Maduro anunció una inversión de $4.500 millones para desarrollar el Arco Minero con 7 países
Mucho se ha hablado en Venezuela a lo largo de un año desde que se anunció su creación por parte de un gobierno que busca desesperadamente una alternativa al rentismo petrolero: el Arco Minero del Orinoco. El problema es que este proyecto supone una concepción peligrosa que podría convertirlo en un arma de doble filo si no llega a ser bien administrado por el régimen de Maduro.
Tanto la estatal petrolera Petróleos de Venezuela (PDVSA) como la Corporación Venezolana de Guayana (CVG), ambas en conjunto, anunciaron el impulso de este proyecto tras la aprobación de un paquete de inversiones que acordaron con empresarios de Canadá, China, Suiza, Alemania, Sudáfrica, Estados Unidos y Chile. Ellos firmaron acuerdos para la creación de empresas mixtas para el desarrollo del Arco Minero del Orinoco. Fue precisamente el 5 de agosto cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció que su Gobierno hará una inversión de 4.500 millones de dólares para el desarrollo de ese proyecto al firmar un decreto con rango constitucional para aprobar ese acuerdo de inversión en el Arco Minero más $330 millones adicionales.
La polémica se hizo presente cuando Maduro daba a conocer los siguiente: “Para garantizar que las ganancias netas de la República se destinen por lo menos en 60 % al Fondo Nacional de las misiones y grandes misiones para sustentar las inversiones en viviendas, educación, cultura, en salud, en infraestructura, en transporte, voy a proceder a firmar este decreto”, así lo informaba el presidente. Entonces, se observa claramente cómo el Gobierno quiere realizar una de las más grandes y riesgosas inversiones en la historia de este período político para seguir fomentando la erogación de los fondos públicos en programas de asistencia social extremadamente populistas, que no son malos, pero que sí son demasiado paternalistas cuando en realidad no representan una prioridad ante la actual coyuntura económica de carácter estructural que atraviesa el país.
Destinar más de la mitad de los fondos provenientes de inversiones de un proyecto que, al menos en la teoría, debería crear nuevas fuentes de ingreso, inversión y empleo, a un segmento exclusivo de la población (clase baja), lo que hace es concentrar y centralizar el capital privado extranjero en un control estatal basado el erróneo modelo de intervencionismo gubernamental de corte neomarxista que tanto daño les ha hecho a muchos países de nuestra región como Argentina, Brasil, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Guatemala, Colombia, Perú, Honduras y El Salvador. Es así pues que resulta imprescindible que un proyecto a través del cual se pretende crear una zona económica compuesta de redes de extracción minera con mano de obra extranjera y transnacionales chinas y de otros países, genere las condiciones para que realmente ese lucro que debería producir la extracción y exportación de minerales tan valiosos como el oro, el diamante, el hierro, el coltán y la bauxita le conciban a Venezuela una alta demanda y cotización en los mercados internacionales de materias primas y minerales.
Es allí donde radica el peligroso doble filo de esta arma llamada Arco Minero; se pretende buscar una alternativa al petróleo cuando ese ‘arco’ implica seguir dependiendo de commodities (materias primas), como el petróleo. Sí, así de paradójico como lo estás leyendo, el Gobierno de Venezuela busca una "alternativa" al rentismo petrolero con el Arco Minero pero, ¿no es el mismo modelo que implica depender en demasía de las volátiles e inestables cotizaciones de precios con repentinas alzas y bajas de las materias primas en los mercados e índices accionarios mundiales?
¿Se materializará esa inversión en fuentes de empleo, inversión extranjera, fondos de producción y diversificación? Es muy importante que, si llega a ser realmente rentable y viable este proyecto, el Estado logre impulsar una política que se base en segmentar los ingresos del Arco Minero en diversos subfondos destinados a las áreas prioritarias de la economía venezolana, es decir, un fondo para cada una: producción, inversión pública y social, alimentación, salud pública, infraestructura y obras públicas, recapitalización bancaria, educación, desarrollo sostenible, seguridad, comercio interno y externo, empleos directos e indirectos, recaudación y reforma al sistema tributario, distribución e importación de medicamentos, incremento de las exportaciones para reducir la dependencia de las mermadas importaciones, una nueva política petrolera, reversión de la inflación con una indexación salarial mediante la revaluación del bolívar con respaldo monetario orgánico de alta liquidez en las reservas internacionales de activos en capital (30%) y reinyección de oro monetario en las arcas del Estado, así como también un paquete de estímulos fiscales en la economía para ampliar la capacidad de crédito con bajas tasas de interés y fomentación del consumo interno equilibrado; todo esto con el fin último de lograr un repunte de al menos 0,3 a 0,75-1% del Producto Interno Bruto para lograr un superávit fiscal de aquí a un plazo de 3 a 5 años.
Solo así se podrá ver el resultado material, factual, real y sustancial de una obra que, si no es bien administrada, terminará siendo un proyecto más fracasado y utópico de un gobierno que busca la llave de salida de esta aguda crisis, pero que aún no encuentra y, si sigue por el mismo camino de hacer lo mismo una y otra vez para pretender lograr resultados diferentes, nunca encontrará.
Ricardo Serrano / @RS_Journalist.
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