Si Barack Obama se convirtió en el 2008 en una esperanza para la comunidad afrodescendiente y el resto de los estadounidenses que veían en él un presidente dispuesto a superar las crisis e intentar cerrar las heridas del fatídico gobierno de George W. Bush, Hillary Clinton es hoy la fuerza, la esperanza y la virtud que muchos admiran y están dispuestos a apoyar para derrotar al racismo, la supremacía blanca y la xenofobia que, desde un rincón de la campaña electoral, Donald Trump ha posicionado para dividir e intentar crear más heridas en la ya polarizada sociedad estadounidense.
Hillary Clinton se convertirá en la primera mujer presidente de Estados Unidos en ser electa en tiempos de dificultades, tanto internamente como en el resto del mundo, específicamente en el medio oriente, donde la situación demanda inteligencia y no impulsividad. Hillary Clinton tiene el talante y el temperamento para dirigir Estados Unidos, lo demostró cuando fue Secretaria de Estado, a pesar de que tuvo errores que ya la historia se encargará de cobrárselos, pero si hablamos de errores nadie podrá estar a salvo de juicios.
Urge una profunda reflexión para todos aquellos que están descontentos con el sistema actual ya que Donald Trump solo propone crear un sistema favorable a sus intereses y no a la colectividad que exige un Estado constituido en valores, progreso y sustentabilidad. Estados Unidos tiene su futuro en sus manos, dependerá de la gran mayoría definirlo.
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