En la imagen: Donald Trump se ha preocupado por la crisis venezolana, sin embargo, Nicolás Maduro no quiere caerle mal al nuevo presidente de Estados Unidos
Antes y después de la elección de Donald Trump como 45° presidente de Estados Unidos, en todos los rincones del mundo las voces críticas contra el magnate republicano se han hecho escuchar con dureza, sin embargo, tal vez por hipocresía o geopolítica, el régimen venezolano que es presidido por Nicolás Maduro Moros ha mantenido un perfil bajo que ha sido reprochado por la Organización de Estados Americanos (OEA) y grupos de Derechos Humanos e intelectuales.
Desde Caracas las críticas han sido acalladas; los medios de propaganda oficial han pasado la mayoría de sus polémicas por debajo de la mesa con cierta esperanza en que el republicano no actúe contra el régimen o pasen inadvertidas sus tropelías. Cuando el Departamento del Tesoro impuso sanciones al vicepresidente ejecutivo, Tareck El Aissami, por presunto narcotráfico y lavado de dinero, este culpó al ex presidente Barack Obama alegando que era un "coletazo" de su Administración, no obstante, ningún alto cargo del decadente régimen chavo-madurista se atrevió a responsabilizar a Donald Trump.
Algunos analistas consideran que Nicolás Maduro confía en que la intervención de Vladimir Putin, jefe de Estado de la Federación Rusa, podría calmar cualquier intención de la nueva administración estadounidense en imponer sanciones a funcionarios venezolanos o evitar cualquier bloqueo económico. Maduro mueve sus lobbys en Washington DC para intentar "caerle bien" al bravucón presidente estadounidense. Lo cierto al final del tema es que el nuevo secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, no ve con amabilidad al Gobierno de Venezuela.
Carlos Guerrero | @SrVenezolano
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