Desde el M-19 hasta la Casa de Nariño, Gustavo Petro se convirtió en el primer presidente de izquierda en la historia de Colombia. Como todo lo que sube, en algún momento debe caer. Para analizar la gestión de Petro Urrego, es necesario recordar el contexto: Colombia vivió durante 20 años bajo la sombra del gigante político, el expresidente Álvaro Uribe Vélez. El abogado de Medellín, con una larga trayectoria en el Legislativo y el Ejecutivo, era casi imbatible; fue el poder judicial el único freno capaz de paralizar los avances de un hipotético tercer mandato. Tanto Santos como Duque llegaron a la presidencia gracias al apoyo de Uribe, aunque el expresidente tuvo problemas con ambos sucesores: uno le dio la espalda y el otro realizó una gestión claramente deficiente.
Joyas de la Coalición, escándalos y sarcasmo. Zarpando de estos precedentes presidenciales, las urnas llamaron a los ciudadanos a elegir un nuevo mandatario. Colombia Humana abanderaba al economista Gustavo Petro, cuya fórmula presidencial incluía a la abogada afro Francia Márquez.
Sus dos primeros años han estado llenos de reformas políticas y sorprendentes movimientos de gabinete. Sin embargo, desde la campaña electoral han surgido escándalos de corrupción. El principal salpicado fue el hijo del mandatario, Nicolás Petro, por haber recibido dinero irregular supuestamente usado en la campaña electoral de 2022.
Ya en el Gobierno, la exjefa de gabinete Laura Sarabia usó instrumentos del Estado para someter a su niñera a un polígrafo. Armando Benedetti, el camaleón de la política, no se salvó de controversias en la coalición del Pacto Histórico. En su caso, se sumó la denuncia de violencia de género contra su esposa, además de sus controvertiales audios —filtrados por la ya mencionada Sarabia— donde dejaba en claro que el camino a la Casa de Nariño no fue tan limpio. Definitivamente, las "joyitas" que conforman este gobierno están a la orden del día.
El Show del Consejo de ministros televisado. Los escándalos están al orden del día, empezando el 2025 con el más que polémico Consejo de Ministros televisado, realizado bajo la figura jurídica de "alocución". Aquella reunión pareció más un capítulo de La Casa de los Famosos que una sesión de los brazos ejecutores de Petro en el territorio colombiano.
La vicepresidenta Francia Márquez expresó los supuestos maltratos de la entonces canciller Sarabia. Susana Muhamad (MinAmbiente) expresó clara y concisamente que ella, como mujer feminista, no podría estar en un proyecto progresista junto a Benedetti. Gustavo Bolívar (jefe de Prosperidad Social) declaró su amor por el presidente e interrumpió a Sarabia en su exposición. Pero la "joya de la noche" fue el mismísimo presidente criticando al MinEducación, Daniel Rojas Medellín, quien también exigía la atención de su superior. Hay que recalcar que todo esto fue televisado y duró alrededor de tres horas al aire.
Petro es el que afirma que los jóvenes llamados "Brayan" son delincuentes o personas de "mala vida", junto al comentario de que las mujeres "son libres para hacer con su clítoris lo que quieran". Este es el mismo mandatario que dio un discurso en la ONU y, al salir, se reunió con un exmiembro de Pink Floyd para pedir a las Fuerzas Armadas estadounidenses que desconocieran las órdenes de su comandante en jefe (el presidente Trump).
Este es el mismo gobierno progresista que afirmó haber vendido "10 millones de toneladas" de lechona, convirtiéndose así en la potencia número uno en la venta de este plato a nivel nacional. El mismo gobierno que nombraría a Juliana Guerrero viceministra de Juventudes con un título presuntamente comprado. Este, definitivamente, es el mismo progresismo que ha perdido más dinero en cambios de ministros que en ejecución de proyectos.
Petro como presidente ha sido un muy buen congresista. Gustavo saldrá de la Casa de Nariño con más penas que glorias.
➨ Artículo escrito por José Reguillo, estudiante de Derecho en la Universidad Rafael Urdaneta (URU) de Maracaibo
Comentarios
Publicar un comentario