Editorial | Violencia política

                              

Los últimos acontecimientos registrados en Maracaibo, estado Zulia, y San Carlos, estado Cojedes, en medio de concentraciones de Voluntad Popular en respaldo a Juan Guaidó confirman que la violencia promovida por el chavismo en contra del dirigente opositor sigue siendo una opción en las filas del régimen que, desde el 2019, lo ven como su némesis a pesar de que su figura se ha debilitado a niveles extremos de desaprobación entre la sofocada sociedad venezolana.

Los ataques organizados y encabezados por concejales y legisladores regionales del chavismo, tanto en el Zulia como en Cojedes, son completamente condenables, pues los mismos no contribuyen en ningún sentido a buscar vías pacíficas que permitan una salida a la grave crisis multidimensional que todavía sufre Venezuela como consecuencia del colapso generado por las políticas socialistas de depredación.

Los venezolanos no necesitan más violencia, sino entendimiento, pero uno sincero y mediado, no un falso entendimiento que no degenere en nada beneficioso para el país que ansía el retorno de la democracia y las libertades, pero que al mismo tiempo permita una estabilización económica de justicia social y no de bodegones.

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