La guerra, el hambre y los efectos climáticos mantienen a millones de personas en una despiadada crisis humanitaria
Si António Guterres, el nuevo y potencial Secretario General de Naciones Unidas (ONU) quiere lograr un período de altura desde su oficina en Nueva York, debe atender los problemas que han sido “engavetados” por los burócratas del Parlamento de la Humanidad, tal como lo llamaría Paul Kennedy y salir al terreno a enfrentarse con la realidad.
La crisis de la cuenca del Lago Chad, en África, se ha tornado infernal desde cualquier punto de vista, pues el sufrimiento humano es desconcertante cuando observamos que la comunidad internacional la ignora inescrupulosamente. La crisis como tal tiene siete años, pero sus antecedentes nos llevan a épocas de luchas étnicas en los cuatro países que este lago cubre, específicamente, Chad, Camerún, Nigeria y Níger.
Boko Haram, grupo terrorista que ha declarado su lealtad a Daesh o Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), ha sembrado el terror en cada mercado, pueblo o ciudad de Nigeria y ha extendido sus tentáculos a Camerún, donde ha hecho estallar bombas en mercados atestados de personas y al mismo tiempo creando una crisis de desplazados que la propia asesora de política humanitaria de la ONG Oxfam. Sultana Begun, ha relatado a Europa Press en un texto que deja a cualquiera impávido, pues la realidad es más cruel de lo que parece.
Begun asegura que “Se cree que miles de personas han muerto ya de hambre y desnutrición”, aunado esto a la advertencia de Naciones Unidas al informar que aproximadamente 9 millones de personas, de las 20 millones afectadas, necesitan ayuda humanitaria urgente, ya que cientos de miles, en su mayoría niños, están expuestos a morir de hambre y enfermedades.
La crisis del Lago Chad mantiene a millones de seres humanos en una región desértica donde la poca agua que hay está desapareciendo gracias a las constantes sequías que desde 1908 afecta al Lago haciendo desaparecer sus costas y a la cantidad del vital líquido que allí se almacena.
El coordinador humanitario de la ONU para la región, Toby Lanzer, aseguró hace poco que decenas de miles de personas continúan muriendo en la zona oeste del Lago Chad, en cuyo sitio los milicianos de Boko Haram mantienen sus operaciones de reclutamiento y asesinatos masivos. Lanzer apuntó que unas 65.000 personas se encuentran en situación de “fase 5”, es decir, cuando ya es evidente que existe inacción, hambre y muerte.
Así como Naciones Unidas, la Cruz Roja está monitoreando esta crisis que ya ha dejado 2.400.000 desplazados y testimonios que afectan susceptibilidades, como por ejemplo, el de Dominik Stillhart, director de Actividades Operacionales del CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja), al momento de sentenciar “No pasa un día sin que un niño muera de desnutrición”.
En el mismo orden de ideas, la humanidad, los poderosos, la comunidad internacional que se jacta de lograr “cambios significativos” deberíamos preguntarnos “¿Qué estamos haciendo mal?, ¿Cómo podemos ayudar para solventar nuestros errores?, ¿Tenemos mea culpa en esta crisis?”, son más que preguntas, son reflexiones que muchos no se harán y es que no les conviene darse una respuestas así mismos.
Carlos Guerrero / @SrVenezolano.
Comentarios
Publicar un comentario