Por supuesto que hay mucho que aún podemos y debemos recuperar, pero también podemos alzarnos nuevamente en una ciudad de evolución
Los marabinos siempre hemos estado orgullosos de nuestro suelo. Amamos nuestra ciudad como a nuestra propia madre. A más de uno, estoy seguro, se le infló ese orgullo este lunes 8 de septiembre, al recordar que nuestra patria chica está de aniversario. 496 años desde su primera fundación y ni en un solo momento de nuestra rica historia hemos dejado de vanagloriarnos por lo que somos: hijos de esta preciosa ciudad.
En su historia Maracaibo siempre ha sido una ciudad de vanguardia, cosmopolita; honrada cuna de cultores, hombres y mujeres de saber, científicos, letrados, artistas y empresarios. ¿Cómo no sentirnos orgullosos de eso? ¿Cómo no sentirnos orgullosos de todo lo que hemos dado a Venezuela?
Pero a veces, caminando por las calles de Maracaibo, conversando con su gente, pareciera que de aquella ciudad ya no quedara nada.
El ánimo del marabino se resiente recordando un pasado glorioso del cual pareciera ahora no quedar nada. A 496 años de su fundación, la vibrante y pujante metrópolis parece haber perdido su norte. Pareciera que esta ciudad, lejos de acercarse a sus 500 años, retrocediera a los 450.
Maracaibo no ha parado de crecer, pero sí de desarrollarse. En el oeste de la ciudad, nuestros conciudadanos siguen padeciendo ante la falta de servicios públicos, de carreteras pavimentadas y nuestros niños aún crecen en casas con piso de arena.
El padre de familia y la madre luchadora, aún batallan día a día por llegar a tiempo al trabajo en un transporte público que quedó congelado en el tiempo hace 30 o 40 años.
No sé si es que el progreso le rehúye a la ciudad o la ciudad decidió abandonar el progreso. La Maracaibo que alguna vez fue un importante centro financiero en el occidente Venezolano, ya no cuenta ni con una banca propia tras el colapso de sus dos casas financieras más emblemáticas: el Banco Maracaibo en los 90 y el BOD hace apenas unos años.
Las grandes maquinarias de construcción ya no aportan ruido al bullicio marabino. En la ciudad ya no se construyen rascacielos, ni importantes obras de la ingeniería, ya ni se habla del desarrollo urbano ni de nuevos conglomerados habitacionales.
Pero no quiero que mis palabras se enfoquen en lo que fuimos y ya no somos. Que no sean una oda a un pasado decadente. Por supuesto que hay mucho que aún podemos y debemos recuperar, pero también podemos alzarnos nuevamente en una ciudad de evolución.
Aquí hay una generación soñadora, vanguardista, que está dispuesta a hacer de Maracaibo la ciudad más importante del país y un ejemplo para el continente. Hoy me tomo la arrogancia de hablar por todos los jóvenes marabinos, quienes permanecemos acá y quienes desean con fervor retornar a su terruño, que tienen la más firme de las voluntades por hacer de la Tierra del Sol Amada la ciudad de oportunidades y progreso que siempre hemos debido ser.
Copiemos del pasado lo bueno y démosle nuestro toque juvenil no para que esta Gran Ciudad brille como ayer, sino que resplandezca como merece en el futuro más cercano. Que aun estando en el occidente de Venezuela, seamos el centro de la nación.
Maracaibo, tus hijos estamos dispuestos a darlo todo por ti y vendrán aniversarios más felices.
➨ Artículo escrito por Joel Morales, periodista y activista político
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