China y Rusia para permanecer en el poder
Venezuela se ha convertido oficialmente desde el
domingo en un Estado fallido cuyo gobierno carece de legitimidad
frente a la comunidad internacional y ante más del 55% de sus ciudadanos que se
abstuvieron de participar en las elecciones presidenciales convocadas por el
chavismo y en las que Nicolás Maduro
ha salido dudosamente reelecto como presidente para el periodo 2019-2025.
La
convocatoria de dichos comicios presidenciales y el posterior resultado han
sido ampliamente criticados por países latinoamericanos así como por Estados
Unidos, la Unión Europea e
instituciones internacionales como la Organización
de Estados Americanos (OEA)
quienes han servido como altavoz de la marginada oposición venezolana que ha
boicoteado las elecciones manifestando que el veredicto final ya estaba listo y
a la espera del domingo para imponer a Maduro por encima de la voluntad de las
mayorías que, acatando el llamado del Frente
Amplio Venezuela Libre, decidieron no convalidar la farsa electoral y dejar
la candidatura del heredero de Chávez en solitaria, sin embargo, la estrategia
aunque funcionó, no fue respaldada por el chavista disidente Henri Falcón que decidió
unilateralmente postularse a la presidencia en un acto calificado por la
dirigencia opositora como “colaboracionista”, incluso, Delsa Solorzano, veterana diputada opositora y activista por los
Derechos Humanos, llegó a comparar a Falcón en una entrevista con la BBC con Philippe Pétain (político y militar francés que colaboró con los
nazis mientras era presidente).
A
pesar de las críticas en contra del proceso, el chavismo ha decidido huir hacia
adelante y se enfrenta a las decisiones que el Grupo de Lima tomará en las próximas horas, así como a las
sanciones impuestas por la Administración
Trump que prohíbe cualquier tipo de negocio con la compra de deuda
venezolana y a la petición de Luis
Almagro, secretario general de la OEA,
que ha exigido un “gobierno de transición” en la nación sudamericana para que
de él derive, según sus palabras, un “sistema electoral legitimo”. Sin embargo,
Maduro y su diplomacia están aferrados al respaldo que les llega desde Pekín y
Moscú, cuyos regímenes han declarado su reconocimiento a las elecciones del
domingo y a sus cuestionados resultados. Rusia, ha dicho que espera que las
sanciones de Estados Unidos no afecten a sus compañías en Venezuela mientras
que China se ha mostrado más cauta.
Visto
esto, el Consejo Nacional Electoral
(CNE) ya ha proclamado a Maduro en
el cargo de presidente para el periodo 2019-2025 en palabras de la flamante Tibisay Lucena, presidente del ente
electoral controlado por el chavismo, quien se ha rasgado las vestiduras para
defender la “pulcritud” del proceso y sus resultados, igualmente ante la duda
de millones de venezolanos que no están seguros qué significa para la militante
comunista la palabra “pulcritud”, tal vez puede ser limpieza de la escena del
crimen que se traduce a lealtad a la dictadura.
En
el mismo acto, Maduro ha aprovechado la situación para anunciar la expulsión
del país del encargado de negocios de Estados Unidos, Todd Robinson y del ministro-consejero de la Embajada
estadounidense en Caracas, Bryan
Naranjo, estas decisiones llegan después de las sanciones que ya comienzan
a llover sobre el débil techo del Palacio de Miraflores. Ante esto, la situación
económica y social de Venezuela se continúa agudizando y provocando victimas
como miles de venezolanos que diariamente huyen del país ante la embestida del
régimen chavista que se ha negado a aperturar un canal humanitario que facilite la entrada al país de alimentos y
medicinas que según cifras de escasez supera entre el 70 y 90 por ciento
respectivamente y sigue cobrándose la vida por la desnutrición y la falta de
medicinas e insumos en los hospitales públicos que están a punto de colapsar.
- Artículo escrito por Carlos Guerrero Yamarte | @SrVenezolano
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