La democracia occidental solo puede ser auténtica si todos sus poderes son respetados y son autónomos. La democracia se debilita cuando un poder del Estado intenta sugestionar a otro por medio de intervención política-ideológica o monetaria. Algo que claramente ocurre en Venezuela.
El poder ejecutivo que mal lidera Nicolás Maduro, ha dominado todos los poderes del país con la excepción de la Asamblea Nacional, cuyo mandato popular sigue siendo legítimo a pesar de los subterfugios que diariamente el poder judicial busca para derogarla de un plumazo.
Los venezolanos en su mayoría reconocen que la Asamblea Nacional es el único poder realmente independiente en el país y, además, es el único y exclusivo poder que en las actuales circunstancias atrinchera la esperanza de la nación caribeña. Hay que defender a la Asamblea sin temor.
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