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Rendirse no es una opción | Carlos Guerrero Yamarte

Rendirse nunca ha sido una opción para los jóvenes



Hace un tiempo escribí en uno de mis artículos que “la juventud siempre será la voz de la verdad”, y aquellas palabras las plasmaba en un tema sobre los jóvenes, sobre la determinación que siempre hemos asumido en distintas partes del mundo, porque ha sido siempre la juventud la que ha ido al frente del combate; la que nunca ha callado en tiempos oscuros para la democracia y en Venezuela no somos la excepción en nuestras actuales circunstancias, donde el terror rojo se ha esparcido sobre toda nuestra sociedad como un velo que busca ocultar la realidad sin importarle el sufrimiento de los ciudadanos.

La osadía de los jóvenes en Venezuela contra el comunismo es un ejemplo reconocido que comenzó en el 2002 pero adquirió mayor relevancia en el 2007. Esas generaciones que terminaron uniéndose en contra del avance del control social enraizado en el comunismo que Chávez impuso con mentiras y regalías para sus seguidores pero a sangre y fuego par sus adversarios. Para aquellas generaciones, enfrentar al monstruo de Miraflores con todo el poder y dinero que tenía en sus manos era prácticamente un riesgo porque los instintos de Chávez eran totalitarios, muy influidos por Fidel Castro y su respuesta a la disidencia era reprimir y encarcelar, incluso, hacer morir de hambre como ocurrió con el valiente Franklin Brito.

En la actualidad, con el mito de Chávez relegado al olvidó de la muerte en un cuartel caricaturesco levantado en una pequeña cima rodeada de miseria en uno de los barrios más golpeados por el hambre y la crisis generalizada que vive el país, los venezolanos observamos espantados la deriva dictatorial que cada día se acrecienta motivado por la carencia de apoyo popular, las protestas en diversos barrios de todas las ciudades y pueblos del país, así como por el rechazo internacional a un régimen desconocido por sus arbitrariedades documentadas en los principales medios de comunicación y en organismos y tribunales del mundo. Sin embargo, en medio de este panorama fantasmal, digno de la peste chavista, la luz de la esperanza siempre brilla en los ojos impetuosos de los jóvenes que no bajan la cabeza, que se organizan en los partidos, en los salones de clases, en medio de la clandestinidad, que tienen la convicción de seguir luchando desde cada trinchera en contra de la dictadura que ha marginado a todo un país al hambre y a la muerte. Los jóvenes nos enfrentamos a la opción de huir de esta pavorosa crisis o quedarnos y resistir, pero es valioso resaltar que muchos de los que se van continúan colaborando por el retorno de la democracia en las capitales de América Latina y el mundo, muchos son perseguidos, hostigados, amenazados, y los que continuamos en Venezuela estamos frente a la alternativa de seguir luchando, de no quedarnos de brazos cruzados, nuestra opción no es rendirnos ante los rufianes.

Desde Miraflores se ha satanizado la lucha de la juventud porque le temen a la fuerza organizada de las universidades y de los partidos, de la resistencia civil. Han reprimido sanguinariamente manifestaciones pacíficas, se han cobrado la vida de cientos de jóvenes desde 2002 hasta nuestros días, han buscado la manera para silenciar la voz de los estudiantes pero se han enfrentado a un ejército de valientes, pero que no tenemos armas, que suele defenderse con escudos improvisados de las balas del tirano. El régimen ha actuado brutalmente contra diputados jóvenes como es el caso de Juan Requesens o Renzo Prieto para desmoralizar a los que seguimos en las calles pacíficamente buscando la salida de la dictadura.


Rendirse nunca ha sido una opción para los jóvenes; somos una generación que se ve en la difícil tarea de combatir a una dictadura despiadada, pero también esto le tocó a la generación que luchó contra Gómez y Pérez Jiménez, a los que no decayeron cuando buscaban organizarse en los talleres editoriales para poder publicar algún panfleto contra la Junta Militar y la represión de la Seguridad Nacional, incluso, desde Guasina, luchadores como José Vicente Abreu se llenaron de valentía y al final relataron en libros los horrores del régimen. 


Jóvenes, aunque nuestra lucha es distinta, contra una dictadura más cruel porque no solo asesina por medio de las armas sino también por medio del hambre, nuestra fortaleza debe ser clara, determinante; no bajemos la cabeza ni perdamos la vehemencia que nos caracteriza. Luchemos por la libertad de nuestro país porque al conquistarla, será también para nuestros hijos.

Artículo escrito por Carlos Guerrero Yamarte (@SrVenezolano), director deSubversión en letras y estudiante de Periodismo en la Universidad del Zulia (LUZ)

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