Parece que los foros internacionales le van cerrando las puertas a una organización que, desde el poder, se ha dedicado a menoscabar y sepultar las prácticas democráticas
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), organización que tiraniza el país desde su fundación hace 18 años, parece estar convirtiéndose en un paria internacional. A principios de semana se conoció la noticia de que el partido chavista predilecto fue expulsado de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), una alianza internacional de organizaciones políticas de izquierda.
Las razones esgrimidas por Alejandro Moreno Cárdenas, presidente de la organización y del mexicano Partido Revolucionario Institucional, para resolver la expulsión del partido fundado por Hugo Chávez, son las “graves violaciones a los principios y valores de la democracia en Venezuela, los cuales se manifiestan en elecciones fraudulentas, persecución política que vive la oposición, y el retiro de tarjetas de participación a partidos políticos opositores”.
La alianza internacional, que dice tener un compromiso indisoluble con la democracia social, asevera que para el PSUV “no hay cabida” por no compartir con ellos esa obligación, hecho que queda evidenciado ante la supresión de “la participación partidaria, la grave situación de los presos políticos, así como la violación de los derechos humanos” en el país sudamericano.
Según expuso Moreno Cárdenas, la expulsión se realizó tras una solicitud presentada por los partidos Liberación Nacional (Costa Rica), APRA (Perú) e Izquierda Democrática (Ecuador).
Pero lo curioso no son los partidos que en efecto trabajaron por la desincorporación del PSUV en esta alianza, sino los aliados históricos del chavismo que forman parte de la organización y quedaron inmovilizados para evitar la expulsión, ¿o prefirieron quedarse al margen para evitar verse salpicados?.
Causa suspicacia que el brasileño Partido de los Trabajadores —liderado por Lula, amigo de Hugo Chávez y aliado de Maduro—, el Partido Justicialista —casa del kirchnerismo argentino, tan cercano al chavismo desde los tiempos de Néstor—, el Frente Amplio uruguayo —con quienes el gobierno venezolano tuvo buenas relaciones en la era de Tabaré Vázquez y Pepe—, y mejor ni hablemos del Partido Comunista de Cuba, no hayan alzado su voz como miembros de pleno derecho de la COPPPAL por esta expulsión.
En Caracas, las cúpulas pesuvistas no han mencionado siquiera el asunto. Podrían minimizarlo, con ese silencio ensordecedor, y hasta decir que se trata de una alianza menor a la cual no dan importancia. Pero la realidad es que el chavismo fue un miembro activo de la COPPPAL. En 2019, a las JPSUV le correspondió asumir la vicepresidencia de la región andina de la organización. Revisando la página web del partido, uno también puede encontrar una cantidad de comunicados emitidos por la alianza en respaldo del gobierno venezolano en algunos impases internacionales. No era una relación ínfima la que existía.
Con todo esto, parece que el partido venezolano va perdiendo el peso y la influencia que llegó a cosechar inmediatamente después de ser fundado por allá en 2007. Parece que los foros internacionales le van cerrando las puertas a una organización que, desde el poder, se ha dedicado a menoscabar y sepultar las prácticas democráticas y el Estado de derecho en el país que gobierna. Todo apunta a que, poco a poco, incluso el partido del chavismo puede irse convirtiendo en un paria, a medida que las fuerzas democráticas de Venezuela —con el apoyo de los demócratas latinos y del mundo— siguen cosechando triunfos, pequeños pero notables.
➨ Artículo escrito por David Caballero, periodista.
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