Las protestas y posterior masacre en la plaza de Tiananmen, en Pekín, cumplen veintiocho años y su recuerdo es indeleble en la historia del mundo que observó con asombro la valentía de millones de ciudadanos chinos que salieron a las calles de la capital y de otras ciudades a manifestar de forma pacífica contra el comunismo y los horrores que implicó para China, pero además, se volcaron a las calles siguiendo el ejemplo de las multitudinarias movilizaciones que se iniciaban contra los regímenes autócratas de corte marxista-stalinista en plena Guerra Fría.
Mientras las protestas se extendían a lo largo y ancho de China, el régimen planeaba la manera más rápida y puntual de sofocar a la masa humana que retaba el sanguinario legado de Mao Zedong y a la cúpula corrupta que gobernaba el país. Muy poco dudó Deng Xiaoping en enviar cientos de miles de militares altamente armados a destruir las barricadas con los tanques y desarmar los campamentos de jóvenes estudiantes que cambiaron la historia de China.
Hoy por hoy la censura se ha impuesto con más dureza en China; ordenada siempre por el presidente de turno y con el beneplácito del Partido Comunista, cómplice de la miseria y pobreza, pero sobretodo de la sangre y vida perdida en aquel fatídico 1989. Cualquiera que recuerde en público o privado la masacre de la plaza de Tiananmen es condenado por cortes militares y enviado a las antípodas del olvido. Tiananmen vive en el recuerdo y habita en las aceras y calles que aún siguen bañadas de sangre.
En Venezuela pocos saben de Tiananmen, pero están actuando con la misma gallardía que lo hicieron aquellos jóvenes entusiastas. Hombres y mujeres salen a las calles de Caracas y de todas las ciudades de la nación con el ideal más fiel de democracia y libertad que ha sido sentenciado por el régimen chavista y quien no reflexiona ante la multitud que protesta en las calles desde hace más de un mes. Nicolás Maduro, admirador de Stalin, ha apostado por aniquilar cualquier voz disidente, a tal punto que intenta despojar a la Fiscal General de sus funciones. La insensatez terminó por tomar el poder.
Los tiempos han evolucionado en China como en Venezuela, aunque ambos gobiernos tienen lazos estrechos, la situación interna de cada uno es estratosferícamente diferente. Los problemas que sufrimos los venezolanos se asemejan a los que padeció China, pero sus políticas son las mismas para producir hambre; aunque ellos crecieron económicamente con sus grandes problemas, acá nos estancamos en un proyecto pavoroso que no puede ser censurado ni mucho menos acallado. La masacre de Tiananmen se refleja en menor sentido en las calles de Venezuela con dolor e indignación, pero las esperanzas no decaen ni las mutilan por más intentos que hagan. Tiananmen y Venezuela son diferentes, pero tienen puntos de encuentro: buscaron y buscamos democracia y libertad.
Carlos Guerrero | @SrVenezolano
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