Las últimas semanas en nuestro hermoso país han sido de gran revuelo; desde que el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció la suspensión “temporal” del Referéndum Revocatorio, pasando por la declaración en rebeldía de la Asamblea Nacional y las reiteradas marchas que se han organizado tanto del lado de la oposición para repudiar los hechos suscitados, como del lado del gobierno para “contrarrestar” las acciones de la Mesa de la Unidad Democrática.
Todos hemos sido testigos de las declaraciones de la oposición y de las diligencias que ésta ha venido desarrollando cronológicamente en conjunto con los ciudadanos en pro de demostrar el descontento que se vive ante las arbitrariedades del gobierno, hasta que se llegó al punto que será objeto principal de este artículo, el cual ha causado una gran polémica: el mil veces mencionado “diálogo”. Sí, así entre comillas. A continuación escribiré el porqué de ello y mis razones para tener grandes dudas y ciertas críticas ante esta situación.
En primer lugar, cuando se hace uso de una herramienta política para buscar un camino de soluciones ante los conflictos –como lo es el diálogo– y no se llega a efectuar de la manera correcta, pues ésta va perdiendo poco a poco su efecto y los resultados que se pueden obtener serían mínimos, inclusive nulos. Es decir, se va desgastando este recurso y los ciudadanos –que son un factor claramente importante– van perdiendo el interés por éste al ver que no se les resuelve los aprietos o al menos no se vislumbra una luz al final del túnel.
Y esto es lo que ha pasado en gran parte del sector ciudadano; he leído numerosos comentarios de personas que apoyan a la oposición, pero que no están contentas con el diálogo, tanto porque piensan que la oposición se contradice como porque creen que esta no es la solución. Así como también afirman que con este gobierno no puede existir diálogo alguno, puesto que lo consideran una dictadura.
En cuanto al hecho de que la oposición se contradice lo explico de esta manera: la MUD ha dicho muchas veces que para que exista un “diálogo” el gobierno tiene que cumplir con ciertas condiciones (Ej: continuar el Referéndum Revocatorio – antes de que se suspendiera–, liberar presos políticos, etc.), sin embargo, esto no se dio y pese a ello ambas partes de la palestra política se sentaron a dialogar, sin obtener algunos resultados más que críticas y descontento. Ahora bien, llegando al presente, luego de que cinco tribunales penales anularan la recolección del 1 % de las firmas para el Referéndum Revocatorio (potestad que no poseen, ya que estos asuntos son electorales), el hecho de que el Ejecutivo presentara el Presupuesto 2017 ante el Tribunal Supremo de Justicia (competencia única de la Asamblea Nacional), la suspensión “momentánea” del Referéndum, las reiteradas sentencias anulativas del Tribunal Supremo de Justicia al Parlamento, la agravada crisis económica, política y social, los delitos que se evidenciaron en las recientes y anteriores marchas, la suspensión de las elecciones regionales, la declaración en rebeldía de la Asamblea Nacional y el anuncio de la ruptura del hilo constitucional, el asalto al Parlamento a manos de los sectores oficialistas y pare usted de contar... Y sí, aún con todo esto, existe la posibilidad de un eventual diálogo.
Esto ha sucedido debido a que hace un tiempo la oposición hizo la petición al Vaticano de que interviniera como condición para la realización de un diálogo. Sin embargo, no se obtuvo respuesta hasta hace unos días, donde se afirmó que habría la presencia del Vaticano a través de un enviado especial designado por el Sumo Pontífice, el Monseñor Emil Paul Tscherrig. A todo esto, en la coalición opositora se generaron diatribas, puesto que unos estaban dispuestos a llevar a cabo el diálogo, mientras que otros se negaron ya que no existen las condiciones. A esto me pregunto dejando a un lado la presencia del enviado papal y sumando los anteriores “diálogos”: ¿por qué van a un diálogo si dicen que no existen las condiciones?, ¿por qué van si no se obtienen resultados favorables? Todo se vuelve un círculo vicioso.
En esas acciones de los integrantes de la oposición se pueden evidenciar una vez más otro de los problemas por el cual el diálogo no es algo tan sustentable: la falta de comunicación y acuerdo en la MUD. Lo cual me lleva a hacerme una serie de preguntas que a mi perspectiva son muy lógicas: ¿cómo podemos los ciudadanos venezolanos confiar en que la oposición podrá llevar a cabo un diálogo estable con el gobierno, en donde se expondrán las problemas que nos aquejan y se intentarán buscarle soluciones, cuando ellos mismos no se ponen de acuerdo en las decisiones que tomarán?, ¿cómo nosotros, los venezolanos, los principales afectados por la crisis nacional, podemos confiarle a la MUD nuestro futuro cuando dentro de la misma hay rivalidades?, ¿cómo podemos creer en la “Mesa de la Unidad Democrática” cuando, en lo que se ve, fallan es en eso: unidad?, ¿cómo podemos llegar a creer que la oposición y el gobierno se pondrán de acuerdo en un diálogo cuando los opositores ni se ponen de acuerdo entre sí y al gobierno solo le interesa su pellejo?
Por otra parte, es sabido que dentro de un diálogo deben existir acuerdos (como las condiciones que ha dicho la oposición) en los cuales una de las partes debe ceder algo por el bienestar de la nación, pero sabemos que el gobierno no cederá y, por el otro lado, la oposición aún no termina de decidirse. En pocas palabras, la oposición dice lo que quiere y el gobierno hace lo mismo, pero ninguna de las partes estaría dispuesta a darle lo que le pide una a la otra; ninguno daría su brazo a torcer. El gobierno porque no quiere soltar el poder y la oposición porque no encuentra la manera de ponerse de acuerdo para terminar de desquebrajar al gobierno... He ahí el dilema.
Ahora bien, el 30 de octubre, la Mesa de la Unidad Democrática anunció en un comunicado que los partidos de la misma fueron invitados a una “reunión exploratoria” convocada por el Vaticano para puntualizar los factores que conllevarían a un posible diálogo. De igual manera, expresaron cuáles partidos harían vida dentro de la “reunión exploratoria” y quiénes no asistirían ni estarían de acuerdo con ello hasta que no se cumplan las condiciones que estos exigen, que de ser cumplidas se avocarían al diálogo. Pero, sinceramente no creo que se pongan de acuerdo por lo ya explicado y tampoco creo que la intervención del Vaticano ayude mucho, así como tampoco ayudó el Sr. Zapatero, entre otros. Y la respuesta a ello es simple y la reitero: el gobierno no cederá, ellos están hambrientos y enfermos de poder. Para ellos la única manera de un diálogo, encuentro, negociación, reunión o como usted, amable lector, quiera llamarle, es cumpliendo lo que ellos dicen, como ellos lo dicen y cuando ellos dicen. La verdad este gobierno no está en posición de exigir ni querer nada, cuando por sus malas prácticas desde hace 17 años, solo que con otro actor principal al frente, hemos llegado hasta este nivel de crisis sin precedentes en la historia venezolana, ni en las más grandes dictaduras se vivió esto.
Personalmente, no creo que la “reunión exploratoria” o un “eventual diálogo” den buenos frutos, más que los ya vistos y, sí los da, seré la primera persona en aplaudirlo. Pero como expliqué anteriormente: la figura del diálogo se ha malgastado de tal manera que ya ha perdido gran parte del valor que tiene.
Ahora bien, como otras posibles salidas veo una Asamblea Nacional Constituyente, que de haberse ido hace varios meses atrás por esa vía, tal vez se hubiesen obtenido buenos resultados, ya que ese es otro gran poder que tenemos los ciudadanos, el Poder Constituyente Originario (artículo 347 de la Constitución). Recordemos que esta fue la vía que utilizó Hugo Chávez para crear un nuevo Estado y una nueva Constitución, sin esta figura estar dentro de la Carta Magna de 1961. Actualmente, en la presente Constitución, tal instrumento se encuentra claramente plasmado desde el artículo 347 al artículo 349. Otra vía, sería la rebelión civil, pero sin duda no es la más factible, ya que claramente saldríamos perdiendo. Y la respuesta es sencilla: no tenemos al ejército a nuestro favor, no tenemos armas y obviamente este país no merece más muertes; son inmensas las cantidades que hay anualmente a manos de la delincuencia, la falta de medicamentos y alimentos, al igual que las que hay en manos de los cuerpos de seguridad del país a causa de las protestas pacíficas, que aún así, siendo tal cosa, hay muertes, por tanto no apoyo en nada esa opción. Tal vez, otro camino sería la ayuda a nivel internacional, pero esto tiene sus problemas, ya que en las diversas instancias se manejan los propios intereses de cada país pertenecientes a las mismas. Por último, sería la reanudación del Referéndum Revocatorio, pero se ejecutaría el año entrante, lo cual nos dejaría con el mismo sistema pero con diferente actor, o unas elecciones regionales adelantadas. Sin embargo, al menos yo, no confío en el Poder Electoral.
Finalmente, con esto no busco desmeritar lo que ha hecho la oposición, ya que han logrado dar a conocer ante el mundo lo que vivimos y también dentro de nuestro país han puesto al tanto a los ciudadanos, han alcanzado poco a poco poner en evidencia al gobierno, pero tampoco puedo estar de acuerdo con todas sus acciones cuando aprecio que las pueden manejar de otra manera. Sin embargo, como todo en la política, los intereses propios llegan a pesar más que los intereses colectivos y es allí donde nacen las divisiones.
Cuando una parte de la política nacional tiene en su poder a tanta gente apoyándolos, ya sea porque se lo ganaron o porque a los ciudadanos no les quedaba otra opción, se debe aprovechar al extremo esas grandes masas, porque las multitudes son las que terminan de tumbar a un gobierno. De allí el origen del porqué este tipo de gobierno prefiere tenerlos sumisos y entretenidos, ya que están conscientes de que por sí mismos, las masas con una buena organización y dirección pueden acabar con ellos. Ese es mi mensaje a la oposición: aprovechen la multitud que tienen a su lado.
Dayana Cárdenas / @Tweeterologa_.
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