Todo es diferente desde hace tres años para los venezolanos que combaten diariamente contra el poder absoluto del régimen chavista y de la represión militar que no escatima en lanzar bombas, perdigones y balas. “La Salida”, como se le llamó a las masivas protestas del año 2014 contra Nicolás Maduro, fracasó ante las discrepancias de la Oposición y ante la mirada tímida de los venezolanos que aún podían sobrevivir. Desde hace tres años todo es diferente.
Actualmente, Venezuela vive una crisis política y económica más aguda; el régimen se ha radicalizado con vehemencia y su manera de gobernar ya ha traspasado la línea del discurso “democratizador” para convertirse en una dictadura dispuesta a desaparecer al Parlamento nacional si es necesario con el respaldo vil de un Tribunal Supremo que ha tomado el vergonzoso papel de defender al presidente más repudiado de la historia republicana de Venezuela.
La resistencia ha cambiado en distintos aspectos: hoy en día la oposición, cohesionada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), respalda unánimemente los cuatro puntos planteados al régimen para subsanar la ruptura del hilo constitucional; los manifestantes han obtenido una consciencia ciudadana, aunque aún hay un porcentaje de precavidos, de que la lucha contra una dictadura debe ser frontal y con ideas, aunque del lado contrario de la acera se tengan armas para defender lo indefendible; y el rechazo a Nicolás Maduro supera el 70% de los venezolanos. La situación es más difícil y todos los caminos, como de hecho es, apuntan a un gran responsable: el gobierno nacional.
Los venezolanos se encuentran en un punto de quiebre evidente que deben asumir con determinación, pues el régimen se ha convertido en una dictadura confesa que ha suspendido elecciones y pretende alargar la estadía del actual jefe de Estado en el poder, claramente de forma ilegítima e inconstitucional que mancha, o vuelve a manchar, la restringida y apresada democracia nacional. Cada venezolano tiene un compromiso con Venezuela y consigo mismo, la lucha no puede agotarnos ante el todopoderoso régimen militar, porque las bayonetas no tendrán la fuerza suficiente para detener el descontento que ha desbordado las calles de todo el país.
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