Se debe participar y emplear el voto como una herramienta de resistencia y acorralamiento
Se dice y se escucha mucho, se habla de todo y se insulta por pensar distinto a tal o cual. Algunos que promueven el voto señalan a los abstencionistas de inertes, de haber claudicado o elegir la comodidad de la cama, mientras que los abstencionistas acusan a los primeros de traidores, vendidos, de cohabitar o de buscar pasar la página del 28 de julio o de cuidar espacios.
En lo personal, no me baño en ninguna de las lagunas de insultos y descalificaciones. Yo, que decidí participar y votar el próximo 25 de mayo, lo hago con la firme convicción de que es necesario actuar en todos los terrenos en contra del régimen chavista. Venezuela no es la misma del 2017 ni del 2020, y lamentablemente no es la misma para bien. Todo lo contrario. El 28 de julio la crisis se profundizó luego del robo a mano armada del triunfo de la soberanía popular que meses antes logró una articulación y organización inédita bajo la conducción de María Corina Machado, principalmente, pero también con el apoyo indudable de cientos de dirigentes nacionales, regionales, municipales y parroquiales, por cierto, muchos de ellos encarcelados bajo acusaciones infundadas de terrorismo, traición a la patria y toda esa perorata judicial que suelen usar los regímenes de esta naturaleza.
Pero regresado al punto de partida de estas líneas, no creo que aquellos que decidan votar hayan decidido “pasar la página” del 28 de julio, por lo menos yo que desde mi espacio trabajé, caminé, corrí y sudé, por lo menos yo no olvido aquella gesta histórica. No creo que aquellos que decidamos participar estemos pensando en sustituir el liderazgo de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia o estemos pensando en normalizar y legitimar a Nicolás Maduro, pues considero que este sistema fallido no lo normaliza ni legitima ningún hecho ni persona. Las pruebas y los diagnósticos son contundentes y la realidad es inocultable.
Ahora, sí estoy convencido de que se debe participar y emplear el voto como una herramienta de resistencia y acorralamiento. Cada ventana o rendija que tengamos para entrar y luchar, hay que aprovecharla y esto no me hace alacrán ni colaboracionista, aunque uno que otro me acuse de comeflor o iluso.
Desde cada estado y municipio se debe promover la participación como método de resistencia. No participar, y vaya que yo lo he hecho varias veces, está demostrado que no nos da terrenos de reagrupamiento para contribuir en la lucha por el rescate de la democracia y la libertad. La abstención nos deja con mucha fatiga y mayor frustración.
Sabemos que nuestros derechos han sido confiscados, sabemos que la Constitución ha sido prácticamente abolida y que los ciudadanos estamos desamparados frente a la fuerza arrolladora del estado autocrático, pero también sabemos que unidos y organizados podemos arrinconar al régimen a través de la movilización ciudadana, o por lo menos hacer el intento.
No tengo la receta para ponerle punto y final a este capítulo oprobioso de nuestra historia, pero tengo las ganas, el interés, el compromiso y la única opción de seguir adelante hasta lograrlo.
Ahora, como nota final, sí quiero fijar posición y distanciar cualquier opción de participación como la que plantea el gobernador del estado Cojedes, Alberto Galíndez, que ha aceptado el respaldo de partidos con tarjetas judicializadas a favor de peones de la tiranía.
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