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Elección de Macron renueva a Francia y avizora cambios en Europa


Las alarmas se encendieron en Europa, pero un nuevo movimiento político calmó los temores de una ola utraderechista que amenazaba con instaurar un nuevo orden político, económico y social en Francia. Emmanuel Macron, con un total de 20 743 128 (66,10 %) votos, se convirtió en el nuevo presidente de la nación gala. Marine Le Pen obtuvo 10 638 475 (33,90 %). Ese desequilibrio y diferencial electoral marcó la nueva tendencia sociopolítica en Francia. Los franceses están hartos de los partidos políticos tradicionales.

La notoria e histórica división entre izquierda y derecha generó un punto de polarización que supuso su propio punto de quiebre. La competencia era tan feroz entre los socialistas (Partido Socialista) y los nacionalistas (Frente Nacional) que la ineficacia del gobierno del presidente François Hollande para controlar el nivel de desempleo y desarrollo industrial del país más allá del mercado europeo, junto con las promesas extremistas y radicales de Le Pen en campaña electoral, avivaron un descontento que contribuyó a la creación de una nueva fuerza social. 


El partido En Marcha, con el cual Macron participó y se postuló a la presidencia, canalizó ese descontento y lo convirtió en su principal capital político. El exministro de economía y finanzas de Hollande, banquero y asociado de inversiones del banco francés Rothchild & Cie planteó una agenda liberal, alternativa y renovadora, aunque con ciertas medidas que abren paso a una mayor participación de la banca privada en una economía gestionada por un socialdemócrata como Hollande.

Como socioliberal, Macron ofrece una simplificación del derecho laboral, la cual se basa en desestructurar el sistema burocrático que impone restricciones en políticas de beneficios laborales a los trabajadores, tanto públicos como privados, que optan por la inamovilidad laboral, la garantía de prestaciones sociales y subvenciones del Estado a fin de no verse perjudicados por la reforma laboral creada por Hollande para dejar más libertades a las empresas a la hora de administrar las masas de mano de obra y nóminas de empleados sobre contrataciones y despidos.

Una reforma fiscal para destrabar el complejo sistema de impuestos a las empresas es la vía principal del presidente electo. Esto permitirá un mayor nivel de productividad y asociarlo a la creación de más empleos que garanticen su otra propuesta, el aumento del poder adquisitivo de las rentas más modestas, cuyos flujos sean ampliados y puedan somatizar los efectos de la inflación, aunque apenas se encuentre en un nivel de 0,18 % al cierre de 2016. Para Macron es vital el diseño de un modelo de consumo que no genere exceso de demanda, sino más bien un equilibrio de la oferta por concepto de regulación moderada de ese flujo de consumo.

Macron apuesta por una Europa unida, por una Unión Europea repensada y consolidada, aunque eso signifique una serie de profundos cambios en las relaciones comerciales con los socios ajenos a la UE y los aliados en Occidente, entre ellos Estados Unidos, país con el que se arriesga a jugar la carta de la negociación sobre una expansión en la OTAN y mayor influencia de la potencia norteamericana en Europa a expensas de los intereses y movimientos nacionalistas que marcan la pauta actualmente en el Viejo Continente.

“Somos la generación que vio caer el muro de Berlín. No olvidemos jamás que Europa tuvo barreras. Yo les garantizo que no habrá muros en mi programa. Nuestra verdadera seguridad son las fronteras de Europa”, proclamó Macron durante la campaña presidencial.

Es así como el ahora presidente electo promete una reintegración del sistema de fronteras, lo cual implica, aunque no lo haya dejado entrever, una flexibilización el flujo migratorio que proviene de Medio Oriente y África desde las costas libias, el Mar Mediterráneo y las fronteras de Hungría, Serbia, Macedonia e Italia. Esto evidencia una posible negociación del sistema de repartición de cuotas de acogida de refugiados en la UE con Alemania para imponer esa política desde la tutela de los dos pesos pesados de la Eurozona, Francia y Alemania.

La elección y el perfil de Macron frenan los impulsos extremistas y nacionalistas que se gestan en Europa desde el seno de movimientos ultraconservadores que apuestan por el restablecimiento de un status quo con efectos divisorios para disolver la integración económica, comercial, política y diplomática del continente. Con una Francia poseedora de un control más liberal, pero regulado junto a Alemania, del Banco Europeo, el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo, Macron asegurará la reconsolidación que busca para darle más poder al euro y recuperarlo mediante la inyección de estímulos fiscales con inversión a largo plazo y de renta fija en el Banco Europeo bajo las estrategias de negociación que lo llevaron a ser el nombre de una ley. La Ley Macron, orientada a la implementación de derechos laborales como el derecho a un salario mínimo, abono de las horas extraordinarias, suplementos salariales, etc. Tal estatuto legal lo propuso y lo negoció hasta lograr su promulgación en la Asamblea Nacional de Francia. Con la misma avidez y destreza podría llevar las riendas de Francia.



Ricardo Serrano | @RS_Journalist

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