"Hoy habitamos un mundo más frágil, muy débil, pero superar estas circunstancias solo será posible con el compromiso y la altura política necesaria"
Para distintos mandatarios el coronavirus que en estos momentos provoca muerte y desesperación en el mundo es la amenaza más importante de los últimos años, incluso, sobre el terrorismo islámico que también se ha visto aislado por el despiadado avance de esta pandemia que no distingue entre pobreza o riqueza, etnia, sexo o país. Ataca a todos por igual, desde el Príncipe Alberto de Mónaco hasta las familias más humilde de un cerro de Caracas o villa miseria de Buenos Aires. Pero este virus si bien no deja nación que no haya tocado, a excepción de unas pocas por los momentos, sí golpea con mayor vehemencia a los países en vías de desarrollo.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advirtió hace unos días que la pandemia del coronavirus podría echar a la basura los avances que se han logrado en los países más pobres, asimismo la Secretaría General de la ONU manifestó su preocupación por las condiciones estructurales de territorios de África, América y Asía al momento de enfrentar al coronavirus y ante esto lanzó un programa de respuesta humanitaria por US$2.000 millones.
"Todas estas propuestas son un reflejo del compromiso con la estabilidad mundial, claro está, pero evidencia la equidistancia que siempre ha estado presente y nunca se ha superado entre los países con más y menores recursos"Por su parte, el PNUD estimó que los países en vías de desarrollo verían reducido en más de US$220.000 millones en ingresos y, por si fuera poco, la mitad de los empleos en África podrían perderse arrojando una crisis mayor a la que ya vive el continente lastrado por conflictos étnicos, pugnas por el poder y el brote de enfermedades como el Ébola. Pero el organismo internacional sabe que, sin ayuda de los países más ricos, su plan para poder atajar la catástrofe del coronavirus sería una utopía. La comunidad internacional debería apoyar a estas naciones menesterosas pero la pregunta clave es: ¿Está la comunidad internacional preparada y dispuesta a contribuir?
Estados Unidos y Europa están en recesión, en una incluso peor que la provocada por la crisis económica del 2008 y que se ve acelerada por la caída de los precios del petróleo dada la guerra energética entre Arabia Saudí y Rusia y profundizada por la sobreproducción que ya deja a las instalaciones de crudo sin espacio suficiente para almacenar. El presupuesto de países desarrollados está siendo administrado con mayor rigurosidad porque los asesores y economistas independientes y gubernamentales han advertido que se debe desembolsar una importante partida para la atención social doméstica y seguir apoyando, pero en menor medida, a países pobres o en conflictos como Bangladesh, Afganistán, Libia o Venezuela. Sin embargo, en circunstancias tan apremiantes el nacionalismo resurge y debilita con mayor fuerza al mundo, en permanente fragilidad.
"Es el mayor reto al que se enfrenta Europa después de la Segunda Guerra Mundial"Los datos del PNUD dicen que las pérdidas de los países en vías de desarrollo se dejarán sentir en educación, Derechos Humanos, seguridad alimentaria y nutrición pues el 55% de la población mundial no tiene acceso a protección social y una caída tan importante en ingresos chocaría directamente con las áreas más débiles de las sociedades con miras al desarrollo. Es por esto que el administrador general del Programa de Desarrollo, Achim Steiner, resalta que “Esta pandemia es una crisis de salud, pero no solo es una crisis de salud”.
Y es que también se está convirtiendo en una crisis económica. Países del G20 propusieron medidas e inyecciones de capitales para atender la situación y no permitir el retroceso de sus propias economías, sin embargo, la canciller de Alemania, Angela Merkel, y el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, no han duda en admitir que es el mayor reto al que se enfrenta Europa después de la Segunda Guerra Mundial ya que los contagios y muertes en el Viejo Continente superan a China, aunque sobre esta última se sigue temiendo la opacidad en el manejo de las cifras reales.
Este lunes 30 de marzo, la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) solicitó la inyección de 2,5 billones de dólares en países en camino al desarrollo (cantidad similar a la aprobada por el Legislativo y Ejecutivo de Estados Unidos para ayudar a sus ciudadanos y a la economía) y propuso la distribución del dinero de la siguiente manera: Un billón de dólares destinado “inmediatamente” al pago de las deudas soberanas de las naciones más pobres; un billón en liquidez y destinar 500 millones de dólares a través de la Ayuda Oficial al Desarrollo (ODA) para atender servicios sanitarios de emergencia y programas de apoyo social.
Todas estas propuestas son un reflejo del compromiso con la estabilidad mundial, claro está, pero evidencia la equidistancia que siempre ha estado presente y nunca se ha superado entre los países con más y menores recursos. Carmen Reinhart, profesora de Sistema Financiero Internacional en la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard y una de las mayores expertas en el tema de entender las crisis económicas a lo largo de la historia, aseguró que “la crisis actual es global, como en los años 30” y fue enfática al decir que “restaurar el comercio global tal cual lo conocíamos antes del virus no va a ocurrir”. Evidentemente, el coronavirus hirió profundamente la fragilidad del mundo, nos está llevando a una parada desconocida que solo se dilucidará cuando estemos llegando al andén de la incertidumbre.
Los gobiernos de todos los países del mundo tienen un gran reto por delante: superar el encierro de sus crisis, dejar la indiferencia ante las necesidades de otros, no optar por una alternativa sin resultados y ampliamente probada su inviabilidad y trabajar juntos a pesar de las diferencias. El camino es largo y no será fácil, tal vez la humanidad también debe buscar entre sí la razón de existir y superar los miedos que obstaculizan el desarrollo de todos. Hoy habitamos un mundo más frágil, muy débil, pero superar estas circunstancias solo será posible con el compromiso y la altura política necesaria ¿Lo conseguiremos?
➨ Carlos Guerrero Yamarte (@SrVenezolano)
Director de Subversión en letras y estudiante de Periodismo en la Universidad del Zulia (LUZ)
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