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EDITORIAL | Guanipa, por el camino correcto


Juan Pablo Guanipa, gobernador electo del Estado Zulia el pasado 15 de octubre en las elecciones regionales, ha demostrado nuevamente con los resultados de los comicios del 10 de diciembre donde se elegían alcaldes y el gobernador del Zulia (luego de que fuera destituido ilegalmente por el CLEZ) que las condiciones electorales para participar en las municipales luego de la derrota sufrida en octubre era un suicidio porque las discrepancias de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) habían fracturado a la coalición, pero además, las artimañas del régimen chavista para desacreditar la institucionalidad del voto en una sociedad hastiada por tantas elecciones que no resuelven los problemas de fondo, sino que afianza el control político del régimen, terminaron por socavar, lamentablemente, cualquier confianza en el arbitro electoral.

La decisión de Juan Pablo Guanipa de no juramentarse ante la ilegítima e inconstitucional Asamblea Constituyente, entendiendo que según la actual Constitución los gobernadores electos deben juramentarse es ante los consejos legislativos de sus respectivos estados, desató críticas y alabanzas de muchos sectores de la sociedad venezolana; en cuanto a las críticas, los que estaban a favor de que el gobernador se subordinará ante la ANC como lo hicieron de forma vulgar y cabizbajo los mandatarios de Anzoátegui, Mérida, Nueva Esparta y Táchira, argumentaban que debía asistir a esa juramentación indigna por “amor al pueblo”, sin embargo, el régimen se encargó de arrebatarle el 70% de las funciones a las gobernaciones donde salieron victoriosos los disidentes, pero aún así, muchos querían que Guanipa se arrodillará y entregara a Maduro su carta de rendición y así desarticular la lucha nacional e internacional en pleno desconocimiento de lo que ha sido hasta ahora el fraude más grande que se ha cometido en Venezuela como fue la supuesta elección de una Asamblea Nacional Constituyente, que es desconocida por la comunidad  internacional.

Sin embargo, el partido Un Nuevo Tiempo (UNT), de posición tibia ante el chavismo, y su legendario líder, Manuel Rosales, creían que con la decisión gallarda de Guanipa ellos podrían hundir al dirigente de Primero Justicia por la sabia decisión y así ellos hacerse con la gobernación del Zulia y juramentarse de rodillas ante el órgano apócrifo del chavismo. “La tortilla se volteó” y el chavismo y la abstención obtuvieron una victoria, más la segunda que el primero, y Rosales y su partido fueron derrotados ante la ambición de poder y el populismo.

Juan Pablo Guanipa, finalmente, tenía la razón; su vocación democrática e institucional es hoy ejemplo nacional ante los genuflexos que prefieren sobrevivir con una bombona de oxígeno y no luchar con racionalidad para rescatar el derecho y la libertad del voto, y al mismo tiempo, la libertad de Venezuela. Los políticos deben reflexionar, la ciudadanía les ha enviado un mensaje.

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