En esta ocasión no se habla de la selección mayor masculina. El pasado domingo, luego de una extraordinaria exhibición de fútbol, talento y pasión, la Vinotinto femenina sub-17 fue coronada por conseguir de forma consecutiva el campeonato Sudamericano, luego de haber hecho la proeza en el año 2013. Con un maravilloso gol de Deyna Castellanos en el minuto 49 contra las brasileñas, Venezuela conseguiría llevarse su segundo trofeo de la competición y ser, junto a Brasil, las selecciones con más conmemoraciones.
Hablar del torneo que realizó Venezuela es hablar casi de perfección. La Vinotinto anotó 27 goles en toda la competición y sólo recibió tres (los cuales fueron contra Paraguay en dos ocasiones), dejándole un saldo positivo de +24. Eso, en consecuencia, nos invita a observar el maravilloso dato de que el equipo ganó todos los partidos, y el resultado “más ajustado” fue precisamente la final (1-0). Es más, Venezuela no pierde en la competición desde el 13 de marzo de 2012, en donde cayó 3-0 frente a Brasil.
El equipo cuenta con una interesante columna vertebral, como lo son Alexa Castro, Verónica Herrera, Sandra Luzardo, Nayluisa Cáceres, Daniuska Rodríguez, Nikol González, María Gabriela García y Deyna Castellanos, quiénes han compartido vestuario desde hace mucho tiempo. Y todas bajo correcta dirección de Zseremeta, un panameño que es más venezolano que cualquiera. Con experiencia, ganas, sueños y mucha preparación, el equipo consiguió aguantar el ritmo en todos los partidos a media mañana, aun cuando las mismas jugadoras (como es el caso de Deyna) manifestaron meses atrás que no tenían ni donde entrenar. Pero, aun así, Deyna consiguió proclamarse como la goleadora y mejor jugadora del torneo; mientras que Daniuska como la mejor asistente.
Sin embargo, las chicas brillaron e hicieron sentir orgulloso a un pueblo que lo necesitaba. Un sentimiento que se vio reflejado, especialmente, en la final del torneo. Casi 45 mil personas presenciaron en vivo el encuentro de pie. Eso es fiel reflejo de lo que ocasionaron. Después de coronarse como campeonas, ahora hay dos objetivos: el Mundial sub-17 y sub-20 que se celebrarán este año, donde algunas jugadoras tendrán el privilegio de representar a Venezuela en ambas competiciones.
Está más que claro que el fútbol femenino está muy bien encaminado, sobretodo la base, que lo ha demostrado así en los últimos torneos. Tocará, de ahora en adelante, conseguir que las chicas que se convertirán en mujeres muy pronto, conserven el nivel hasta la selección mayor. Eso sí, no será fácil.
No es cuestión de que el talento se va y las pasiones se apagan como una vela. Las aspiraciones y presiones sociales obligan a desviar la mente en otras direcciones, lo que debe ser bien manejado. No es tema ahora, pero si se quiere seguir con los éxitos, la planificación será la clave.
Quedará como aprendizaje lo bien que se jugó este torneo, que espero sirva de ejemplo para las jugadoras que ven crecer a las actuales, para las que ya pasaron de esta categoría y, sobretodo, para todo el fútbol masculino, especialmente la selección mayor. Sin cartas ni quejas, las muchachas sudaron las camisetas como nunca. Los venezolanos debemos aprender a defender y apoyar lo que se realiza aquí. El fútbol profesional necesita fanáticos que llenen los estadios, pero también una Federación que lo haga posible y unos jugadores que lo hagan realidad.
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