Es asombroso y fascinante ver cómo los parlamentarios de Nueva Zelanda interrumpen las sesiones con el Haka, esa danza que utilizan como forma de protesta, intimidación o celebración. No es habitual observar legisladores con tatuajes en cara, pecho y brazos, pero en este Estado es común debido a las tradiciones de los nativos. Es sumamente crucial comprender cómo la tradicionalidad y la cultura maorí son parte esencial de las dinámicas políticas de Nueva Zelanda. 
El pueblo maorí fue el primer habitante de lo que hoy conocemos como Nueva Zelanda, un pueblo polinesio que llegó en canoas entre los años 1250 y 1300 d.C. Se establecieron, desarrollaron una cultura basada en el iwi (tribus) y hapu (subtribus), y construyeron aldeas fortificadas (pā). 
El Tratado de Waitangi (1840) es el documento fundacional de la nación. Fue firmado entre los jefes maoríes y la Corona Británica, estableciendo la soberanía británica a cambio de garantizar al pueblo maorí la propiedad de sus tierras, bosques, pesquerías y taonga (tesoros o artículos de valor cultural). Aunque crucial, el tratado tiene dos versiones (una en inglés y otra en maorí) con diferencias significativas en la interpretación de la soberanía, lo que ha generado conflictos y reclamos históricos. 
Nueva Zelanda opera como una monarquía constitucional con un sistema de democracia parlamentaria (Cámara de Representantes). Utiliza el sistema de Representación Proporcional Mixta (MMP) desde 1996, un mecanismo adoptado para mejorar la representación de los grupos minoritarios, incluidos los maoríes. El gobierno actual está liderado por el primer ministro Christopher Luxon, del Partido Nacional (centro-derecha), tras las elecciones de 2023. 
La Tensión Política y el Tratado de Waitangi: la política parlamentaria maorí se encuentra en un momento de intensa controversia debido a las políticas implementadas por la coalición de centro-derecha, con el Tratado de Waitangi (Tiriti o Waitangi) en el centro del conflicto. 
El principal motivo de la tensión es una iniciativa de ley propuesta por el partido ACT New Zealand (socio minoritario en la coalición). El proyecto busca redefinir y restringir la interpretación de los principios del Tratado, consagrándolos de una forma más limitada en la legislación. 
Críticas Maoríes: el pueblo maorí y la oposición política sostienen que esta propuesta es "anti-maorí" y que busca socavar los derechos indígenas y las protecciones especiales desarrolladas a lo largo de décadas. Argumentan que la iniciativa niega el reconocimiento de los maoríes como socios en la gobernanza. 
Protesta Masiva: La propuesta ha provocado una fuerte movilización social y protestas a nivel nacional, incluyendo marchas masivas y la realización del Haka como una poderosa forma de desafío. 
La coalición también ha propuesto otras medidas vistas como un retroceso para la cultura maorí: 
Restricción o eliminación del uso del idioma maorí (Te Reo Māori) en las comunicaciones gubernamentales. 
Desmantelamiento de la Agencia de Salud Maorí (Te Aka Whai Ora), creada para abordar las disparidades en salud. 
El Gobierno defiende que sus políticas buscan eliminar las directrices "basadas en la raza" para garantizar la igualdad de todos los neozelandeses, ignorando, según los críticos, las desventajas estructurales causadas por la colonización. 
El Haka como Arma Política: la tensión se ha reflejado directamente en la Cámara de Representantes. Los diputados del Partido Maorí (Te Pāti Māori), que alcanzaron su mayor representación histórica con seis curules, han realizado el Haka dentro del recinto parlamentario para interrumpir debates y votaciones. 
Más que una simple danza ceremonial (famosa mundialmente por el equipo de rugby de los All Blacks), el Haka es, en su esencia, una expresión multifacética de la identidad maorí. Puede ser una bienvenida, una celebración o, como en este caso, una danza de guerra o desafío.
En un acto de desafío que captó la atención internacional en noviembre de 2024, la diputada más joven del parlamento, Hana-Rawhiti Maipi-Clarke de Te Pāti Māori, lideró una Haka durante un debate sobre el proyecto de ley. El gesto, cargado de emoción y fuerza, fue una respuesta directa a lo que describió como un ataque a su herencia. Maipi-Clarke llegó incluso a romper una copia del proyecto de ley antes de iniciar la danza, un acto simbólico de rechazo total. 
A ella se unieron sus compañeros, colíderes como Rawiri Waititi y Debbie Ngarewa-Packer, junto con otros parlamentarios de la oposición. 
Margaret Mutu, profesora de estudios maoríes, explicó que "en el mundo maorí, si alguien es muy ofensivo, es una práctica habitual hacerle un haka para demostrar que nos ha ofendido y herido gravemente". 
De este modo, el Haka en el parlamento no es un espectáculo, sino un acto deliberado para desafiar lo que consideran la "violencia continuada" de una cámara que históricamente ha legislado en detrimento de los maoríes. 
Como consecuencia de la protesta, el parlamento votó en junio de 2025 a favor de suspender a los colíderes por 21 días y a Maipi-Clarke por 7 días, acusándolos de comportamiento intimidatorio. Este debate sobre el protocolo ha polarizado a la sociedad, pues mientras los partidarios lo ven como un acto legítimo de disidencia pacífica, el Gobierno lo ha calificado de disruptivo. No obstante, las acciones de los diputados han galvanizado un amplio apoyo público, con manifestaciones y la realización de Hakas masivas frente a la sede del gobierno en Wellington.
➨ Artículo escrito por José Reguillo, estudiante de Derecho en la Universidad Rafael Urdaneta (URU) de Maracaibo
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