Dicen por allí que las malas situaciones sacan a relucir lo mejor de las personas. Quizás sea cierto. La sensación de tener un reto frente a ti, el cual parece no tener solución, podría motivarte a pensar más allá de lo que ves a primera vista y así hallar o decidir el mejor camino. Venezuela se encuentra en un momento sumamente duro desde el aspecto social, económico y político. Cada día es una salida a una guerra donde el más apto, capaz y ágil consigue sobreponerse a los demás. Alejándonos de una percepción más o menos salvajista, es oportuno adaptar esto a nuestra realidad: ¿cuántos no han cambiado su dieta alimenticia? ¿Su rutina de higiene? ¿Su horario de ocio?
Por intuición decidimos proteger y resguardar el comer bien hasta donde podamos. Claro está, la familia venezolana promedio no puede, de ninguna forma, consumir la misma cantidad y calidad de alimentos que lo hacía hace 5 años atrás. Por ello se ha visto obligada a reajustar su itinerario alimenticio para, de alguna manera, cuidar el bolsillo (o porque sencillamente no es mucho lo que consigue). El resultado es notorio: el venezolano come menos y de una peor calidad. Con mucha suerte mantiene tres comidas diarias, pero no es el caso usual. Es mas, hay familias que sacrifican dos o tres días de las semanas en los cuales no comen carne o pollo.
Considerando otro aspecto, se podría citar la increíble idea que ejecutan muchos venezolanos que no utilizan su medio de transporte (carro) los días que llueve, por ejemplo. ¿A qué se deberá? Pues, simplemente a que ya no cuentan con seguro. Irónicamente, es vez de utilizar tu carro para evitar pescar algún resfriado afuera, decides utilizar transporte público para evitar que cualquier cosa te pase con el carro. En este país hacemos todo al revés, definitivamente. Pero, no es cuestión de querer o no, sino de la necesidad que ha generado el pésimo manejo económico y las medidas que ha tomado la Administración Pública.
Cómo último punto sobre el carnet de supervivencia que nos estamos sacando, es crucial comentar nuestra última técnica o truco: el trueque de bienes muebles. Así es, hemos llegado a la necesidad de intercambiar los productos que conseguimos con otras personas para, de alguna manera, solventar nuestro armario y contar con variedad de opciones a la hora de comer, medicarse o alguna otra necesidad básica. ¡Claro! Porque es casi imposible tener un poco de todo en este país. Por ello este fenómeno intercambiario se ha vuelto común. Por suerte, también ha sido parte del inicio de una época de eterna colaboración entre nosotros mediante donación de medicamentos, por ejemplo.
Desgraciadamente hemos sido capaces de crear mecanismos para solventar la situación de nuestro Estado, lo que nos ha permitido saber, de alguna manera, la creatividad con la cual contamos. ¿Desgraciadamente? Sí, porque indirectamente le conviene al gobierno. Por alguna razón llegamos a sufrir 4 horas de racionamiento del sistema eléctrico diarias, las cuales pudieron ser más, pero no convenía políticamente hablando. Aunque no lo queramos, en muchos aspectos nos hemos acostumbrado a estos ajustes de presupuestos y comunidades. Sin embargo, considero que aún no olvidamos lo que es tener una vida digna que con mucho trabajo vamos a recuperar.
María Viloria / @Maria_Viloria.
Comentarios
Publicar un comentario