Países Bajos decidirá su futuro político, económico e internacional en una elección que le puede resultar una lección al establishment de Ámsterdam que, como los estadounidenses con Donald Trump, se mofaban de su "dialéctica" electoral y no se apuraban en neutralizar a aquel monstruo que surgió de las tinieblas y que finalmente logró sus objetivos.
El polémico Geert Wilders detesta que le comparen con Trump, pero muy adentro de su alma -si es que tiene algo similar- no le enfada del todo aquel cotejo con su "camarada" americano que es tan igual o peor en capaz de odiar, estigmatizar y renegar de otro por su nacionalidad, raza, color o sexo.
Wilders (Venlo, 1963), repudia a los árabes como Trump a los mexicanos y como Le Pen a los albaneses. Su partido, el xenófobo Partido Popular por la Libertad (PVV) ha ideado un plan de gobierno totalmente arraigado a políticas nacionalistas y proteccionistas, basadas en aquel guión populista de "culpar a alguien de tus desgracias para vencer". El señor Wilders, no escatima en palabras cuando de atacar a los musulmanes se refiere.
Las principales propuestas de Wilders las refleja BBC Mundo en un amplio reportaje en su página web:
● No al islam.
● No a las mezquitas.
● No al Corán, al que compara con la obra "Mi lucha" de Adolfo Hitler.
● No a la inmigración procedente de países musulmanes.
● No al velo y al burka.
● No a la Unión Europea (UE) y al euro.
Son tantos "noes" los que propicia Geert Wilders que para la prensa es un asombro que responda con un "sí". Países Bajos históricamente ha sido una nación de extranjeros, no duda en abrirle los brazos al que llega de lejos, con muy pocos prejuicios y muy tolerante al mundo, se encuentra enfrentada a un discurso ultraderechista de resentimiento y miedo; hay un hombre que asegura ser el "protector de los holandeses" y lo más trágico de todo es que muchos políticos, como el actual primer ministro, Mark Rutte, están cediendo a ese temor infundado.
Ante el oleaje populista que ha infectado a la "Inmaculada" Europeo, es provechoso que la clase política inteligente y racional surja y mitigue este delirio que está llevando al continente y a sus pueblos a un destino incierto pero con la seguridad de más problemas que los de antes. La esencia populista acecha ante el miedo y la ignorancia, el pueblo holandés debe responder con determinación.
Carlos Guerrero | @SrVenezolano
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