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¡Abajo cadenas!


Esta batalla, no es un juego de un solo tablero, al contrario, la crisis Venezolana amerita que luchemos en cada uno de los espacios posibles: la Asamblea Nacional, el diálogo y, muy fundamentalmente, la calle

Jueces sin pantalones, rectoras sin vergüenza, magistrados sin decencia, militares sin fuerza, un gobierno sin pueblo y un pueblo con hambre de libertad. Así se caracteriza hoy la realidad de una cúpula gubernamental que representa la burla internacional de la institucionalidad venezolana.

El diálogo es complementario, no es dicotómico, y su objetivo debe ser que el jefe del Vaticano conozca la realidad sobre la ruptura del hilo constitucional, la crisis humanitaria, las miles de muertes por hambre y deplorables servicios hospitalarios y que la iglesia se convierta en el gran apoyo del pueblo. El vaticano será el aliado de los venezolanos frente a una dictadura que ha humillado, incluso, a seminaristas de la iglesia católica al desnudarlos en plena vía pública. 

No soy un escuálido, terrorista, burgués y demás insultos que se le puedan ocurrir al señor del maso y los vulgares de la conducta zurda, soy un ciudadano. Cuando el Vaticano exige un discurso menos violento y agresivo, el primero en cambiar debe ser quien atropella y se burla del pueblo en cada cadena nacional, así como en el canal de “todos los venezolanos”, donde los adjetivos en contra de quienes los adversan, acompañan cada oración, cada frase, cada comentario que pueda surgir de “periodistas” que se han convertido en propagandistas, con improperios en contra de líderes y ciudadanos que defienden la libertad. 

Creo que es evidente que ésta batalla no es un juego de un solo tablero, al contrario, la crisis venezolana amerita que luchemos en cada uno de los espacios posibles: la Asamblea Nacional, el diálogo y, muy fundamentalmente, la calle. Creo en la palabra y la voluntad del Papa y creo en el Vaticano, pero en la del desgobierno, no creo, como dice Henrique Capriles: “ni en el buenos días”.

Es el momento de la política de altura donde la dirigencia acompaña al ciudadano en este camino por la democracia, por el respeto a nuestros derechos, por la institucionalidad y por el rescate de la calidad de vida del pueblo. El revocatorio, al igual que la lucha por un cambio de gobierno o de modelo, no es de un partido político, de una coalición o de un movimiento, el cambio en el país viene del pueblo y será protagonizado por el pueblo. 

Es así como el camino de libertad que hoy se plantea en Venezuela no tiene retorno, pero sí punto de llegada: Miraflores. El ciudadano ya está en las calles y esa es la peor pesadilla de una dictadura. La toma de Venezuela puso a temblar a más de un gobernador y alcalde, y ni se diga a quienes “por ahora” ocupan Miraflores. Eligieron robarle el derecho al voto al pueblo venezolano, eligieron el golpe de Estado, la represión y el cercenar la voz de la mayoría, pues el pueblo, eligió la calle. No estamos llamando a golpes de Estado, insurrecciones o salidas violentas, porque no creemos en ellas, por eso apostamos a la vía electoral. 

Sin duda, éste no quedará como un capitulo perdido en la historia venezolana. No abandonaremos en ningún momento la lucha en la calle junto al pueblo, ni la exigencia de abrir caminos electorales para el cambio como lo es el Referéndum Revocatorio. Nuestra lucha es porque el futuro sea distinto a este presente nefasto. No permitamos que se convierta en cotidiano asaltos a poderes públicos, represión a manifestaciones pacíficas, la penalización del legítimo derecho a la protesta, la persecución a dirigentes de la disidencia y la violencia como lenguaje político. 

Cuidemos la Unidad con dignidad, defendamos juntos el proyecto político de una sociedad entera: la Constitución, que es violada por el desgobierno que la creó y que bajo la excusa de que la oposición no votó por ella, pretenden que no la defendamos. Nicolás se volvió a equivocar. 

Cito las palabras de Brigit Duarte, víctima de las OLP, que marcó sin duda a los venezolanos en la Asamblea Nacional ante el juicio político de Nicolás Maduro: "¡Ya no aguanto más! ¡Por favor, saquen a ese hombre del poder! ¡Se los suplico como madre!". 

La libertad nunca es voluntariamente otorgada por el opresor; debe ser exigida por el que está siendo oprimido. Por eso, ¡que repique la libertad desde la cúspide del Pico Bolívar! ¡Que repique la libertad desde las poderosas montañas de Trujillo! ¡Que repique la libertad desde las alturas del cerro el Ávila! ¡Que repique la libertad desde las arenosas tierras de Coro! ¡Que repique la libertad desde el Lago de Maracaibo! Pero no sólo eso: ¡Que repique la libertad desde la caída de agua más grande del mundo, el Salto Ángel! ¡Que repique la libertad desde el imponente Monte Roraima! ¡Que repique la libertad desde el majestoso Río Orinoco! ¡Que repique la libertad desde las comunidades wayuu del Amazonas! ¡Que repique la libertad desde cada pequeña comunidad y pueblo de Venezuela! "En cada calle, que repique la libertad".

Cuando repique la libertad y la dejemos repicar en cada barrio y en cada caserío, en cada estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día cuando todos juntos podamos decir: ¡Viva la Venezuela libre!



Orlado Chacón / @OrlandoChacon_.

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