La oportunidad de retomar el rumbo correcto del país depende de todos los venezolanos y sus acciones, no de una cúpula de políticos que velen por sus intereses
Como sinónimo de "lealtad" propongo "bandera" y como sinónimo de "amor" propongo "Venezuela", por ejemplo. Son realmente pocos los detalles presentes en nuestra vida que a diario realizamos de manera incorrecta y que, de corregirlos a tiempo, tenemos la oportunidad de darle esperanza a todo un país sin regalarle la mano derecha a mesías.
¿Es realmente una ideología política la adecuada para regresar a la Venezuela de antaño? ¿Es esa ideología la que terminará con toda la miseria y decadencia de distintos sectores sociales y productivos? Lamentablemente para nadie es secreto que la mayoría de los partidos contemporáneos de nuestra tierra carecen de realidad y fidelidad. Su viejo discurso de "vota por mí y te ayudaré a ti" es un cuento tan arrugado que en pleno siglo XXI ya debimos aprender la lección, pero no, muchos venezolanos siguen aceptando incrédulamente sus ideas.
No les critico de mala manera, en lo absoluto, solo anhelo que cada uno de ustedes pueda tener la capacidad de razonar correctamente ante los hechos que nos carcomen el rostro y la mente. "Razonar"... sí que es una palabra potente, llena de valor e inteligencia, la misma que elegí como foco de esta proposición.
Para resolver problemas nunca debemos rebotarle la culpa a terceros, cosa que hoy por hoy es costumbre. Cada uno de nosotros posee dos poderes muy importantes como lo son la palabra y el pensamiento. ¿Han imaginado cómo sería una Venezuela llena de libertad, seguridad, valores, niños leyendo libros, risas por doquier, centros de estudio adecuados, oportunidades de empleo, personas ayudando a otras y facilidad para encontrar y comprar productos de primera necesidad? Seguro que sí, es un sueño para cualquier venezolano vivir nuevamente esos tiempos, pero, ¿cómo lo logramos? ¿Es la participación de los políticos lo que necesitamos en realidad? ¡NO! Venezuela únicamente pide a gritos lo mismo que a diario deseamos y nunca aplicamos: educación, cordialidad, lealtad, respeto, tolerancia y amor.
El problema de un país, su raíz, no recae en la economía nada más, sino en los valores que su gentilicio posee y comparte. Entre una Venezuela con la misma línea de políticos actuales y una Venezuela con futuros políticos educados (dentro y fuera del hogar), jóvenes, repotenciados, con energías nuevas y vocación para ayudar, ¿creen que veríamos los mismos resultados? Para nada, pues este segundo grupo serían ciudadanos de bien y reconocerían todas las opiniones del pueblo porque lo habría escuchado criticar todas sus ideas.
El actual gobierno ha cumplido con su tarea de pudrir la madera de la razón y esa, lastimosamente, es su arma más grande. Por este motivo comparto mi estrategia para reconstruir Venezuela, les invito a no practicarla, sino a pregonarla. Hoy ellos están al mando, mañana nosotros y un niño desamparado, que solo necesita de generosidad, una sonrisa y aprendizaje podría convertirse en el próximo presidente. Colaboremos a criar políticos con temple humano y no millonario. Piénsenlo.
Daniela Castellano | @DaCastellano1
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