Históricamente hablando, la economía de Venezuela siempre había estado delimitada como una corriente capitalista, donde se generaba una competencia de mercado cuasi perfecta, una economía donde reinaba la inversión extranjera, donde había un excedente en la producción tanto de alimentos como de bienes y servicios, lo que hacía de Venezuela un país con un potencial económico muy grande. El país se mantuvo con una economía estable, a pesar de la denominada deuda externa que se generó desde la separación de la gran Colombia.
Sin embargo, en el ámbito político, social, cultural y educativo, el país estaba sumergido en un profundo hueco del cual, por más intentos que se hicieran, no fue tan fácil salir. El petróleo estaba en total control de las empresas trasnacionales y del sector privado radical, que sólo buscaba el beneficio propio y el venezolano necesitado, trabajador, era excluido de los beneficios reales que generaba la producción petrolera.
Con la llegada al poder del ex presidente de Venezuela Hugo Chávez, la línea económica fue cambiando de pensamiento, y se empezó a implementar un sistema socialista. La idea original no fue mala, el hecho de tener un presidente que se preocupara por el bienestar de los más necesitados fue un boom en el país, el apoyo social fue masivo y los cambios sectoriales empezaron a notarse. La inclusión, el amor por la patria, las políticas sociales, la educación, se mostraron como los pilares fundamentales de la nueva ideología, pero obviamente no todo podía ser color de rosa, iniciaron las luchas de poder, se incrementó la ola de antivalores, la corrupción se apoderó de las calles y lo que para muchos representaba un mandato sólido, con un liderazgo estable, para otros resulto ser una dictadura o pseudodemocracia
En términos generales, el gobierno nacional a lo largo de sus 17 años de mandato ha pasado por momentos de lucidez y por otros donde pareciera estar perdiendo el juicio. Sin duda alguna ha sido un cambio brusco para los ciudadanos que venían acostumbrados a un estilo de vida totalmente distinto, es normal estar en desacuerdo con un gobierno que aportó grandes avances en los diferentes ámbitos, pero es obvio que ya no tiene la misma eficiencia de sus inicios. En muchos países de Latinoamérica el socialismo hoy por hoy parece estar en vías de extinción, porque los principales líderes del mundo no han logrado lidiar con las secuelas de la crisis global.
Por otro lado, cuando hablamos de socialismo como una corriente económica genuina, que se encarga de administrar de forma organizada y con honestidad los recursos para que se beneficie de mejor manera a la población, hablamos de un sistema factible. Pero cuando se habla de un socialismo que perjudica, que crea una generación de vagos, de corruptos y que limita al sector privado para que la economía sólo sea manejada por un gobierno, se podría estar hablando de la perdición para un país con gran potencial, como es el caso de Venezuela.
Por último pero no menos importante, el país necesita fusionar políticas, necesita establecer un estado con una visión socialista, donde exista inclusión, donde se retomen los valores morales, pero también donde el aparato productivo sea el principal protagonista, donde haya una economía de mercado abierto y de competencia perfecta, eso es a lo que en artículos anteriores le he denominado como una economía emergente.
José D. Escalona / @JoseDaniel_es.
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