Hace varios años atrás durante mi formación universitaria en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad del Zulia me topé con una frase: “Los países se definen de acuerdo a como tratan a sus presos”, lo que me llevó a reflexionar sobre lo que se vive en las cárceles de Venezuela.
En nuestro país, la gran mayoría de personas, excepto las familias que tienen a alguien en un recinto penitenciario, consideran que los internos son tratados con respeto, pero la realidad es que esta idea está muy alejada de la realidad al menos en el contexto social que vive Venezuela.
La cárcel puede ser un infierno para el reo como para la familia y esto es producto de años de abandono al sistema penitenciario que terminó por quebrarse y cambiar de manos, dejó de ser competencia de las autoridades para ser administrado por los propios internos y justo en ese punto, la prisión dejó de ser un espacio para la “reinserción social” y se convirtió en una universidad del delito.
Los pranes gobernaban a su antojo las cárceles nacionales, retenes y comisarías ante la mirada cómplice de las autoridades policiales, militares y ministeriales. Durante el reinado de los pranes cada recinto penitenciario tenía una microeconomía, había que pagar por un vaso de agua, por una celda más cómoda, por seguridad, y hasta por tu vida. El pran era una especie de rey que gobernaba a sus anchas y cuando algún interno quería su puesto se formaban unas revueltas en donde era común la muerte de varios de cientos internos que estuvieran o no dentro de la revuelta.
Desde que la señora Iris Varela asumió el Ministerio de Asuntos Penitenciarios bajo el slogan “Hacia el hombre nuevo” las cárceles venezolanas han permanecido en el mejor de los casos en un estancamiento que poco a poco se convierte en retroceso. Si bien hay varios recintos en donde se han eliminado los pranes, hay otros problemas a los que no le han dado solución.
El hacinamiento carcelario, el retardo procesal, las condiciones infrahumanas en las que se encuentran los internos son serios problemas que no tienen solución a corto o mediano plazo, producto de que tenemos un Estado que tiene como política la improvisación y lavarse las manos ante los problemas.
Y eso es justo lo que sucedió durante el asueto de Semana Santa, cuando ocurrió la masacre en los calabozos de PoliCarabobo, oficialmente se habla de 66 reos y dos mujeres que murieron producto de un “presunto incendio” que ocurrió en los calabozos de PoliCarabobo, ahora bien, comencemos con las preguntas de rutinas ¿Por qué existía hacinamiento en los calabozos de PoliCarabobo? Si los calabozos de las policías estadales son de carácter preventivo. En esos calabozos habían internos con más de tres y cinco años encerrados allí demostrando el retardo procesal del sistema de justicia venezolano.
La Ministra de Asuntos Penitenciarios declaró públicamente que lo ocurrido en PoliCarabobo no era su competencia, sino es su competencia de ¿quién es? ¿Del gobernador Lacava? Ha pasado una semana y el excéntrico Gobernador de Carabobo no ha dicho una sola palabra al respecto de lo sucedido, lo único que existe en este caso son cinco funcionarios detenidos por el Ministerio Público para realizar averiguaciones, pero no existe un solo responsable de los hechos, mientras tanto las familias de los fallecidos siguen llorando a sus muertos exigiendo justicia, una justicia en un país quebrado con un sistema de justicia colapsado.
Terminó esta columna justamente como la empecé. Si definimos a Venezuela de acuerdo a como trata a sus presos. Podemos concluir con qué Venezuela es un estado fallido comparado con cualquier país africano en donde no hay respeto por los vivos, no hay respeto por los presos, por los muertos y por sus familias. Somos la Sodoma y Gomorra de nuestra era, es lamentable y es triste escribirlo y genera un dolor aún más grande admitirlo, nos queda resistir, aguantar y esperar que esta tormenta pase y podamos reconstruir este país que está quebrado.
Solidaridad y fuerza a los familiares de la masacre de PoliCarabobo.
- Artículo escrito por Ángel Machado | @AngelMachadoVE
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