Nunca en nuestra historia republicana, el país, la gran fortaleza de dignidad y orgullo como es la República, se había encontrado en una situación de demolición por parte del Estado totalitario que planea destruir los vestigios democráticos para construir sobre los escollos de luchas de años un régimen dictatorial sin ningún tipo de limitaciones que pueda socavar los valores de la libertad ciudadana.
Las dictaduras del siglo XXI han hecho metamorfosis y han tomado características "democráticas" para decirle a los ciudadanos y al mundo que a pesar de limitar los derechos hay "entes autónomos" que tienen prioridad de expresar su opinión sobre algún hecho sucedido, esto sin decirle al mundo que esos "entes autónomos" realmente están controlados por el palacio presidencial.
El fraude constituyente propuesto por Nicolás Maduro sin el consentimiento del soberano es un garrote que se le dará a un colectivo criminal para tumbar las paredes de la República y terminar por arrancar las cabillas vetustas que sostienen el actual Estado, que en términos constitucionales debería ser democrático, pluripartidista, pluralista en líneas generales, garantes de la estabilidad nacional y no opresor ni tiránico como lo ha transformado Maduro en un arranque de soberbia por permanecer en el poder.
La República está en juego y su sistema podría ser historia si el fraude constituyente de Nicolás Maduro llegase a cause y lograra así destruir las leyes en respeto a los derechos humanos, la propiedad privada, la democracia, la certeza de elecciones libres y democráticas, los derechos civiles y por supuesto la existencia de una Venezuela soberana. La lucha es entre una Constituyente fraudulenta o dejarnos demoler la República ante nuestros ojos.
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