El país sudamericano vive desde hace cuatro años una aguda crisis política, social y económica que la han transformado en zona roja
Los indicadores económicos demuestran que la situación nacional no está bien y que urgen soluciones inmediatas pero bien acordadas para iniciar un rescate profundo del país. Sin ánimos de exagerar, es necesario una especie de Plan Marshall para reconstruir a Venezuela y recuperarla de la decrepita realidad a la que la ha llevado el Chavismo durante 18 años de mandato que han marcado una historia reciente abarrotada de divisiones, muertes, hambre, miseria y separación del núcleo familiar.
El conflicto que vive Venezuela tiene un trasfondo que nos traslada al año 1992, cuando el fallecido Hugo Chávez llevó a cabo un intento frustrado de golpe de Estado contra el presidente electo Carlos Andrés Pérez (Acción Democrática) que produjo una parálisis política en el país y que años más tarde lo catapultó al escenario público donde obtuvo el poder absoluto del país petrolero, hoy, ejemplo vivo de los desastres del rentismo y de su mala administración. Pero por si fuera poco, su victoria, que a simple viste parecía un cambio radical, profundo y necesario, le resultó sumamente costoso a los venezolanos, ya que Chávez redirigió al país a un sendero caudillista de corte marxista.
Años después, con el “Comandante” en una tumba de concreto en lo alto de una montaña, con Nicolás Maduro deslegitimado por su poca aprobación ciudadana, el infame golpe de Estado contra el Parlamento nacional y las políticas económicas draconianas que han sembrado a Venezuela en las antípodas del retroceso, los venezolanos siguen abriendo los ojos y observan con claridad cómo el “socialismo del siglo XXI” por el que luchó Chávez se ha convertido en la tortura más feroz que pueda caerle encima a un pueblo en el orbe. Colas inmensas por alimentos, escasez de medicamentos, pobreza acelerada, desempleo por doquier, una diáspora que crece cada días, un Estado de derecho inexistente, una democracia amordazada y un régimen totalitario que se sostiene en el poder gracias a las bayonetas es, tal vez, el legado de 18 años de chavismo que nos mantienen esposados a un siglo que apenas comienza, pero con el que hemos tropezado.
Para las agencias de análisis internacional es un dolor de cabeza la crisis venezolana; tener que buscar todos los días una estrategia para solucionar, o intentarlo, ha provocado una incesante preocupación por lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo. El régimen de Maduro no acepta errores, todo lo contrario, los profundiza para hacerle creer al mundo que Venezuela es el “último bastión socialista” y que nadie puede derrotar esa “sapiencia” de cómo destruir una nación.
Los días que vienen para Venezuela son duros y de definiciones claras en un momento en el que la cúpula plutócrata que lidera Maduro no quiere elecciones, por supuesto para no perder el poder, pero además, es un momento donde se enfrentan a fisuras internas y una inmensa animadversión en el mundo; la Oposición debe cerrar filas con ideas y estrategias eficaces, que vayan en concordancia con las demandas ciudadanas y no con intereses partidistas. Hoy Venezuela pide a sus ciudadanos recuperar la libertad, es nuestro deber luchar contra los carceleros que nos mantienen ilegalmente encerrados.
Carlos Guerrero | @SrVenezolano
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