Decidir no participar sin explicar cuál es la hoja de ruta, resultaría irresponsable
El 28 de julio marcó un antes un después en Venezuela. El triunfo de la voluntad popular expresada ese día histórico a través de la fuerza del voto, pero con suficiente organización y con las propias reglas del régimen, terminó por demostrar con claridad la caída en picada del respaldo ciudadano que en su momento gozó la dictadura chavista, pero que finalmente Nicolás Maduro terminó por lanzar a la basura gracias a las políticas fallidas que desde el 2013 decidió implantar en el país a pesar del sufrimiento colectivo que han significado para los venezolanos.
Sin embargo, luego del 28 de julio la represión se acentuó contra los sectores populares de Venezuela con la persecución contra líderes comunitarios, así como hasta con la alta dirigencia que ha sido obligada a tomar el camino del exilio o la clandestinidad, tal como le correspondió a Edmundo González Urrutia con su salida a España y a María Corina Machado con su paso al resguardo obligado dentro del país o, en el peor de los casos, la prisión como es el caso de Freddy Superlano, Ronald Rodríguez, Biagio Pilieri o Jesús Armas.
Ante esta realidad, la movilización ciudadana evidentemente se ha visto mermada bajo el contexto de brutal represión y la tesis ampliamente expresada por María Corina sobre “una nueva etapa de lucha”, no obstante, todo esto ha generado lo que parece ser el mismo flujo de emoción y esperanza, altas expectativas y posterior frustración, el cual se ha repetido en diferentes momentos de los últimos años de la lucha por la democracia en Venezuela.
Con estos hechos trato de aterrizar nuestra realidad, compleja y difícil, pero que debemos enfrentar todos los demócratas con visión de futuro, de acompañamiento y con inteligencia ante los errores cometidos en el pasado, pues no se trata de juzgar a nadie, se trata de una reflexión personal que he decidido hacer pública como la puede hacer cualquier venezolano que desee manifestar su opinión a pesar de los riesgos existente. Ciertamente se puede analizar cada decisión de los distintos liderazgos, pero entendiendo que, ante un régimen con las características del chavismo, el ensayo y el error estarán presentes, destacando siempre que lo importante entonces es no repetir recetas fracasadas.
En este sentido, el Consejo Nacional Electoral (CNE), el mismo que no ha publicado de manera discriminada los resultados del 28 de julio, pero que se apresuró a declarar como “vencedor” a Maduro, anuncia un cronograma electoral, de más está decirlo, arbitrario y fuera de toda realidad. Pero se anuncia este cronograma con dos propósitos claros:
a) Imponer nuevamente el dilema entre la sociedad civil y las fuerzas democráticas sobre si participar o no participar y
b) Remover la frustración postelectoral entre la ciudadanía para que nuevamente se imponga la abstención con el argumento de que “el voto está vacío de contenido” y nos fragmenten como sociedad decidida a cambiar.
Ahora bien, las opiniones sobre si participar o no están cargadas de fundamentos en suficientes casos en este contexto político-histórico, pero la realidad, lo que no se puede esconder es que las elecciones parlamentarias y regionales convocadas para el 25 de mayo próximo están en el calendario, están presentes. La pregunta es: ¿Qué hacer?
Como venezolano creo que se debe participar, debemos aferrarnos al espíritu latente del 28 de julio y continuar ejerciendo y defendiendo cada porción de nuestros derechos muy a pesar de la burla, del fraude y de las intenciones de terminar de arrinconarnos y desmovilizarnos. En lo personal no considero que decidir participar el 25 de mayo signifique “pasar la página” de julio, ni mucho menos desconocer la valentía y la inteligencia con la que María Corina Machado condujo la campaña electoral, con una organización robusta y una amplitud que pocos creían posible que se pusiera en práctica.
Pero tampoco considero acorde argumentar que no se debe participar porque sería “convalidar” al régimen. En las principales ciudades, en el interior de Venezuela, en pueblos remotos de este país hay posiciones que contrastan, hay líderes y dirigentes que consideran necesario unificar fuerzas, aprovechar esta oportunidad para reorganizarnos y no dejarle el camino libre al chavismo, que tal como se demostró el 28 de julio, es un movimiento que apenas alcanza el 30 por ciento de respaldo frente a la avalancha de cambio y esperanzas que deseamos la mayoría de los venezolanos.
Decidir no participar sin explicar cuál es la hoja de ruta, resultaría irresponsable; decidir no participar sin decir lo que se viene después, dado los acontecimientos del 9 de enero de este año, es dejar una página en blanco que se necesita aclarar. La idea de participar, a pesar de las arbitrariedades, no puede ser satanizada sin un debate que se debe acelerar para que pronto nos pongamos en acción.
Ahora, he escuchado argumentos muy huecos de algunos que apuestan por participar como la opción salvadora, pues esto tiende a ignorar las complejidades políticas del país y a olvidar que el actual CNE no es un árbitro imparcial ni apegado a la ley. Se deben fundamentar los argumentos para convencer, se debe elevar el contenido del mensaje para atraer.
Sin embargo, insisto en que no se le puede decir a la mayoría del país que no se debe participar cuando tampoco hay una visión clara de lo que se hará para enfrentar al régimen. Si bien votar no es garantía de un cambio nacional en las condiciones actuales, creo que las regiones tienen una realidad que no se debe ignorar en cuanto a sus necesidades, problemáticas y maneras de resolver “mientras la cosa siga así”.
Mi opinión no se trata de resignación ni claudicación, pero creo que podemos caminar y mascar chicle al mismo tiempo para evitar cometer los menores errores posibles que ya en el pasado hemos protagonizado. El liderazgo nacional tiene una responsabilidad inmensa en sus manos; son sus decisiones las que determinarán los próximos pasos, pero solo espero que la sabiduría, la humildad, el entendimiento y la amplitud vuelvan a ser la guía porque el interés superior no es un cargo, es la libertad y el retorno de la democracia, así nos encontremos una y otra vez frente al Rubicón de la vida.
➨ Artículo escrito por Carlos Guerrero Yamarte (@CarlosGuerreroY), director de la plataforma informativa Globopais (@globopais)
En mi opinión y creo que es simplemente una opinión que no va a romper corazones.deberia la oposición hacer el trabajo de hormigas que hizo en las presidenciales y demostrar quien tiene la razón de lo sucedido el 28 de julio
ResponderEliminarParticipar y quien nos garantisa q el CNE nos va a reconoser q cenamos una gobernacion o alcaldia si el CNE no abre la pagina dsd el 28 j
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