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Bolívar y Sáenz: el general sí tiene quien le escriba

 

La relación entre Manuela Sáenz y Simón Bolívar es una de las historias de amor más apasionadas, complejas e históricamente relevantes de la independencia de América del Sur


De la elaboración de grandes escritos como la Carta de Jamaica (1815 en Kingston) y el icónico Decreto de Guerra a Muerte (Trujillo 1813), el Libertador también nos mostró un lado sensible y emocional en las cartas que compartía con Manuela Sáenz. Un héroe de la patria y sinónimo de grandeza, decir Simón Bolívar es decir libertad y romper ataduras. 

Detener el tiempo durante una guerra tan solo para escribir una carta a su amada Manuela Sáenz evoca la historia de otro gran militar, Napoleón Bonaparte. Aunque Josefina no se compara en lo más mínimo con Manuela, sí podemos comparar a los grandes generales que, detrás de estas mujeres, desbordaban toda su pasión en sus cartas. 

El libro Cartas de Simón y Manuelita documenta la forma en que estos dos amantes se comunicaban antes del desarrollo de las tecnologías modernas. Desesperación, desprendimiento y un fuerte sentimiento de pasión se pueden analizar en cada página de lo que bien podría ser un diario donde se guardaron las cartas enviadas y recibidas. Es en este archivo donde encontramos el lado más sensible y descorazonador de un hombre que se idealiza como crítico y separado de la emocionalidad, un líder capaz de señalar el norte hacia la libertad de América. 

Un amor épico y subversivo: la relación entre Manuela Sáenz y Simón Bolívar es una de las historias de amor más apasionadas, complejas e históricamente relevantes de la independencia de América del Sur. 

La relación sentimental que durante varios años sostuvieron el Libertador Simón Bolívar y su enamorada, Manuelita Sáenz, en realidad fue un amor épico, de esos que como en la canción del puertorriqueño Jerry Rivera, “quedan ya muy pocos”, mejor dicho, ya no existen. 

Simón estuvo casado por un año, un periodo que finalizó dejando la etapa del compromiso atrás para liberar su versión más dedicada a un sueño llamado la Gran Colombia. Manuela Sáenz fue quien despertó su pasión. 

Lugar y Fecha: Se conocieron en Quito, Ecuador, el 16 de junio de 1822, tras la Batalla de Pichincha y la entrada triunfal de Bolívar a la ciudad. 

El Flechazo: La leyenda cuenta que Manuelita, desde un balcón, arrojó una corona de flores que cayó sobre el pecho del Libertador, quien quedó cautivado. Poco después, se conocieron formalmente. Su relación estuvo marcada por los ideales de la Patria Grande, pues Manuela, como política y militar, luchó hombro a hombro junto a Bolívar por la independencia hispanoamericana del dominio español. 

Unión a pesar de los prejuicios: El amor que nació fue profundo e intenso, pero marcado por el escándalo social, ya que Manuela estaba casada (aunque separada de hecho) con el comerciante inglés James Thorne. Ella decidió abandonarlo para unirse a Bolívar. 

Más que una amante: A diferencia de otras relaciones de Bolívar, Manuelita se convirtió en su compañera, confidente y colaboradora en la causa independentista. Compartían el mismo ideal de libertad. 

La Libertadora del Libertador: Manuela no solo lo acompañó, sino que participó activamente en las campañas. Se le encargó el cuidado de los archivos de Bolívar y fue nombrada Coronela del Ejército de Colombia por su participación en batallas como la de Ayacucho. 

El título que, sin duda, más la enorgulleció fue el de ‘La Libertadora del Libertador’, otorgado por el propio Bolívar en 1828. En Bogotá, Manuela le salvó la vida durante la "Conspiración Septembrina" (un intento de asesinato), ayudándolo a escapar por una ventana del Palacio de San Carlos. 

La relación duró unos ocho años, manteniéndose viva a través de una intensa y apasionada correspondencia, hasta la muerte de Simón Bolívar en Santa Marta, en 1830. Manuela estaba viajando para reunirse con él cuando falleció. 

Tras la muerte del Libertador, Manuela fue perseguida políticamente y desterrada de Colombia por el gobierno de Francisco de Paula Santander. Vivió sus últimos años en la pobreza en Paita, Perú, ganándose la vida vendiendo tabaco y dulces, hasta su muerte en 1856.

Durante mucho tiempo, la historia oficial la encasilló injustamente como "la amante de Bolívar", minimizando su crucial rol como patriota y figura política. 

Actualmente, su figura ha sido reivindicada. Es reconocida como una heroína y prócer de la independencia sudamericana por su valentía y absoluta lealtad. No en vano, el general José de San Martín le otorgó la distinción como ‘Caballeresa del Sol’ y el Congreso de la Gran Colombia la ascendió al rango de Coronel por su gesta en la batalla de Junín. En 2007, el gobierno de Ecuador la honró ascendiéndola al grado de Generala, y sus restos simbólicos fueron llevados al Panteón Nacional de Caracas, junto a los de Bolívar, en 2010. 

La sencillez perdida: Con todo, hoy, en el siglo XXI, el Archivo General de la Nación Jorge Palacios Preciado recuerda algunas de las más hermosas cartas de amor que se enviaron Simón y Manuelita, las cuales dan cuenta de la sensibilidad humana con que vivieron su idilio en medio del fragor de las batallas de independencia. 

Fragmentos de su correspondencia: De Bolívar a Sáenz “Cuartel General en Guaranda a 3 de julio de 1822... Sólo quiero tiempo para acostumbrarme, pues la vida militar no es fácil ni fácil retirarse. Me he burlado de la muerte muchas veces, y esta me acecha delirante a cada paso. Qué debo brindarte: ¿un encuentro vivo acaso? Permíteme estar seguro de mí, de ti y verás querida amiga quién es Bolívar al que tú admiras. ¡Nunca miento! Que es loca mi pasión por ti, lo sabes. Dame tiempo. Bolívar”. 

De Sáenz a Bolívar “El Garzal, a 27 de julio de 1822... Este ambiente, con su aire cálido y delicioso, trae la emoción vibrante del olor de la guara porque llega fresco del trapiche, y me hace experimentar mil sensaciones almibaradas... Toda esta pintura es de mi invención; así que ruego a usted que perdone mis desvaríos por mi ansiedad de usted y de verlo presente, disfrutando de todo esto que es tan hermoso. Suya de corazón y de alma, Manuela Sáenz”.

En pleno 2025, las relaciones suelen ser efímeras, casuales, o causan la pérdida insensible de la estabilidad mental. Las personas pierden la cabeza por la complejidad de las relaciones a distancia, aun cuando la modernidad facilita estar cerca. Estudiar las cartas de Bolívar y Sáenz muestra la sencillez y la profundidad que se han perdido a través del tiempo. En definitiva, la tecnología ha avanzado, pero el ingenio humano ha retrocedido.

➨ Artículo escrito por José Reguillo, estudiante de Derecho en la Universidad Rafael Urdaneta (URU) de Maracaibo

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