Escribir estas líneas fue un acto de rebeldía auténtica en medio del peor apagón de la historia de Venezuela y sus angustiantes secuelas que hoy siguen reflejando la ineptitud inédita de los pillos que se aferran al poder negándose a dar un paso a un lado y permitir que se coloquen en marcha soluciones urgentes para el país que demanda, ante todo, capacidad y humanidad, ambas virtudes escasas como el agua o la electricidad, en la esencia de la dictadura chavista.
Durante cinco días, más del 70% de Venezuela estuvo en absoluta oscuridad como consecuencia de la paralización del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), específicamente el motor eléctrico del país: El Guri. Este complejo hidroeléctrico tiene una capacidad de generación de 10 mil megavatios, pero el pasado jueves 7 de marzo, a partir de las 4:50 p.m., el gran motor nacional se quedó sin fuerzas y ocasionó que las principales ciudades del país, incluyendo a Caracas y Maracaibo, se quedaran sin suministro eléctrico y con un hermetismo informativo sin precedentes.
La situación de Venezuela desde el jueves ha sido calamitosa, a tal punto que los hospitales y aeropuertos del país agotaron su capacidad de operación, así como los establecimientos comerciales, las bancas electrónicas y el sistema de metro. Es decir, el colapso se adueñó en solo horas del país y nadie explicaba con sinceridad que ocurría hasta que el guión trillado de “sabotaje” apareció en los medios ventilado por el incapaz ministro de Energía, Luis Motta Domínguez, quien intentando culpar a la “derecha oligárquica” y al “imperio” prometió que el servicio sería restablecido en tres horas pero tardó cinco días en llegar.
A pesar de que el servicio eléctrico ha sido restablecido con mucha dificultad en gran parte del país, aún hay ciudades y pueblos de Venezuela donde la electricidad no termina de recomponerse y la tragedia se sigue agudizando, pero en aquellas zonas donde ya gozan de energía eléctrica las incesantes fluctuaciones continúan siendo un dolor de cabeza que se traduce en cortes y daños de electrodomésticos que no son atendidos por las autoridades ya que la empresa estatal Corporación Eléctrica Nacional (CORPOELEC) no tiene los recursos técnicos ni humanos necesarios para trabajar en la recuperación adecuada del precario SEN.
Con este panorama oscuro, el desespero de los ciudadanos se acrecentó a niveles preocupantes pues la falta de señal de telefonía impedía que muchos se comunicaran con sus familiares o pudiesen realizar sus compras habituales para su hogar ya que los puntos de venta sufrieron la interrupción del sistema producto del colapso eléctrico, y a todo esto se unió la angustia de los millones de venezolanos que están fuera del país y que no tenían posibilidad alguna de comunicarse con sus familiares en Venezuela.
En Caracas el servicio se logró restablecer solo en algunos sectores, a pesar de la promesa del régimen chavista de que estaban solventando la situación. Por su parte, el Presiente (E), Juan Guaidó, instaló una sala situacional para monitorear la crisis interna que ya empezaba a provocar caos en todo el territorio nacional.
El caos imperó principalmente en Maracaibo, la segunda ciudad más importante del país y centro neurálgico de la industria petrolera. Los saqueos se extendieron por toda la ciudad, de norte a sur y de este a oeste, incluso en estos momentos la anarquía es una realidad que ha sido imposible de contener luego de que más de 300 establecimientos fuesen saqueados por turbas enardecidas que destruyeron supermercados, panaderías, heladerías, fabricas de hielo, farmacias y hasta zapaterías. Cuatro instalaciones de Empresas Polar sufrieron daños y según denunció la dirección local, 77.000 unidades de pasta fueron robadas así como otros producto lo cual ha dejado solo para esta empresa perdidas de hasta 18.000 millones de bolívares soberanos.
Pero más allá de los saqueos que son actos vandálicos que deben ser castigados por las autoridades, las perdidas de alimentos a nivel nacional ascienden a 26.000 toneladas de comida gracias al peor apagón de la historia del país, esto según el diputado de la Asamblea Nacional, Carlos Paparoni, aunado a las decenas de fallecidos registrados oficialmente por falta de tratamiento para diálisis o recién nacidos que no tenían oxigeno porque en los hospitales las plantas eléctricas instaladas o no funcionaron o estaban dañadas con anterioridad.
Venezuela atraviesa por la peor crisis política, económica y social jamás registrada y cada día que transcurre la situación se hace insostenible por la inestabilidad y desidia en las instituciones y el Estado que ha sido socavado por la ausencia del respeto a la Constitución e independencia de los poderes así como por la asfixia económica a la que el chavismo ha obligado a vivir a todo un país.
Sin duda alguna, la solución a esta tragedia pasa por el cambio de gobierno y por el establecimiento de condiciones y políticas orientadas al bien común, no a la represión, miseria y destrucción.
Comentarios
Publicar un comentario