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El carnet de la patria


Esta acción podemos considerarla el "primer comodín" de la revolución en el 2017

En el presente mes de enero hemos sido testigos, una vez más, de cómo el gobierno nacional juega sus cartas para esta vez contabilizar, de una manera bastante cruda, a quienes no solo están comprometidos con el “proceso revolucionario” sino también quienes necesitan vivienda, alimentos, medicamentos y demás insumos que el gobierno promete dar a la población. 

En consecuencia, hago referencia esta vez al carnet de la patria, impulsado por el gobierno nacional el 30 de diciembre del año pasado y publicitado a través de declaraciones del presidente y el ministro de comunas, Aristóbulo Istúriz, el 11 de enero de 2017.

El mencionado carnet fue vendido como una herramienta necesaria para poder asegurar el derecho constitucional de todos los venezolanos a poseer seguridad en materia de alimentación, habitad, educación, entre otras.

El tan sonado carnet se entrego a quienes así quisieron o necesitaban tenerlo a cambio de la entrega de sus datos personales, tales como: nombres y apellidos, cédula de identidad, lugar de residencia, pertenencia en caso de tenerla a alguna misión social y necesidades específicas en materia de medicamentos, esto con el fin (según el gobierno) de conocer de mejor manera las necesidades de la población, como una especie de censo, pero en esta oportunidad en vez de usar encuestas anónimas con plataformas de recolección de datos suficientes, se usaron las colas, la firma de planillas y demás instrumentos de recolección de datos a los cuales ya la mayoría de los venezolanos estamos acostumbrados.

En declaraciones ofrecidas por el primer mandatario, él mismo se atrevió a dar ciertas estadísticas bastante interesantes frente a la entrega del carnet de la patria, entre las más resaltantes mencionó que “las personas registradas hasta la fecha serían: 32 % jóvenes de entre 15 y 35 años de edad; 34 % tiene de 35 a 55 años y 33 % son adultos mayores a partir de los 55”. Esto nos deja clara la necesidad de educación, medicamentos e insumos que existe en todos los espectros de edad que conforman el país, cifras que, a simple vista, son bastante alarmantes.

Por otro lado, el ministro Istúriz mencionó que la intención de esta nueva obra socialista era llegar al menos a 15 millones de venezolanos, declaración que también llama la atención, entendiendo que somos 30 millones de venezolanos cedulados, lo cual da a entender que esto desde el arranque no es para todo el mundo, ya sea por exclusión política, falta de recursos por parte del gobierno o simplemente una vaga expectativa frente a una política pública a la que no le confían buenos resultados.

Lo cierto es que esta política pública, impulsada por el gobierno nacional, contradice bastante su bandera y su discurso político habitual en el que somos un país (Venezuela) protegido en materia alimentaria, autosuficiente en distribución de medicamentos, capaz de darle vivienda a todo el que lo necesite, capaz de dar educación gratuita y de calidad en todos los niveles, incluso un país donde se erradicó la analfabetización (según el propio gobierno) y hasta uno de los países más desarrollados en atención médica gracias a la ayuda de los doctores cubanos. Entonces, si esto es así y partimos del principio de que las necesidades de la población están en su totalidad o mayoría cubiertas, ¿por qué tener que hacer un carnet que le diga al gobierno cuáles son las necesidades de las personas? Si, se supone, que en principio que no deberían haber -o al menos no tantas-, al menos no como para que la expectativa de llegada de este carnet sea hacia la mitad del país.

Bajo este breve análisis, fácilmente entendemos entonces que las necesidades básicas de la población que a través de las distintas misiones sociales el gobierno ataca no están cubiertas. Y en este sentido es claro entender que más que un programa de registro de necesidades, este carnet no es más que un comodín político para el gobierno, mas allá de que sea una política pública impulsada por el gobierno con aires de solidaridad para con las personas, no es más que un muy bien maquillado censo que busca dibujarle al gobierno “qué le falta a quién para saber qué darle en una futura campaña previa a alecciones” y, ustedes pensarán, ¿por qué un muy bien maquillado censo? Pues porque, a mí parecer, fue maquillado con el mero recurso que el gobierno tiene a la mano: las necesidades básicas de las personas.

Para continuar con lo anterior y a su vez dar una explicación un poco más clara y profunda, debemos entender que más del 80% del país es pobre o esta cerca de serlo, un 80% del país en una elección es un movimiento extremadamente grande de masa y votos. Evidentemente, al gobierno no le conviene realizar una elección en este momento, pues la perdería. Entonces, haciendo uso de una estrategia que el ex presidente Chávez también usó cuando creó las misiones sociales con el fin de ganar apoyo social frente a elecciones populares, el presidente Maduro copió esta formula usando esta vez una marcada necesidad en la población en ámbitos varios, en miras a buscar el mismo resultado, el cual no se desarrollara de la misma manera.

Sin embargo, esta vez la nueva acción del gobierno nacional probablemente traiga al menos, a corto plazo, efectos muy positivos para él, recordando que, según la Constitución, debían realizarse elecciones regionales a nivel nacional el anterior mes de diciembre, elecciones que no se realizaron, tomando en cuenta también que la implementación del nuevo cono monetario ha traído, entre otras cosas, la “renuncia” del ex presidente del Banco Central de Venezuela (BCV) y considerando que la crisis nacional crece y en el camino no solo afecta al país, sino a sus gobernantes, quienes cada vez se las ven más difíciles con menos recursos para administrar a su favor este nuevo “comodín” como he decidido llamarle. El carnet de la patria podría:

  • Darle oxígeno al gobierno nacional, mientras puedan al menos en una medida suficiente, abastecer de alimentos a los registrados en el carnet de la patria.
  • Funcionará (y de hecho ya esta funcionando) para desviar la atención de las elecciones que mencioné anteriormente.
  • Este carnet funciona como un instrumento de contabilización de personas con necesidades no satisfechas, de personas dispuestas a firmar donde sea y lo que sea con tal de poder recibir alimentos, medicamentos y cualquier tipo de subsidio por parte del gobierno.
  • Sirve como mecanismo para saber cuántas bocas debe llenar el gobierno si quiere pedir votos, cuántas neveras o tanques de agua debe regalar, etc. 
  • En quinto lugar, más que una apreciación positiva o negativa, quisiera destacar una interrogante: ¿de dónde saldrán los alimentos que se proporcionarán a los poseedores de este carnet? Considerando que los Comités Locales de Abastecimiento Popular (CLAP) basan su funcionamiento más en distribuir que en producir y, entendiendo que ya han tomado poder de varias cadenas de supermercados o abastos para dirigir los alimentos a los inscritos en las distintas listas de consejos comunales, agreguen a estas variables la inscripción de personas de casi todas la edades en un nuevo sistema de distribución. Muy probablemente tomando todas estas variables, las carencias de alimentos serán mayores (a menos que el gobierno implemente nuevos mecanismos de producción de alimentos o reactive los que ya existen).
  • En sexto lugar y complementando lo anterior, si el gobierno nacional se viera en la capacidad de suministrar alimentos suficientes al menos para la mayoría de los inscritos en los CLAP y en el carnet de la patria, ¿cree usted que el gobierno dejaría un porcentaje de alimentos para aquellos que no pertenecen a estos sistemas? Y, a su vez, ¿cree usted que lo que el gobierno en todo caso deje destinado para las personas no inscritas, sea suficiente? Yo creo que no, respeto en consecuencia las apreciaciones de cada quien. 

Me dirá usted, lector, que con comida no se compran votos, pues yo creo que cada quien tiene su precio y cada voto también lo tiene. Es complicado entenderlo cuando se mira desde los ojos de una persona a la que medianamente no le falta nada, pero hay que saber mirar a ese 80% de la población restante que no puede comer tres veces al día, que vive en situaciones precarias rodeada de una mayor inseguridad, en ese campo, yo sí creo que alguien sería capaz de firmar su voto por un poco de comida, una nevera y quizás un poco de dinero en efectivo.

La cuestión es que uno de los grandes males de nuestra población no es solo la educación, sino la educación política, entender que con comida, línea blanca y dinero a cambio de un voto solo se empeoran las cosas, es muy difícil de entender por una persona cuando ha pasado meses sin alguna de estas tres cosas, por eso la economía de nuestro voto es bastante barata, porque en muchos casos no se necesita preparación académica, planes detallados de gobierno o un discurso convincente, solo se necesita jugar con las necesidades ajenas, tema al que el gobierno ha sabio sacarle buen provecho, no digo que sea correcto ni justo, solo que el gobierno lo ha sabido utilizar bien a su conveniencia en miras a tener estabilidad política.

No creo que este comodín le dé muchos meses de vida o estabilidad al gobierno y eso, como ya lo dije, va a depender de cómo administren sus recursos, No quiero decir con esto que una vez que sus recursos se agoten en este medio todo será un caos. Seguramente en este campo los recursos se les van a agotar en algún momento o al menos llegaran a un punto en el que no serán capaces de distribuirlos, pero en ese momento de no retorno, muy seguramente sacarán a relucir otra propuesta con los mismos aires y los mismos fines.

De momento, para quien cree en él, este carnet promete y promete mucho, pronto sabremos qué tanto alcance pudo tener y qué otros movimientos desarrolla el gobierno nacional bajo la mesa mientras las personas siguen firmando y haciendo colas por comida y, al mismo tiempo nosotros, nos dejamos llevar por la incertidumbre y el caos que esta medida pueda traer en materia de alimentos sobre todo. Pensarán que dejo a un lado la educación, las viviendas o la medicina y, aclaro, no los he dejado a un lado, pero ese 80% de la población que no come tres veces al día les aseguro que sí lo hizo.

Lo cierto es que el trasfondo de este nuevo carnet de la patria no lo sabremos con certeza hasta que los hechos me den la razón, me la quiten o nos demuestren que seguramente todo este tema es más profundo que la apreciación que intento hacer en relación al mismo. Espero que las consecuencias no sean más profundas también, al menos no para nosotros como población que también tiene necesidades, pero entiendan, sin necesidad de perder tiempo, solo mirando a Cuba como ejemplo, que un carnet no resolverá los problemas del país.



Raymer Sánchez | @RaymerSnchez

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