Venezuela enfrentará el domingo 20 de mayo un escenario electoral que realmente no tiene la garantía de que será realmente así, es decir, una elección verdadera, transparente, auditable, verificada y respetada por la comunidad internacional como sí ocurre en las sociedades democráticas, incluso, una importante cantidad de venezolanos están dispuestos a boicotear lo que la Asamblea Nacional legítima llamó con sinceridad un “acto político”.
Las
discusiones en las redes sociales, en las reuniones familiares o en los
encuentros con los amigos, incluso en el transporte público o lo que queda de
él, es justamente si votar o no votar,
desde mi punto de vista y muy alienado a la opinión del constitucionalista José I. Hernández, es un tema vacuo que
realmente no resolverá el problema de fondo, y digo que es un tema sin sentido
no porque soy de los que desprecia el derecho al sufragio, todo lo contrario, sino
porque la decisión de votar o no votar sin una estrategia claramente delineada
y discutida por los factores políticos que respaldan cada decisión es solo una
discusión que no tendrá mayor trascendencia salvo si se lograra alguna unidad
que plantara cara al régimen y a sus instituciones. Sin embargo, eso no pasará
antes del domingo.
El
20 de mayo, seguramente, Nicolás Maduro
resultará “reelecto presidente”, no sin antes bajo el beneplácito de la infame
presidenta del Consejo Nacional
Electoral (CNE), Tibisay Lucena, que tendrá como propósito
asegurar que Maduro “ganó” por más de diez millones de votos, una cifra que el
chavismo nunca logrará pues ni el propio Hugo
Chávez en sus buenos tiempos de popularidad logró captar y mucho menos lo
podrá lograr el actual mandatario que mantiene a Venezuela bajo una severa y
estricta escasez de alimentos como de medicinas, un éxodo masivo de ciudadanos
que abandonan el país ante el aumento de la miseria, los altos índices de
hiperinflación como el ascenso imparable de la represión gubernamental que no
distingue entre la sede de un partido político o la sala de emergencia de un
hospital. Pero todo esto se dará ante los aplausos de “opositores” como Henri Falcón, candidato presidencial, y
el propio Javier Bertucci, el
primero con la arrogante idealización del “hombre de la transición” y el
segundo muy mal creído el “mesías”.
Falcón
y Bertucci se han atrevido a decir en cualquier medio de comunicación que son
invitados que “las condiciones electorales del 2015 son las mismas de hoy”, tal vez afirman eso porque sus
partidos no están inhabilitados, pues en el 2015 no lo estuvieron, o porque
ellos mismos gozan de habilitación para presentarse a cargos públicos mientras
que los principales dirigentes de la oposición se encuentran encarcelados,
inhabilitados o en el exilio, o porque continúan creyendo que el chavismo
permitirá que le derroten en circunstancias tan adversas para ellos cuando la
propia comunidad internacional se ha volcado en su contra, situación que
tampoco resuelve nada mientras a lo interno la ciudadanía permanezca pasiva. Lo
cierto es que decir que las condiciones electorales son buenas y están
garantizas por observadores internacionales enajenados monetariamente al
Palacio de Miraflores es una barbaridad y un error garrafal, incluso, está
comprobado que los instructores del CNE para los miembros de mesa pertenecen a
las organizaciones comunales del régimen, cuando se supone que debe ser un
órgano independiente del poder o que el
chavismo empujará el ilegal voto asistido, que comprarán con diez millones de
bolívares y utilizarán para ello el “Carnet de la Patria”, instrumento ideado
para controlar a la ciudadanía en sus decisiones con míseros bonos que producen
mayor inflación ante lo inorgánico del dinero que regalan.
Visto
el panorama político, a los venezolanos no nos queda duda que el 20 de mayo
ocurrirá la autoproclamación de un hombre como presidente del país, electo por
la minoría con el control total para hacer creer que son mayoría y sobre todo,
ante la pasividad de los que se han postulado para lavarle las manos
ensangrentadas al régimen y sin la posibilidad de unirse en contra del
ventajismo y el abuso de poder simplemente porque durante su campaña electoral,
en el caso de Falcón, parece ser que su verdadero adversario no es Maduro, sino
la oposición a la que él perteneció y en último momento decidió abandonar
porque siempre ha soñado con ser presidente.
Los
venezolanos que creemos en el voto no nos podemos prestar para legitimar con
nuestro derecho la disolución del mismo; no podemos acudir a votar para hacer
de nuestro derecho constitucional un tramite administrativo que solo servirá
para apoyar la falsa tesis democrática del régimen; no podemos los venezolanos
claudicar en la lucha contra el establishment
ni mucho menos regalarle nuestro voto útil a un hombre que se han encargado de
mancillar a nuestro país. La invitación es recuperar las garantías del
sufragio, que realmente votar signifique elegir y que se respete nuestra
decisión y no estar esperando que desde los pasillos del partido de gobierno se
tergiverse la decisión de las mayorías. El 21 amanecerá y nada habrá cambiado,
la situación solo empeorará en la medida en que la crisis aumente y los
ciudadanos continuemos esperando “la salvación divina”. Los escenarios para el
domingo son diversos, esperemos los acontecimientos.
- Artículo escrito por Carlos Guerrero Yamarte | @SrVenezolano
Comentarios
Publicar un comentario