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Los enemigos de la cultura | Carlos Guerrero Yamarte

Centro de Arte "Lía Bermúdez" en el casco histórico de Maracaibo y rodeado por la plaza Baralt, frente al malecón de la ciudad


Desde siempre se ha dicho que la cultura no tiene tinte político ni mucho menos matiz religioso o ideológico, sin embargo, para la tentación del totalitarismo esto no existe, no es excusa para intentar controlar las expresiones culturales y todo lo que esté intrínsecamente relacionado a ella. Ejemplos hay suficientes en el mundo, y no importa si ha sido el totalitarismo de derecha o de izquierda, todos, incluso ligados, han buscado sugestionar a la cultura a sus dogmas y órdenes. 

En la China comunista, Mao Zedong eliminó cualquier brote de cultura libre, plural, y ese dominio sigue presente en el país después de más de 40 años de la muerte del líder comunista. Una obra de teatro que no esté relacionada con el partido o con los pensamientos más radicales del buró político no son bienvenidos ni aceptados en el gigante asiático. Los dictadores no soportan que se les ridiculice o se les deje en evidencia en una obra, en un baile o en un texto. Para ellos el pensamiento libre que debería existir en todas las sociedades es su mayor enemigo y para eso hay que eliminarlo. 

De estas evidencias hemos aprendido mucho los venezolanos, porque desde hace veinte años el régimen dominante ha tomado cada ejemplo de persecución y de censura para dominar a la cultura y así hacerla parte de su ideario político. Y para lograr sus objetivos han tomado teatros, clausuran centros culturales, ideologizan ferias de libros, maquillan obras de teatro a su favor, emplean niños para alabar sus programas de gobierno incluso persiguen a artistas y expertos en el área cultural. Para el chavismo así como lo ha sido para el maoísmo y el estalinismo, la cultura que burla la censura y levanta las banderas de la libertad siempre ha sido una invención de la burguesía y para poder acabarla deben tomarla por la fuerza. Equivocadamente, estas ideologías o creencias apostatas construidas por seres profundamente perturbados, personalistas y en muchas oportunidades ignorantes de la verdadera esencia cultural, llegan a asegurar que tienen el poder total sobre la cultura, pero son incapaces de percibir que aunque se mancillen los teatros y se encarcelen artistas y personalidades del medio, siempre habrá un viento de esperanza que terminará expresándose en la peor de las circunstancias. 

En el estado Zulia la cultura se ha expandido de la mano de la Universidad del Zulia, de las pequeñas organizaciones y grupos de teatros y poesía que no se han quedado sentados en las aceras del malecón observando cómo se destruyen las alternativas a la tragedia nacional. Lugares emblemáticos como el Teatro Baralt o el Bellas Artes han sido la punta de lanza de la cultura regional, ambos han sido grandes exponentes del libre pensamiento y del respeto por los valores universales. En sus escenarios han actuado cientos de personas, artistas que dejaron su huella y la siguen dejando en un sinfín de público. El Centro de Arte de Maracaibo “Lía Bermúdez (CAMLB), en honor a la artista homónima, es otro ejemplo de constancia artística, pero también ha sido y es objeto de ataques y control gubernamental. 

Desde que la gobernación del Zulia fue vulgarmente arrebatada a quien fuera gobernador electo, Juan Pablo Guanipa, la llegada al Palacio de los Cóndores de un personaje siniestro y vandálico como Omar Prieto constituyó la puesta en marcha de un programa en contra de la cultura, de insultos y afrenta al arte del estado. En primer lugar, se despidió a Régulo Pachano, quien ha sido en la historia contemporánea el mejor director que haya tenido el CAMLB; su extraordinaria labor al frente del centro cultural ha sido exaltada hasta por personas ligadas al chavismo, su trabajo traspasó fronteras y al CAMLB llegaron a ir personalidades de diversas partes del mundo, pero para el usurpador de la gobernación, el “Lía”, como popularmente se le conoce, se había convertido en un nido de “contrarrevolucionarios”. 

Estas razones infames sirvieron para convertir al CAMLB en un verdadero cuartel general del chavismo. En sus espacios se realizan actos políticos, se alaba la imagen de Fidel Castro o el Che Guevara, incluso, se ha rumoreado que se le cambiará el nombre para bautizarlo con otro de corte revolucionario. Los hermosos espacios del “Lía Bermúdez” ahora pintan todo menos cultura, pues su imagen pasó a manos de una camarilla que detesta a la cultura, la entienden como un reto a su poder y prefieren mantenerla pisoteada para que no levanten la voz de protesta, pero también se han equivocado. Aunque hayan cambiado una agenda cultural por una ideológica, el espíritu del arte, de la cultura y de la libertad logrará nuevamente cimentar sus bases y salir de las mazmorras del poder que no tolera la pluralidad.

El Teatro Baralt también es otra victima del chavismo y de su afán por controlar todo lo que sea contrario a sus pensamientos. Aunque aún no han terminado por echar mano al tesoro cultural del Zulia, la asfixia económica a la que lo han sometido es suficiente para evidenciar la animadversión a esta joya regional. Los enemigos de la cultura suelen convertir cada teatro en un museo de dogmas y cuadros, donde sus visiones sean las únicas expuestas, tal como ocurrió en la Rumanía de Ceausescu y en la Cuba de Fidel. 


La sociedad debe luchar por preservar sus espacios que serán también los de las futuras generaciones. Debe alimentar cada teatro, cada centro de arte y de cultura con su presencia, se debe promover la lectura y el conocimiento, jamás un país, jamás este país debe permitirse que se imponga una sola forma de pensar, de gobernar para siempre, de ver la vida o de hablar. Los valores de la libertad deben ser defendidos de los rufianes que hoy detentan el poder y para eso es una obligación ser constantes en el respeto por las múltiples ideas que deben convivir en una sociedad abierta y libre. Todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad.




Artículo escrito por Carlos Guerrero Yamarte (@SrVenezolano), director de Subversión en letras y estudiante de Periodismo en la Universidad del Zulia (LUZ)

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