Nicolás Maduro, usted que es el presidente de la República, que ha tomado una postura antidemocrática y poco afable con los ciudadanos que están en las calles espontáneamente exigiendo cambios concretos e inmediatos, tiene la obligación de sentarse a reflexionar, y perdone usted si no es pedirle demás, pero su obligación es ineludible en tiempos tan oscuros como los que vive la patria.
Usted, Nicolás Maduro, debe dejar a un lado su ambición por el poder y esa manía repulsiva de reprimir y acallar a todo aquel que piense distinto a su posición, porque eso, Nicolás, no le ayuda en nada. Encarcelar jóvenes, políticos, amenazar a periodistas, retener pasaportes, asesinar a ciudadanos, ordenar disparar metras y trozos de cabilla no lo van a salvar, Nicolás, del repudio mundial que tiene; usted que se dice el “presidente obrero” está dejando sin futuro a los hijos de esos trabajadores que dice representar. Usted, Nicolás, debe dar un paso atrás y detener esa idea desquiciada de una “Constituyente comunal” que no resolverá nada, y lo sabe, porque la actual Carta Magna puede ayudar a resolver los problemas siempre y cuando usted esté dispuesto a cumplirla.
Nicolás Maduro, usted que ostenta el cargo de presidente, deténgase un segundo y reflexione sobre su vida y la gran diferencia que tiene con el pueblo. El pueblo, ese colectivo nacional de hombres y mujeres que no le aprueban su gestión, tienen derecho a vivir en democracia y no soportar las duras penas de una dictadura. Usted, Nicolás, debe permitirles a los venezolanos vivir en democracia y decidir justa y equitativamente si se va o se queda, pero buscar una Constituyente no es la actitud más genuina que debe de tener un “demócrata”, como usted se autodenomina. Piénselo, Nicolás.
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