La última reunión ministerial del Movimiento de Países No Alineados que tuvo sede en Caracas, fue una bofetada magistral contra las escasas esperanzas de Maduro de recibir respaldo internacional
A lo largo de los últimos veinte años del régimen chavista, los variopintos ministros de Asuntos Exteriores que han ocupado una oficina en la Casa Amarilla han sido guiados y motivados por una chequera que daba muchas oportunidades para comprar voluntades y apoyos en los foros internacionales, al tiempo que permitía posicionar el proyecto político de Hugo Chávez en la lista de los “preferidos por los pueblos”, pero esa posición cayó en desgracia en los últimos años y parece no tener salvación ante la evidencia palpable de la profunda y delicada crisis por la que atraviesa Venezuela.
El mismo Nicolás Maduro, sin ningún tipo de experiencia diplomática ni estudio superior en temas económicos, políticos o comunicacionales, fue durante más de cinco años el agente que Chávez enviaba por el globo para intentar vender su “visión de mundo multipolar”, un mundo donde al fin y al cabo solo podían caber sus ideas, pues realmente no era multipolar, ese término solo se quedaba para los discursos anuales en la Asamblea General de la ONU o para los clientes del ALBA.
Pero ya la petrochequera no funciona, tampoco les sirve apelar al sentimiento bolivariano y los venezolanos observamos con vergüenza como Jorge Arreaza, actual titular de facto del Ministerio de Relaciones Exteriores, gasta millones en viajes que lo conducen un día a Ginebra (aunque ya le aborrezca el frío de Suiza), otro a Lisboa o a Moscú. La diplomacia chavista ya perdió sus tesoros y ahora se reduce a rifirrafes, en peleas y verborrea trivial, acusaciones sin fundamento o grandes y aburridos hilos en Twitter. Arreaza tiene el penoso papel de liderar esta diplomacia de medianoche que está desmoronándose cada día a medida en que el chavismo y su proyecto naufragan mientras los venezolanos padecemos el fracaso del socialismo del siglo XXI.
La última reunión ministerial del Movimiento de Países No Alineados que tuvo sede en Caracas, fue una bofetada magistral contra las escasas esperanzas de Maduro de recibir respaldo internacional de alguna tiranía africana o de algún gobierno de tendencia socialista sin menos manchas que otros. La diplomacia de medianoche creía que celebrar esta cumbre en su territorio lograría decirle al mundo que no son los asesinos que son o que su régimen es reconocido cuando no lo es. Otra vez Arreaza había fracasado, pero este no se quiso quedar con tal derrota, sino que dijo que el Foro de Sao Paulo sería una “oportunidad especial” para evidenciar la cohesión de la izquierda latinoamericana y mundial a favor de la dictadura, pero ni Evo Morales, gran receptor de dinero venezolano, ni Daniel Ortega, otro dictadorzuelo de la región, llegaron a Caracas, es más, se limitaron a enviar unas pequeñas comisiones para hacer bulto.
En la clausura del Foro de Sao Paulo, un Maduro notablemente agotado, dio un significado final a lo que para ellos es diplomacia cuando aseguró que los criminales guerrilleros colombianos de las FARC, como alias Iván Márquez o Jesús Santrich, “son bienvenidos” a Venezuela. Pero esto solo demuestra que el chavismo no sabe qué es diplomacia ni le interesa, a esta mafia en el poder solo le preocupa amasar más dinero mientras los venezolanos seguimos escapando por las fronteras o muriendo a causa de las draconianas medidas económicas de la dictadura.
Rescatar a Venezuela también requiere rescatar la noble labor diplomática, que sea de carrera, de estudios y no de amiguismo ni compadrazgos. No se puede llevar a buen puerto la política exterior de un país si se violentan las leyes internas y externas. Es un reto para la transición limpiar el nombre de la diplomacia venezolana.
➨ Artículo escrito por Carlos Guerrero Yamarte (@SrVenezolano), director de Subversión en letras y estudiante de Periodismo en la Universidad del Zulia (LUZ)
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