El presidente nicaragüense controla todos los poderes del país centroaméricano
Daniel Ortega es un tipo que a simple vista lo creemos tímido, no suele hablar en exceso ante el público, permanece callado y observante junto a su esposa, la exguerrillera Rosario Murillo, quien es, según la Oposición de Nicaragua, “la que controla el poder y manda en el país”. Para nadie en América Latina y en el Mundo es un secreto que desde que el FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) tomó el poder en 1985 hasta 1990, el “Comandante Ortega”, como le llaman sus seguidores, intentó implementar una política totalmente idéntica a la que tenía Fidel (y tiene su hermano Raúl) en Cuba, incluso, su ideal principal era abolir cualquier derecho democrático real en Nicaragua y permanecer en el poder de por vida, pero la guerra lo sorprendió y tuvo que someterse a una elección donde fue aplastado por la Unión Nacional Opositora (UNO) que lideraba la ex aliada sandinista, Violeta Chamorro.
Nicaragua es hoy día uno de los países más pobres del continente y del mundo; la inseguridad desbordada, la economía que no arranca y un régimen autoritario han convertido a esta república en una dictadura que hace y deshace con los bienes del Estado, y claro está, con el futuro de sus ciudadanos. Este año Nicaragua debe tener una elección presidencial, pero en un país democrático las normas para presentarse a unas presidenciales son claras, en cuanto al respeto por las libertades civiles y partidistas, pero en ese país no es así. El 15 de junio la Oposición nicaragüense, encabezada por la Coalición Nacional por la Democracia, se retiró de la contienda electoral luego de que la candidatura de Luis Callejas fuera anulada y despojada de una casilla electoral por una triquiñuela de la sandinista Corte Suprema.
Evidentemente, la elección presidencial, que está pautada para noviembre, será un show mediático del régimen de Ortega y no una fiesta democrática limpia, donde los ciudadanos participen con total libertad y puedan expresar su opinión ante el futuro incierto de Nicaragua, cuya pobreza alcanza al 45% de la población (6 millones) y son las políticas populistas del gobierno las que compran conciencias. Y por si fuera poco, en la Convención Nacional del FSLN, Ortega negó cualquier posibilidad de que algún organismo internacional fuera como observador electoral en noviembre, esta postura hermética hace dudar a cualquiera de la legitimidad de la elección general, en la que ya se perfila Ortega como vencedor.
Ahora bien, Nicaragua está en juego, su futuro y progreso están en juego, pero lamentablemente quien lanza los dados con las decisiones es el Comandante Ortega, el máximo jerarca de la Corte Suprema, del Tribunal Electoral, del Parlamento y por supuesto de las propias Fuerzas Armadas, pero es momento de que los nicaragüenses puedan darse cuenta de lo que son capaces si se unen y combaten con ideas y fortaleza a ese régimen, a esa pareja de infames que han hecho de Nicaragua su propiedad y mantienen a todo un país sumido en la desesperación y persecución sistemática.
Carlos Guerrero / @SrVenezolano.
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