La política es concebida como un “mal” por errores de los políticos y la ignorancia respecto al tema
¿Cuántas veces hemos escuchado decir en la calle, en el trabajo, en la universidad, en reuniones sociales que la política es sucia y es el peor de los males? ¡Muchísimas veces! La mayoría de los que afirman tal cosa se consideran “apolíticos” o creen que la política es una pérdida de tiempo, es en ese punto, cuando tenemos que preocuparnos porque comienza la deshumanización y desconexión de la política y el fenómeno indeseable de la anti-política comienza a rondar.
La política es más que una ciencia y un valor irrenunciable; todos podemos estar en desacuerda con ciertos proyectos de país, podemos criticar sin cesar la mala gestión del burgomaestre de nuestra ciudad, del gobernador de la región o del mismo presidente, podemos dirimir nuestras diferencias cuando hay un régimen democrático y que respeta las leyes, pero por más repulsión que sintamos contra un “político”, no debemos entender a la política de forma obscena o grotesca.
Cuando los políticos fallan, todos lo hacen, porque ninguno es infalible, creemos que ha fracaso la política pero nos negamos a observar que, tal vez, esa persona, ese funcionario público, nunca ha creído o comprendido el verdadero valor de hacer, crear, construir o reconstruir a la política. Venezuela vive momentos de desprecio a los sectores políticos; para muchos existe un desapego emocional y racional de los políticos con las calamidades que día a día se viven en el país y es comprensible aún más cuando se tiene claro que los tiempos de las crisis no son los mismos que los tiempos en donde los políticos consideraban necesario atender. He aquí la preocupación inicial se hace más grande.
La política y las personas que dicen hacer política son dos cosas absolutamente distintas. En Venezuela, los políticos han fracasado y el descontento ha reinado, por un lado debido a la falta de políticas públicas eficaces y correctas que coadyuven a solucionar la gran crisis nacional y, por otro lado, los políticos anti-chavistas no han logrado capitalizar ese descontento y decirle con sinceridad a las personas cómo ellos podrían solucionar sus problemas. Entonces comienza la ciudadanía a observar la política como una herramienta inerte de las que muchos hablan, pero poco hacen.
Con urgencia se debe reconstruir la política y no solamente en Venezuela; en Estados Unidos los políticos deben saber que no son los todopoderosos, en Europa se debe reflexionar a lo interno y externo del ser político, en África debe ocurrir lo mismo y en Asía, por supuesto, se debe tomar pensamiento crítico. La política debe declararse en reconstrucción y los ciudadanos purificar sus alcaldías, gobernaciones, presidencias y parlamentos de tanto truhan y maleante que solamente visualiza la filosofía política para llenarse los bolsillos y darse una vida de lujo. Cuando falla la política, surgen demagogos y populistas que llegan a los púlpitos de sus actos de campaña para prometer y prometer, pero no explicar cómo lograr sus objetivos. El mesianismo es un monstruo de la anti-política y para acabar con tanto desdén hay que reconstruir la política que eduque, que construya y no destruya.
Carlos Guerrero / @SrVenezolano.
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