La bancada democrática y la bancada chavista deben saber que cualquiera decisión unilateral podría desbaratar un acuerdo que permita la elección de un nuevo CNE
La crisis en Venezuela está estancada en cuanto a los mecanismos que pueden encontrarse para lograr una solución a la pavorosa situación que atraviesa el país y que afecta a todos los venezolanos y cuyas ramificaciones comienzan a perturbar la vida de otras naciones que sirven como refugio para los más de cuatro millones de ciudadanos que, ante la crisis humanitaria, han tenido que abandonar sus hogares en busca de poder alimentarse y acceder a medicamentos como a salarios dignos.
La comunidad internacional habla de elecciones y las distintas variables políticas venezolanas apuntan a elecciones como mecanismo de resolución de la crisis. Los venezolanos añoran elecciones libres. Las encuestas apuntan a que los ciudadanos quieren elecciones en un porcentaje elevado que varía de acuerdo a cada estudio demoscópico. Pero con el fracaso de las conversaciones propiciadas por Noruega, que se desarrollaron en el primer semestre de este año en Oslo y luego en Barbados, se cerró la posibilidad de lograr un acuerdo de gobernabilidad entre el chavismo y la Asamblea Nacional, presidida por Juan Guaidó, y al mismo tiempo las esperanzas de muchos se vieron estropeadas dado que la crisis multidimensional que padece Venezuela se trancó. Nadie soluciona nada, nadie solventa nada y los venezolanos de a pie son las principales víctimas del hartazgo del sistema socialista a lo cubano impuesto en el país en los últimos 17 años con especial énfasis.
Bartolomé Finizolla, habitual articulista del diario El Universal, publicó un artículo en el mencionado medio donde afirma sobre la necesidad de acuerdos para solucionar determinas coyunturas que “Ponerse de acuerdo para la solución de conflictos, requiere procesos de negociación orientados a lograr resultados que satisfagan aspiraciones fundamentales de las partes y en caso de no ser posible, puede intervenir un tercero que actúe como mediador o facilitador”, además, añade que el “mejor instrumento” para alcanzar acuerdos es la palabra.
Frente a esto, los venezolanos se preguntan el por qué los bandos políticos que hacen vida en el país no logran acordar una solución que termine con la tragedia que azota Venezuela gracias a las draconianas medidas económicas que el chavismo ha aplicado, pero para comprender esto, es necesario resaltar dos elementos: a) el chavismo es un movimiento criminal que ha dado pruebas claras de no querer un acuerdo real que contenga su salida del poder de manera pacífica y b) las constantes escaramuzas y contradicciones de la oposición democrática no han sido superadas y por lo tanto las diferencias se trasladan a la mesa con el adversario donde se presentan escenarios como los del año 2017 cuando, esta vez en República Dominicana, el jefe de la delegación opositora Julio Borges se negó a firmar un pacto que, a su juicio, no contemplaba lo que demandaban los venezolanos. No obstante, los medios aseguraron que el resto de los miembros de la delegación sí estaban dispuestos a firmar cualquier pacto con el chavismo (léase Manuel Rosales y Luis Florido).
Así las cosas, los escenarios que se han sucedido en el año 2019 parecen estar aglutinándose en la necesidad de conformar un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), que sin duda, es un reto para el chavismo que no quiere perder el poder y ser víctima de justicia al tiempo que para la oposición se presenta como una nueva barrera a superar tomando en cuenta que los extremos son una daga peligrosa para el centro que tantea un elemento conciliador que desemboque en una solución pacífica y electoral. El reto de un nuevo CNE amenaza con la implosión en el seno de los factores democráticos pues unos quieren elecciones sin apenas detenerse a evaluar las garantías y otros que apelan únicamente por una coalición militar que luce muy lejana dada al cambio de señas que presenta la administración Trump ya que se enfrenta problemas propios que resolver.
Cortesía de Efecto Cocuyo
La instalación de la comisión parlamentaria que determinará al Comité Preliminar de la Asamblea Nacional que elegirá a los nuevos rectores del CNE es una realidad, pero está permanentemente bajo amenaza por la bancada chavista que advierte que el parlamento está en “desacato”, una figura jurídica con la que el régimen ha neutralizado cualquier actuación de la mayoría opositora desde el año 2016. No obstante, en una vuelta de tuercas que da impresión de fragilidad, el chavismo después de dos años volvió al hemiciclo de sesiones y los diputados se sumaron a la propuesta de elegir nuevas autoridades electorales para pautar una nueva elección que podría ser legislativa o presidencial o ambas, pero todo depende de los acuerdos que internamente puedan conquistar ambos bandos en el seno de la Asamblea, que es la institución con las facultades constitucionales para cumplir con el deber de designar un nuevo CNE.
Esta comisión está compuesta por los diputados chavistas William Gil, Noslew Rodríguez, Julio Chávez y Jesús Mantilla, y por la bancada opositora están los parlamentarios Ángel Medina, Stalin González, Piero Maroun, Franklin Duarte, Luis Aquiles Moreno, José Gregorio Graterol y Olivia Lozano. “Ángel Medina (Primero Justicia) será el director de la subcomisión y trabajará con Luis Aquiles Moreno (Acción Democrática), como representantes de la unidad democrática, y los diputados William Gil y Julio Chávez del PSUV”, según detalla el portal Crónica Uno.
La bancada democrática y la bancada chavista deben saber que cualquiera decisión unilateral podría desbaratar un acuerdo que permita la elección de un nuevo CNE, es decir, si la mayoría de los partidos opositores deciden designar rectores sin el consentimiento parlamentario del chavismo a estos nuevos funcionarios solo les quedaría el exilio como sede, tal cual le ocurrió a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia designado por la Asamblea que fueron perseguidos por la policía política, y si la bancada del PSUV nuevamente prefiere la opción de la fuerza bruta ordenando a sus tribunales elegir al nuevo CNE o mediante la ilegítima Asamblea Constituyente el juego quedaría por enésima vez trancado y la solución a la crisis cada vez más lejos.
Esta comisión está compuesta por los diputados chavistas William Gil, Noslew Rodríguez, Julio Chávez y Jesús Mantilla, y por la bancada opositora están los parlamentarios Ángel Medina, Stalin González, Piero Maroun, Franklin Duarte, Luis Aquiles Moreno, José Gregorio Graterol y Olivia Lozano. “Ángel Medina (Primero Justicia) será el director de la subcomisión y trabajará con Luis Aquiles Moreno (Acción Democrática), como representantes de la unidad democrática, y los diputados William Gil y Julio Chávez del PSUV”, según detalla el portal Crónica Uno.
La bancada democrática y la bancada chavista deben saber que cualquiera decisión unilateral podría desbaratar un acuerdo que permita la elección de un nuevo CNE, es decir, si la mayoría de los partidos opositores deciden designar rectores sin el consentimiento parlamentario del chavismo a estos nuevos funcionarios solo les quedaría el exilio como sede, tal cual le ocurrió a los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia designado por la Asamblea que fueron perseguidos por la policía política, y si la bancada del PSUV nuevamente prefiere la opción de la fuerza bruta ordenando a sus tribunales elegir al nuevo CNE o mediante la ilegítima Asamblea Constituyente el juego quedaría por enésima vez trancado y la solución a la crisis cada vez más lejos.
Las posturas innegociables de cada bando se están viendo resquebrajadas cuando se presenta la necesidad de avanzar en un acuerdo que zanje la crisis
Con este panorama, la madurez y la voluntad política debe privar en cada actor de esta crisis nacional. Sin voluntad de acuerdo y de entendimiento posiblemente Venezuela siga en caída libre y sea vean abocados los venezolanos a situaciones que podrían terminar de perjudicar su realidad. Por ejemplo, cifras de Naciones Unidas alertan de que los venezolanos que han dejado el país para llegar a territorios vecinos podrían alcanzar entre los 6 y 8 millones para finales del año 2020, un dato escandaloso y que, además, afectaría los sistemas sanitarios, educativos y de seguridad social de los países de acogida, el más afectado sería Colombia que podría recibir a más de 2 millones de ciudadanos venezolanos.
Por lo tanto, las posturas innegociables de cada bando se están viendo resquebrajadas cuando se presenta la necesidad de avanzar en un acuerdo que zanje la crisis y abra las puertas a una transición democrática donde sean los venezolanos que decidan, y qué mejor herramienta de resolución de conflictos que una elección que contemple la libertad de elegir, de decidir, de votar; donde las autoridades electorales sirvan a los intereses de los venezolanos y no a los de un partido político en particular pero ¿permitirá Cuba que Maduro tolere una elección libre? ¿se pondrá de acuerdo la oposición democrática en una estrategia que sirva de trampolín a la libertad? ¿entenderán los venezolanos y las militancias la urgencia de decisiones políticas que seguramente no serán de su encanto? ¿desistirán los factores opositores de sus egos y mezquindades? ¿estará dispuesto el chavismo a paralizar la elección de un nuevo CNE por miedo a las urnas electorales? Son preguntas que deambulan de un lado para el otro pero que deben tener respuestas racionales. Así lo exige la República.
Redacción Política de Subversión en letras | @Subversion_EL síguenos en nuestras redes
Por lo tanto, las posturas innegociables de cada bando se están viendo resquebrajadas cuando se presenta la necesidad de avanzar en un acuerdo que zanje la crisis y abra las puertas a una transición democrática donde sean los venezolanos que decidan, y qué mejor herramienta de resolución de conflictos que una elección que contemple la libertad de elegir, de decidir, de votar; donde las autoridades electorales sirvan a los intereses de los venezolanos y no a los de un partido político en particular pero ¿permitirá Cuba que Maduro tolere una elección libre? ¿se pondrá de acuerdo la oposición democrática en una estrategia que sirva de trampolín a la libertad? ¿entenderán los venezolanos y las militancias la urgencia de decisiones políticas que seguramente no serán de su encanto? ¿desistirán los factores opositores de sus egos y mezquindades? ¿estará dispuesto el chavismo a paralizar la elección de un nuevo CNE por miedo a las urnas electorales? Son preguntas que deambulan de un lado para el otro pero que deben tener respuestas racionales. Así lo exige la República.
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